Inicio » INVENCIBLES: Sebastián Scarlatta, Sensei riverense
Destacada Todo Deportes

INVENCIBLES: Sebastián Scarlatta, Sensei riverense

INVENCIBLES/Desde Rivera/ Entrevista/ Eduardo Mérica para Diario Uruguay.

 

Se le puede ver todos los días transitando las calles de Rivera rumbo al entrenamiento, es que Jorge Sebastián Scarlatta Olaizola (41) comenzó a los 12 años un camino que nunca abandonó y lo supo nutrir con la práctica de lo que se llama: kyokushin. Fruto de la constancia y la dedicación, hoy posee una de las graduaciones más altas de karate, y su propia escuela kyokushin de jóvenes campeones. Es un deportista muy destacado y superarse a diario es su lema dentro del Karate. En esta entrevista, no solo repasamos su vida, también nos confiesa por qué se dedica de lleno a este deporte y encontramos la razón muy personal que no es conocida por los riverenses. Con una sinceridad a prueba de todo lo terminamos ubicando al tope de lo que puede llegar a ser la disciplina cuando se mete en la piel de un hombre.

«La transformación inicial fue que yo sentía muchas ganas de venganza. Tenía sed de venganza: de que cuando yo pudiera esas personas me las iban a pagar. Le iba a dar bien feo. ¿No?. Y ese sentimiento estaba ahí…»

«Yo nunca fuí agresivo y eso a veces se mira y atrae a otras personas a abusar de esa personalidad. Entonces, yo en un momento decidí que no quería que me pegaran más y decidí practicar karate para defenderme…»

 

-¿Cuándo comenzó tu camino como karateca?
Empezó en setiembre de 1994, fue el momento en el que yo arranqué a entrenar karate kyokushin y que es la disciplina que yo hago… Después de ahí: entrar a torneos a nivel nacional, que fue toda una preparación de muchos años, hasta que en el 2004, por primera vez de acá de Rivera llega alguien a clasificar y a superar a atletas de todo el país, para poder representarnos en un torneo internacional. Uruguay ya había ido pero por primera vez era un riverense.

 

-¿Y qué te pasó?
-En ese 2004 fue la ida a Brasil donde salí en segundo lugar en San Pablo. Y para mí fue la apertura de la puerta (también en 2008 participó en un Sudamericano y salió campeón) y en el 2009 fuí a San Petersburgo, Rusia.

-¿Tuviste otras salidas al mundo?
-En 2014 fuí a Hungría y después en 2018 fuí a Kazajistán (país de Asia Central y antigua república soviética). Finalmente en 2019 viajé a Japón. Y bueno… más o menos va una sintesís de lo que son los torneos más importantes de mi carrera.

-¿Con apoyo o sin apoyo?
-La verdad que la ida a Rusia fue la más difícil y fue la que yo necesité más apoyos externos. Por ejemplo,
la Intendencia me apoyó realizando un evento y se recaudó ahí para pagarme el pasaje de ida y vuelta.

-¿Cuánto fue el costo de esos pasajes a Rusia?
-Unos dos mil dólares, por ahí…

-Estamos hablando de algo que ocurrió trece años atrás…
-Además de eso tuvimos la posiblidad de comer, porque la Asociación de Free Shops me dieron una mano y
me apoyaron, también lo hizo COMERI.

-¿Y la Federación, te apoyó?
-En aquel momento la Federación no tenía fondos. Después de eso, no solo de mi caso sino de otros casos
anteriores, en mi posición puse un poco de presión «como que tenemos que movernos de otra manera con la organización y dejar de ser la realidad de que cuando vos ganabas un torneo y clasificabas a un evento de nivel internacional lejos, que debería ser una alegría era un martirio». Porque en realidad -muchas veces- entrenabas y no sabías si ibas a ir por la cantidad de dinero que eso costaba.

-¿Y qué hicieron?
-Y llegamos a un acuerdo y toda la organización fue poniendo de a poco dinero. Hoy tenemos un fondo y entonces cuando hay algo internacional de competencia como les pasó a mi alumno Ezequiel Rodríguez y Eugenia Ubal, salieron campeones sudamericanos y se les apoyó echando mano a ese fondo.

-Así que dedicarse a este deporte es caro y los viajes mas costosos que la propia indumentaria.
-Sí. Sí. Comprándote una indumentaria por año, con eso tenés de sobra. Salvo yo que doy clases y necesito más ropa. Son unos 2500 pesos lo que cuesta y mis alumnos pueden comprar uno por año, y les dura la ropa tranquilamente… El otro dinero que podés llegar a abonar es en los exámenes y en los torneos si son en otros departamentos, el pasaje de ida y vuelta. Porque las inscripciones tampoco son muy caras, te cobran unos 200 o 300 pesos. El tema es la movilidad dentro de nuestro país.

