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Cómo fue el nacimiento del fútbol en España

EL NACIMIENTO DEL FÚTBOL EN ESPAÑA: ¿CÓMO SE ENTRENABA Y CÓMO SE JUGABA?
1ª PARTE (1899-1920) 1
Carlos Pérez-Martínez2
Xavier Torrebadella-Flix3

Resumen: El fútbol es un gran fenómeno de masas a nivel mundial, un deporte que está en boca de todos día tras día, pero como todo, tuvo un comienzo. Con este artículo acercaremos al lector a los orígenes del fútbol en España desde su llegada a finales del siglo XIX, hasta 1920, año en el que la Selección española participó por primera vez en unos Juegos Olímpicos.

El objetivo de este estudio es esclarecer cómo se jugaba y cómo se entrenaba antiguamente en este deporte. Aspectos tácticos, aspectos técnicos o aspectos físicos del fútbol, son los que engloban este artículo. Para ello, se han consultado periódicos deportivos de la época en la hemeroteca nacional, artículos, libros especializados y revistas. La presente aportación, aparte de informar de cómo era el fútbol en el pasado, pretende iniciar un inédito análisis histórico de índole constructivista en torno a la evolución del juego en España.

Desde hace varias décadas, el fútbol es considerado en muchos países como el “deporte rey”, es el espectáculo deportivo más seguido del mundo. La lógica en la forma de juego, las habilidades de sus figuras, las pasiones que levanta, la información mediática que genera, las luchas simbólicas que encarna, el negocio que representa, los puestos de trabajo que genera, entre otros factores, conlleva que sea mucho más que un deporte; para unos es una religión y, para otros, el símbolo más draconiano del sistema capitalista. Pero ¿cómo empezó todo? El fútbol fue el primer deporte moderno de equipo que se practicó en España, de esto hace ya más un siglo. Sus recuerdos están hoy sumergidos en una aureola romántica de aquellos primeros años y de aquel primitivo juego.

La importancia que se concede al entrenamiento deportivo es la clave de los rápidos progresos alcanzados en el rendimiento de muchos deportes. Sin duda alguna, el fútbol es uno de estos deportes. Los diferentes medios de preparación física, técnica, táctica y psicológica son la base de las prestaciones y exigencias para la optimización máxima del rendimiento, en este caso de un deporte de equipo. Hasta no hace mucho, la preparación del fútbol tenía como fundamentos los métodos empíricos, en cambio, en el presente, la ciencia y la tecnología se combinan y ofrecen modelos y enfoques tecnológicos y bioenergéticos que conceden una alta prestación física y técnica. Podemos preguntarnos seguidamente ¿cómo empezó el
entrenamiento del fútbol en España? En esta pregunta yace el móvil del presente artículo.

El objeto de este estudio trata sobre la evolución de la manera de jugar y entrenarse al fútbol desde su llegada a España. Con ello se pretende contribuir a un análisis histórico y constructivista en torno a la evolución del juego en España. Tomamos como partida la fecha simbólica del año 1899. A nuestro juicio esta fecha es la que marca el punto de partida en el fútbol español, y tiene como protagonista el impulso del deporte barcelonés (TORREBADELLA-FLIX, OLIVERA-BETRÁN y M-BOU, 2017). En esta ciudad se materializó la auténtica carta de naturaleza del fútbol en España (TORREBADELLA, 2012). A partir de esta fecha seguimos su desarrollo hasta llegar a 1920, año en el que debutó la Selección española de fútbol en unos
Juegos Olímpicos. De todos modos, advertimos que este estudio quedará abierto para considerar en una segunda parte la continuidad en los años veinte y treinta del siglo pasado. La comprensión histórico constructivista del juego en estas dos épocas, permitirá disponer de una primera aproximación de la evolución del juego en el fútbol practicado en España y la consecuente susceptibilidad de fijar paralelismos y diferencias entre las formas de jugar en el pasado y las del presente.

