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Los saltos y sobresaltos en el fútbol del salteño Pablo Enrique Quiñónez

Fue parte del Peñarol del quinquenio, se inició en las formativas de Independiente de Argentina, formó parte de selecciones salteñas, triunfó internacionalmente, en el fútbol de El Salvador, Costa Rica, Guatemala, Indonesia, y actualmente como entrenador en El Salvador. No se olvida de su River Plate y Salto natal. Pablo Enrique Quiñónez, metido en la historia grande del fútbol salteño, en CAMBIO habla de su vida.


“Nací en Salto un 12 de octubre de 1971, cerca del antiguo control de ómnibus, en calle Andrés Latorre 778 entre Larrañaga y Sarandí, atrás de la sede de River. Jugábamos frente al Cementerio en un espacio físico en la Terminal. Siempre las camisetas de River estaban presentes. Tengo una foto a los tres años con las pelotas que se usaban antes en el fútbol salteño, que en ese momento vendía Casa Roche, eran blancas con rojo. Fue en el jardín de mi abuela ‘Pirula’ (Blanca Rinaldi), que tenía rosas blancas y rojas, los colores de River, el cuadro de toda mi familia, y yo por supuesto con la camiseta de River. En una época gloriosa del club en la década de los 70′, campeón salteño 74′, 76′ y 78′. A ese último año, pese a ser muy chico, lo recuerdo muy bien, el movimiento que había en el barrio por las actuaciones de River, que era el gran protagonista del fútbol salteño”.

“Mi padre Tabaré Quiñones, jugador de River al igual que mi tío Pedro, jugó de ‘5’, chueco como yo, del que saqué más su estilo que a mi viejo, que jugaba como lateral en River. Así son los genes de la familia que nos tocó heredar, y por qué no alguna que otra patada del viejo. El baby fútbol antes empezaba a los 10 años, en vacaciones me iba a la casa de mi tía, en 25 de Agosto y Harriague frente a la cancha de Almagro y cruzaba la calle para jugar al fútbol con gente grande, o andar trepando árboles por el Zoológico con los amigos. De tanto andar por el barrio Almagro, por el ‘Fino’ Rebollo que era el técnico del baby de Almagro, yo con 7 años jugaba en 10 años, la categoría más chica, fue la primera camiseta que me puse. Da la casualidad que después la primera camiseta profesional que me puse fue la de Rampla, que tiene los mismos colores, rojo y verde. Después mis padres en el 80′ se van a Buenos Aires. Allí vivíamos en Capital Federal, hice primaria en el barrio San Telmo y ahí fue que jugué cuatro años en Independiente, en las divisionales infantiles. Mi gran recuerdo del 84′, cuando Independiente juega la final de la Libertadores y sale campeón a estadio abarrotado de gente, con mi viejo en la tribuna alentando. Nosotros jugamos de preliminar. Un recuerdo inolvidable. Después no me coincidían los horarios de estudio y termino dejando de jugar en Independiente, por estudiar.

“En el año 92′ cuando termino Secundaria retorno a Salto, para empezar a jugar en las inferiores de River. Pasé al plantel de primera y empezar en el 93′ en la ‘B’ a aprontar el retorno a la ‘A’, que termina siendo en el 94′, ganándole la final a Quinta Avenida ’33’ por penales. A ese partido lo termino jugando como zaguero, debido a que la semana antes en una comida me había intoxicado. Pasé mal, estuve internado con suero, pero pude jugar la final, aunque para no hacer ese desgaste acostumbrado de ‘5’ me pasaron a jugar atrás”.


LA FINAL CON ARTIGAS Y EL GOL DEL TÍTULO

 

“Otra de las cosas importantes en mi vida fue haber jugado en la selección de Salto. Con Gustavo Ferraz como técnico en el 94′ cuando se perdió la final con Rivera y en el 95′ fuimos campeones del Litoral después de muchos años sin poder lograrlo, con un terrible grupo de jugadores. Recuerdo el capitán, que Dios lo tenga en la gloria, Martín Cavalheiro”.

“Los campeonatos han cambiado, antes era muy difícil salir campeón del Litoral, ir a jugar de visitante a Artigas o Paysandú, era complicado, porque hacían sentir la presión. Lo lindo del fútbol son las vivencias y las amistades que nos han dejado, que hasta hoy en día nos seguimos hablando entre todos los compañeros. Siempre recordamos la final con Artigas; empatamos allá y definimos como locales. Me tocó hacer aquel gol en el final, que se inicia de un lateral, me la dan a mí, se la doy a Gordillo, él me la devuelve justo entrando al área y saco un tiro cruzado al golero. Muchos dicen para tomarme el pelo ‘le pegaste un puntazo’. Me acuerdo que busqué darle dirección para que el golero no llegara. Fue un grupo humano bien orientado por Ferraz, que logró eso después de todo lo que habíamos sufrido, las dificultades que nos tocó pasar. El haber estado 24 y 31 de diciembre entrenando en el Estadio, con altas temperaturas. Lo lindo de sacrificarse es después encontrar los resultados”.

“Esos dos años jugamos el campeonato del interior, que también hacía mucho no se jugaba y en las dos oportunidades estuvimos muy cerca de lograrlo. Recuerdo el último, en el 95′, que perdimos la final en la hora ante Maldonado con gol de ‘Cubilla’ Hernández. Nos quedamos con las ganas. Es un orgullo representar al departamento. Antes no eran tan comunes las caravanas, y cuando salimos campeones del Litoral televisaron la caravana que fue impresionante. Al otro día lo mirábamos con mi abuela y mi familia, y yo decía ‘increíble que con ese gol mío la alegría que se generó en el departamento’; lo que pasó después de tantos años con ese gol mío”.

 

 

Fuente: diario Cambio