-Dentro del karate en Uruguay, no hay nadie que viva de esto.
-Somos pocos. De los pocos que vivimos de esto no vivimos solamente de esto. Porque no es viable. La entrada de dinero no es suficiente. Tiene que haber un trabajo extra que complemente el dinero.

-Los karatecas no tienen la chance de ser contratados por otros equipos de otros países. ¿O sí?
-No. No. Eso no. Porque cada país tiene a su representante y no llaman a ninguno de otro país para pelear por ellos. Lo que si puede pasar que llamen a un competidor que tenga una destacada actuación a través de los años y lo terminen invitando a que concurra a seminarios o algo parecido…

-¿Qué valor tiene ganar un torneo en esta especialidad? ¿Hay dinero?
-No. No. En realidad los premios: es un trofeo, una medalla y poco más. Alguna vez se dio un complemento alimenticio o proteínas. Por lo general solamente el gusto de haber ganado un torneo. No mucho más allá de eso… Siempre a pulmón.

-¿Cuánto se llega a gastar para celebrar un torneo?
-Llegan a ser unos 100 mil pesos uruguayos de gastos. Estamos hablando de 50 categorías y a todos hay que entregarle una medalla y eleva bastante los costos. Nosotros cuando intentamos hacer un torneo cobramos entrada e inscripción, por lo menos queremos recuperar lo que se gastó para poder hacer otro torneo.

-Y no tienen sponsors interesados para este deporte.
-No. Hay que salir a buscarlos. Hay que salir a rampar.

-A nivel local (en Rivera), ¿cuántas personas se dedican a esta especialidad?
-Como para que tengas una idea: entre todos tenemos entre unas 500 o 600 personas aproximadamente. Nosotros a fin de año le tomamos exámenes a unas 100 personas. Digo: para pasaje de grado, cambiar de cinto.

En el Platense Patín Club de Montevideo

-¿Y hay muchas mujeres que se animan en Rivera?
-Aproximadamente y a grandes rasgos es un 20% la población de mujeres.

-¿Cuántos son los centros (doyos) que hoy se practica este deporte?
-Son cinco doyos: tenemos en calle Brasil a media cuadra de la Plaza de Deportes, por Atilio Paiva, cerca de las escaleras; en el club Sarandí Universitario, por Dr. Anollés esquina Brasil y después en el Nacional de básquetbol estoy yo. Y además, en el mes de marzo abrió otro en el club Frontera Rivera Chico.

-¿Ustedes están conformes con la difusión de la prensa sobre este deporte?
-Cuanto más difusión es mejor. No voy a responsabilizar a la prensa. Deberíamos movernos más para difundir más lo que es este deporte.

-¿En qué momento se te da por la docencia?
-En el 2000. En diciembre de 1999 dí examen para cinturón negro y ahí le estuve dando una mano a mi profesor, dando clases junto a él. Y en el 2001 me fuí para Montevideo y allí estuve casi dos años dando clases. Y en 2007 vine para Rivera y me encargué de organizar el kyokushin como presidente.

-¿Cómo fueron tus inicios en Rivera?
-Fueron duros. En aquel momento el que era presidente de kyokushin de Rivera, tras un accidente de tránsito terminó falleciendo. Dejó ese vacío que no se pudo llenar. Y entonces intenté y empecé a trabajar con mucha dedicación, esfuerzo y sacrificio y fuí de a poco levantando lo que fue la organización acá. En aquel momento sólo habían uno o dos doyos nada más. Y había solamente un profesor. Hoy en día tenemos cinco profesores dando clases en cinco lugares diferentes.

-¿Para ser docente tenés que tener el aval de la Federación?
-Tenés que entrenar y tener una graduación. Ese examen va para Japón donde se nos registra en un libro donde se da el aval de que sos cinturón negro y ahi podés dar clases.

-Es bueno saberlo. Porque a veces puede existir alguna academia en negro.
-Claro. Esto justamente es muy difícil que se viole porque en nuestros certificados existe un sello para verificar si es falso o no.

-¿Qué tipo de cuidados tienen los niños en el inicio de este deporte?
-Los niños -por ejemplo- pelean con cascos, con guantillas y canilleras. Entonces, si bien tienen un impacto las posibilidades de que se lastimen son muy pocas. De hecho yo en casi 30 años de participar en torneos y ver categorías de niños, nunca vi un niño lastimarse. Porque la fuerza que ellos tienen con estas protecciones los mantiene seguros. A veces lloran porque se asustan… Pero, lastimarse, ninguno, ninguno.

