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Ariel Pereira, «sedicioso», y primer empresario de la TV de Rivera

HECHALAMERICA DESDE RIVERA. Entrevista / Eduardo Mérica para Diario Uruguay y VOCACION FM.

 

Lo agarramos instalado, como siempre, en su oficina de Canal 10 de Rivera. A primera vista luce igual. Quizás algo más demacrado, pero igual. Tanto, que uno se sorprende que esté programando esta entrevista. La historia de Ariel Pereira, el primer empresario televisivo del departamento, es de una enorme figura. Por eso nos metimos en la piel del personaje siendo imprescindible hacer algo de historia.. Y nos terminó contando su vida como nunca la contó:

«Yo conocí los pueblos de ratas y de extrema pobreza de Rivera.»

 

«Nosotros cumplimos un acto de sedición contra Luis Batlle Berres, para demostrarle que su poder no era tal.»

«Soy director del Canal 10 de Rivera desde 1968. Si eso me identifica con el poder… pues fue Alberto Heber quien lo hizo, y era 1968… Puedo decir con orgullo que ningún partido, ningún sector ha quedado jamás al margen de participar. El canal estuvo siempre abierto. Nunca nadie me reprochó que le hayamos cerrado las puertas. Estoy más orgulloso todavía de decir que nunca despedí a nadie. Jamás he tenido un incidente, una discusión: cada aniversario del canal vienen aquí todos, los trabajadores, los jubilados, los correligionarios, los opositores, los amigos y hasta los que no lo son…»

«Estoy entre los fundadores de Propuesta Nacional, y fui amigo de don Pedro Chiesa, tanto como lo soy de Alberto Volonté. Cuando la ruptura con «Chiquito» Saravia, nos quedamos con Alberto y fundamos Manos a la Obra. Hay toda una generación de mi edad (Storace, Laffite, Williman, Buschelli, Methol, el gran inspirador…) que coincidimos en aspectos medulares. Un día estuvimos de acuerdo con Gallinal, hombre de respeto, límites y valores, y pasamos a Correntada, donde éramos segundos suplentes de Larrañaga.»

«Le cuento: siendo intendente el coronel Mermot, fuimos a la escuela de Curticeiras a una reunión de tamberos. Un lechero al que conocía yo desde hacía años estaba allí, pero no quería entrar a pesar de mi insistencia. Después me acordé que el hijo, tupamaro, había muerto en un enfrentamiento con los militares. Le comenté mi error a Mermot, que al rato fue y conversó con el hombre. Cuando Mermot se retiró de la Intendencia, ¿sabe quién le entregó una bandeja recordatoria en nombre del Plan Granjero? Aquel lechero. Como verá todo es también cuestión de perspectiva.»