La metodología adoptada se ha emplazado en el método histórico (ARÓSTEGUI, 2001), consistente en la localización de fuentes documentales primarias (heurística), para establecer un corpus fundamental de textos en relación con el objeto de estudio.

La revisión documental se ha sometido a la síntesis y a la crítica –interna y externa– de las fuentes (HOWELL y PREVENIER, 2001). La búsqueda ha partido de la revisión de la bibliografía especializada del momento histórico, considerando fundamentalmente los estudios de TORREBADELLA-FLIX y NOMDEDEU-RULL (2014, 2015). Los libros seleccionados para el análisis son, principalmente, los manuales técnicos publicados de la época (BARBA, 1912; ELIAS, 1914; GIBERT, 1918; GRAHAM, 1913; TUNMER y FRAYSSE, 1910; WEBER, 1909).

También se ha procedido al vaciado de noticias y textos de la hemeroteca digital histórica: artículos de revistas deportivas de la época. Las búsquedas se han realizado a través de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, del Arxiu de Revistes Catalanes Antigues (ARCA), además de la hemeroteca de El Mundo Deportivo. Entre la prensa deportiva utilizada destacamos Gran Vida (1903- 1936), Stadium (1911-1930), Heraldo Deportivo (1915-1935), Madrid-Sport (1916-1924) y El Mundo Deportivo (1906-1936).

Una primera fase se ha centrado en elaborar el marco contextualizado del fútbol entre 1899 y 1920. Para ello hemos tratado estudios que destacan significativos enfoques históricos y sociales (CASTRO, 2012; POLO, 1993; PÉREZ-MARTÍNEZ y TORREBADELLA-FLIX, 2017; PUJADAS, 2011; PUJADAS y SANTACAMA, 2001; Rivero, 2005; SIMÓN, 2015; TORREBADELLA, 2012, 2017; TORREBADELLA-FLIX y NOMDEDEU-RULL,
2013, 2014, 2015; TORREBADELLA-FLIX y VICENTE-PEDRAZ, 2017; TURUZETA 2012).

La relación texto-contexto ha definido el análisis interpretativo (hermenéutico). Esta segunda fase viene definida a través de un enfoque constructivista centrado en el análisis cronológico de los cambios derivados
de la comprensión del juego y del entrenamiento del fútbol, tanto en el aspecto físico, técnico y táctico. De aquí se ha elaborado una clasificación y organización de los textos para el posterior análisis de contenido (BARDIN, 1986).

El estudio se divide en tres partes. Primero abordamos un marco teórico contextualizado de la época, en el que prevalece el ambiente futbolístico, pero también los aspectos sociales. De este modo ubicamos al lector en el conocimiento histórico del fútbol en la España de las dos primeras décadas del siglo XX.

Posteriormente, nos ocupamos de interpretar a los autores y a los métodos que consideramos más significativos en cuanto al análisis del modo de juego y a los entrenamientos referidos (metodologías, tipos de preparación, ejercicios utilizados, etc.). Dividimos este apartado en dos períodos: el primero (entre 1899 y 1910) se caracteriza por el desarrollo de una primera fase de aclimatación al juego y el segundo periodo (entre 1911 y 1920) se distingue por un desarrollo de creación técnico-táctica y la configuración de las llamadas escuelas del fútbol español. Finalmente añadimos un apartado en el que a modo de conclusión se reflexiona sobre el estudio presentado.

 

Fútbol y contexto social en la España de la Restauración
Podemos consensuar que el fútbol llegó a España en el período de la Restauración Borbónica y al amparo de la distinguida colonia anglosajona que utilizó el deporte como un elemento de reafirmación cultural de sus costumbres. En deportes como el foot-ball, el lawn-tennis y el cricket existía la representación de una simbología de colonización que, socialmente, inoculaba el Imperio Británico en el mundo, haciendo gala de sus conductas saludables y civilizadas (TORREBADELLA-FLIX y OLIVERA-BETRÁN, 2013; TORREBADELLA-FLIX, OLIVERA-BETRÁN y M-BOU, 2015). Al mismo tiempo, el fútbol también llegó de la mano de los jóvenes de clases acomodadas que habían terminado sus estudios en el extranjero (Rico, 1930). Esto sucedía en
los núcleos urbanos y más industrializados del país, con preferencia en las zonas portuarias del Norte y Sur de España (TORREBADELLA y ARRECHEA, 2019).