-¿Hay una edad clave para comenzar a practicar kyokushin?
-Oficialmente: la edad de comienzo es a los 6 años. Donde la psicomotricidad del niño no está 100 % desarrollada pero está en camino adelantada. El niño ya puede prestar mucha más atención. Sin embargo hemos tenido niños de 4 o 5 años, pero depende mucho del niño porque a veces hay niños que se asustan porque nosotros gritamos. Hay que ver cómo es el niño y cómo se desarrolla o si quiere seguir la clase
o estar ahí. A veces se desilusionan porque ven las películas y piensan que es sólo dar patadas entre nosotros así de manera aleatoria. Y no. Porque todo tiene un sistema para que ellos aprendan a golpear de manera correcta para que sean más eficientes y no se lastimen ellos golpeando mal.

-¿Cuántos campeones sacaste ya?
-Diríamos: unos cinco, tal vez… Si podemos repetir torneos ahí aumenta bastante más el número. Diría, unos 15. Hemos ganado sudamericamos y algunas peleas ganadas en mundiales. Y también campeonatos nacionales.

A nivel personal ¿qué títulos importantes ganaste?
-Primer puesto campeón sudamericano (2004 y 2008) en dos ocasiones. Y después en Japón (2019) fue cuando me acerqué y pude estar en el puesto 64 entre los mejores del mundo.

-¿Y tu niñez cómo la viviste?
-Nací en Montevideo. Yo llegué a Rivera con 5 años. Después me crié acá. Tengo un hermano. Hice la escuela y el liceo todo en Rivera- Después me fuí en 2001 a Montevideo a hacer la Facutad y regresé a Rivera en 2007.

-¿Y por qué se te dio por hacer kyokushin, habiendo tantos deportes?
-En realidad fue una respuesta a una necesidad. Yo nunca fuí agresivo y eso a veces se mira y atrae a otras personas a abusar de esa personalidad. Entonces yo en un momento decidí que no quería que me pegaran más y decidí practicar karate para defenderme…

-Mirá vos… Lo que me estás contando: ¿sufriste bullying?
-Sí. Sí. Exacto. Por la escuela y en el liceo, hasta que yo dije: «No va más. Voy a tratar de defenderme». Y bueno… me trajo hasta acá.

-Contame esta historia de dolor, porque me estás dando un mensaje que no lo esperaba…
-No es un tema de dolor. O sea, en el momento duele -por supuesto- que te peguen. Sentís impotencia, sentís miedo. Miedo del dolor y miedo de lo que te pueda pasar. No sabés si te van a pegar o qué… Lo que te va a doler te duele porque te pegaron y no podés reaccionar, porque tu cuerpo no reacciona por el miedo.

-¿Eras muy debilucho? Porque ahora sos un Atlas…
-No. Siempre fuí grande y pacífico. No soy de meterme con la gente y nada de eso. Siempre fuí muy tranquilo…

-Si lo sé. Porque te conozco. Doy fe de lo que dices.
-Entonces un día dije: «Con lo que yo no puedo seguir y aceptar, es tener miedo». Era lo que más me molestaba. El sentir miedo de que me pegaran hoy… ¿Será que me van a pegar mañana o después de mañana? ¿Cuándo me va a tocar de vuelta? Eso era lo que yo no quería sentir más. Esa inseguridad: otra vez me a va pasar y no voy a poder a hacer nada.

-¿Y cómo lo superaste?
-Entonces me pregunté: ¿Vas a hacer algo al respecto o vas a escapar? Escapar, no podés escapar. Porque un día te alcanza. Es así. Y le conté a mis padres que yo quería hacer karate para poder defenderme y ellos aceptaron.

-¿Le explicaste el motivo a tus padres?
-No. Nunca les expliqué. Porque no quería preocuparlos…

-Y llegó el día que el karate te transformó. ¿Verdad?
-La transformación inicial fue que yo sentía muchas ganas de venganza. Tenía sed de venganza: de que cuando yo pudiera esas personas me las iban a pagar. Le iba a dar bien feo. ¿No?. Y ese sentimiento estaba ahí… Pero después con el tiempo y con los años de entrenamiento eso se fue diluyendo y tá pasó a la nada.

-¿Qué comprendiste al final?
-De que las cosas que me pasaron me trajeron al lugar donde estoy hoy. Y hace parte del camino…