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Cultura

«Un minuto de silencio»… para el Curuya

COSAS DE FRONTERA. Por Roberto Araújo para Diario Uruguay.
Cuando murió la Titi, yo tenia poco mas de ocho años, y no comprendía por cierto la dimensión cultural que imponía “El Duelo” y su consiguiente “Luto”.

Y como la vieja se le ocurrió dar por concluida su existencia un sábado, en el que jugaba Frontera, a mi se me ocurrió prender la radio a ver cómo iba el rojo, y se me armo el tal quilombo.

Es que la autoflagelación era código de honor y credencial de sentimiento profundo, y si amabas a alguien en serio , pues debías sufrir su perdida. Y no era cosa de sufrir en silencio, nada de eso , había que expresar bullangueramente el sufrimiento , y si por ahí pintaba un desmayo, mucho mejor.

Por eso los alaridos, los gemidos, los suspiros ahogados, eran de obligación en los velorios de antaño, dolor que solo hacia una pausa en la madrugada, cuando un poco de caña o vino, cedía el espacio a un ocurrente cuento verde, que adobaba la madruga, como pa que la barra aguantara en pie el martirio del sacrificio de pasar la noche acompañando. Honor concedido a los guapos de buen corazón, y hazaña que era publicitada enfáticamente cuando el pálido solcito de julio levantaba la helada.

_”Me pase toda la noche acompañando …” – se decía con orgullo y satisfacción.
Y el duelo, no terminaba con el entierro, nada de eso, después venia el Luto, ropas oscuras, si negra mejor para los gurices , tul pa la viuda, pañuelo azabache para los hombres. Todo con rigor y hermetismo, y la casa debía acompañar el duelo, se cerraban las puertas, y ventanas , no se barrían ni se lavaban los pisos, se suspendían las fiestas ..y radio ni pensar.

Por eso se me armó lio el día en que quise ver cómo iba el rojo, cuando se velaba a la Titi..
Pero ta, en eso de morirse y homenajearse, de lutos y respetos, me palpita la memoria el dia en que se murió el Curuya.
Bueno en verdad el día en que creímos que el Curuya había muerto, porque a un avispado de esos que nunca faltan , se le dio por anunciar cuando hacíamos el calentamiento previo a un clásico contra Artigas, que se nos había marchado el amigo, dirigente, delegado etc etc.

Y por supuesto en cuanto se nos paso el impacto de la infausta noticia, nos aprestamos a rendir los honores del caso, que pasaban inexorablemente por un sentido minuto de silencio.
Y corrimos al vestuario de los Jueces, donde el Rato Carballo , asintió la urgencia, y admitió la necesidad de hacer el consabido y justo reconocimiento .

Y entonces cuando las clásicas casacas ingresaron al campo , allí , y en ese momento , todos , rojos y tricolores, nos unimos en un profundo instante de reflexión, mientras el altoparlante anunciaba sentida y pausadamente ,
_”Se ha de proceder en este momento , a un minuto de Silencio en honor recientemente desaparecido Directivo del Club Frontera , el sr Washinton Dos Santos,..”, y el locutor en un soplo de inspiración resolvió darle un toque emotivo al aludir al Alias que lo había identificado en vida , pero vaya a saberse porque consideró, que no quedaba muy formal , mencionar Curuya, en ese mal hablado portuñol entreverado y resolvió , traducir el apodo .

-“Ese hombre de futbol que todos hemos aprendido a querer, bajo el apodo de LECHUZA”.
Nadie dijo un pio, por mas que el termino sonó algo gracioso.
Una suave brisa movió los banderines de los ángulos como si el alma del Curuya descendiera sobre el Field , los veintidós varones se plantaron estoicamente en actitud de respeto, y en las tribunas , todos de pie, sombrero en mano, fijaban sus miradas en el suelo gris de la platea, como buscando en el polvo del piso , una explicación para tan ingrato capricho del destino.

Y fue quizás, esa actitud de respeto y sumisión la que no permitió que alguien viera al Curuya, que ni por asomo tenia pensado morirse, y menos en aquella lejana tarde sabatina de los ochenta, quien entraba tranquilamente por la puerta principal del viejo Atilio Paiva ; y en tal instancia al ingresar y toparse con un fúnebre homenaje , adhirió educadamente a la ceremonia.
Y allí estuvo el Curuya , gorro en mano , mirada clavada en el piso, ,sin advertir, que se estaba constituyendo en ese preciso momento, en el primer muerto que asistía y participaba de su propio póstumo homenaje .
Ya la globa rodaba por el campo en un dramático frentazo entre dos grandes del futbol local, cuando “un cualquiera”, advirtió que pegado al alambrado, el recientemente fallecido y homenajeado Curuya, le reprochaba efusivamente al línea por un Orsays mal cobrado.