A partir de la última década del siglo XIX, los partidos entre diferentes equipos y poblaciones fueron realizándose eventualmente (Huelva, Sevilla, Bilbao, Barcelona, Madrid, Vigo, La Coruña). Entonces el fútbol era jugado a modo de ensayo deportivo entre los aficionados ingleses y algunos representantes nacionales invitados. Esto coincidía en una coyuntura política de crisis ante las pérdidas coloniales de Puerto Rico, Filipinas y Cuba (TORREBADELLA-FLIX, OLIVERA-BETRÁN y M-BOU, 2017).

En este período se constituyeron los primeros clubs de fútbol, pero como ya hemos señalado, el punto de arranque más significativo se ubicó en Barcelona, ciudad que lideraba proyectos de un asociacionismo deportivo, moderno y europeizado (TORREBADELLA, 2012). La pujante burguesía barcelonesa apreció rápidamente el fútbol como saludable expansión recreativa y viril para coadyuvar a la formación del carácter de los jóvenes. El fútbol aparecía pues como una diversión burguesa y clasista, que se distanciaba de las corruptas costumbres en las que se abonaban la mayoría de los jóvenes (ARTELLS, 1972).

A finales del siglo XIX, en algunos de los libros de texto de gimnástica para los alumnos de segunda enseñanza ya aparecían descripciones del juego balompédico (LÓPEZ, 1894; PEDREGAL, 1895). La incorporación del juego venía prescrita por la indicación normativa de Eduardo Vincenti, Director General de Instrucción Pública, y próximo a la Institución Libre de Enseñanza, que ya había incorporado el juego hacia la década de los ochenta (LÓPEZ SERRA, 1998). Por tanto, antes de que llegase el siglo XX, la susceptibilidad
del juego en los ámbitos escolares ya fuese como recreación o como práctica gimnástica, fue utilizada en algunos centros de segunda enseñanza. Entre estos primeros centros debemos mencionar los Institutos de Barcelona, Madrid, Sevilla, Badajoz, y seguramente algunos otros más.

De igual modo, algunos colegios internados más elitistas y pertenecientes a las órdenes católicas no tuvieron reparos en dejar que el fútbol formara parte de los momentos de asueto del alumnado (TORREBADELLA-FLIX y VICENTE-PEDRAZ, 2017). Estos alumnos rápidamente se acomodaron en terrenos apropiados para practicar el juego, especialmente en la tarde de los domingos. En ocasiones, la dirección del juego estaba animada por algún profesor motivado, apóstol de la educación física, representantes de la colonia extranjera o por jóvenes que ya habían conocido el juego en sus estudios en Inglaterra. Los balones eran importados de Inglaterra, eran muy caros y solamente estaban al alcance de las familias adineradas. En los colegios, el profesor era el guardián del apreciado balón.

A partir de estos primeros aficionados, atrapados por el entusiasmo de vivenciar un ardiente juego de colaboración-oposición, se iba extendiendo el fútbol entre la juventud como recreación placentera de los domingos. Al mismo tiempo, y con la colaboración de otros círculos sociales, más aristocráticos, se fueron también constituyendo los primeros clubs o asociaciones de fútbol.

El punto de inflexión definitivo llegó a finales de 1899 de la iniciativa Hans Gamper y el apoyo del Gimnasio Solé y de Narciso Masferrer, entonces director de la revista Los Deportes; nacía así el Futbol Club Barcelona.

El fútbol surgía empujado por los anhelos regeneracionistas surgidos de la crisis de 1898 (TORREBADELLA Y ARRECHEA, 2019). Se trataba del primer juego deportivo moderno de colaboración-oposición entre bandos cuyo objetivo era disputarse un balón para introducirlo en campo contrario. La lógica interna
del juego era muy sencilla. El fútbol como deporte se enmarcaba en el espíritu regeneracionista que la aristocrática Institución Libre de Enseñanza trataba trasladar a sus círculos educativos (LÓPEZ SERRA, 1998). El jugador de fútbol era el “hombre nuevo”, viril, culto, civilizado y moderno. Jugar al fútbol
entraba en la narrativa regeneracionista que miraba hacia Europa (TORREBADELLA, 2014; TORREBADELLA-FLIX, OLIVERA-BETRÁN y MBOU, 2017).

Barcelona era una ciudad cosmopolita, la más industrializada y poblada de España que se veía inmersa en un acelerado proceso de transformación urbanística y cultural. Sin embargo, también concentraba conflictos latentes surgidos del ámbito político y social (BRENAN, 1962). Las reivindicaciones de autogobierno del catalanismo político, las virulentas revueltas del movimiento obrero se solapaban también a los problemas higiénicos y pedagógicos ante las importantes tasas de analfabetismo y de mortalidad infantil (CAÑELLAS y TORAN, 1982; MARTÍNEZ VARGAS, 1918).

En las clases burguesas existía el mito de la degeneración, una expresión que conllevaba miedos en un imaginario colectivo ante las corrupciones que podían venir de la clase obrera (BEMBO, 1912). El
debilitamiento físico de las clases subalternas y sus modos de vida insalubres llamaban la atención de los cuerpos sanitarios y de asociaciones de beneficencia, preocupadas en erradicar un problema que podía afectar a la productividad burguesa. La tuberculosis era una constante preocupación y producía una de las causas de mortalidad más elevadas. En este escenario, surgen propuestas de escolarización y de protección a la infancia (colegios sanatorios, colonias escolares, cantinas) (GALERA, 2015). Las elevadas tasas de jóvenes declarados inútiles para el servicio militar –por enfermos, por no proporcionar ni la talla ni el peso exigidos o por minusvalías– (MARTÍNEZ VARGAS, 1918), ponían en crisis al reclutamiento militar en un momento de conflictos en el Riff (la larga guerra de Marruecos, 1909-1927). El servicio militar del ejército español tenía la mortalidad más elevada de Europa (TORREBADELLA-FLIX y OLIVERA-BETRÁN, 2016). Estas condiciones sociales son permanentes a lo largo de todo de todo el período y tienen sus puntos álgidos en los descontentos populares que se maternizaron en los procesos revolucionarios de 1917 y 1919.

A partir de los primeros campeonatos organizados (Copa Macaya en Barcelona y Copa de la Coronación en Madrid), el fútbol empezó a organizarse con la constitución de las primeras asociaciones regionales (Catalana, Vizcaína y Castellana), en donde en cada una de ellas se jugaba un campeonato y el vencedor disputaba el Campeonato nacional. El primer campeonato de España (Copa del Rey) se disputó los días 6, 7 y 8 de abril de 1903, entre los equipos Club Español de Foot-ball (Barcelona), Madrid FC y Athletic de Club Bilbao, saliendo ganador este último.

En 1904 se aprobó la Ley del descanso dominical, lo cual permitió que los aficionados pudiesen dedicar este día para practicar fútbol y otros deportes o bien asistir a presenciar el partido semanal [Figura 1].

Aunque autores como Soto (1930) y Valserra (1944) citen 1905 como fecha de la constitución de la Federación Española de Clubs de Foot-ball, esto no es así. Existía un acuerdo entre las tres federaciones regionales para la realización del Campeonato Nacional, pero las desavenencias entre equipos y
federaciones regionales no posibilitaron una unión federativa. Esto provocó que los equipos catalanes, campeones de la competición regional, no participaran en las caóticas ediciones de los Campeonatos de España que se celebraban en Madrid (entre 1904 y 1908). Años más tarde, y después de algunos intentos en 1907, desde el FC Barcelona se proyectó constituir una Federación Española de Clubs de Foot-ball, que también asumía el desarrollo de todos los deportes atléticos (MENSA, 1909a). Se pude decir que la primera
unión federativa del fútbol español nació en 1909 al constituirse una primera Federación Española de Clubs de Foot-ball (MENSA, 1909b; RUÍZ-FERRY, 1910), pero también fracasó en su intento de hermanar el fútbol nacional.

Después de varios organismos asociativos y de una duplicidad de los Campeonatos de España, en 1913 se llegó a un acuerdo definitivo para la constitución de la Real Federación Española de Clubs de Foot-ball (RIBES, 1928). En 1914 se disputó la primera Copa del Rey organizada por la Real Federación Española de Foot-ball. Entonces ya surgieron los primeros problemas entre clubes por las cuestiones del llamado “profesionalismo”. Las disputas entre los equipos por fichar a los mejores jugadores estaban a la orden del día. Pronto germinó el fútbol profesional, es decir, aquel cuyos equipos comenzaban a fichar jugadores a cambio de alguna recompensa; no obstante, la mayoría de los jugadores no podían vivir exclusivamente del
fútbol, por lo que tenían que trabajar.

Superada la primera década del siglo XX, se disputan los campeonatos regionales y también se acuerdan rivalizados partidos entre las distintas selecciones regionales. Aquí ya se evidencian las diferencias entre los estilos de juego de cada región. A iniciativa de la Real Federación Española de Fútbol, entre 1914 y 1918 se organiza el Trofeo Príncipe de Asturias, campeonato interregional, que se disputaba en Madrid.

Hay que destacar también que el 14 de agosto de 1912 en Sabadell se disputó el primer partido con luz artificial de España.

Otro aspecto a destacar es la rápida adaptación del juego al carácter de los españoles. Como reacción a ello, aparece una campaña orquestada por Mariano de Cavia que invita a la españolización del juego; una iniciativa que se aviene a los discursos regeneracionistas del momento y tratando de popularizar el calco lingüístico “balompié” (CASTRO, 2012; POLO, 1993; RIVERO, 2005; TORREBADELLA Y NOMDEDEU, 2013).

En esta época, el fútbol ya era una práctica asidua de los mejores colegios de España, los de las congregaciones religiosas. La base del fútbol crecía y existía un fútbol infantil que se rendía a la cultura física (TORREBADELLA-FLIX y NOMDEDEU-RULL, 2015, TURUZETA, 2012).

Marcelo Sanz Romo consideraba al fútbol dentro del grupo de los deportes enérgicos y de tipo atlético y, por tanto, un ejercicio varonil (Sanz, 1915). No proscribía el fútbol a los jóvenes, si éstos lo complementaban con otros ejercicios en los que actuarían las extremidades superiores.

No obstante, la mayoría de la juventud española estaba exenta del juego futbolístico y de cualquier otra práctica deportiva o de educación física. Una amplia y empobrecida población rural y una importante concentración obrera en las ciudades malvivían en unas condiciones muy rudimentarias y en hogares poco salubres. La clase obrera veía el fútbol como una cosa distante y clasista (TORREBADELLA, 2017). Las familias apenas podían vivir con los jornales del cabeza de familia, por lo que el trabajo infantil era una práctica habitual. Finalizada la Primera Guerra Mundial (PGM), en España las cosas empezaron a cambiar más deprisa.

Un momento clave para la historia social fue la conocida Huelga de la Canadiense, iniciada en Barcelona el 5 de febrero de 1919. La huelga, que duró 44 días fue crucial para el movimiento obrero. Se lograron mejoras salariales y el establecimiento por Decreto de la jornada laboral a ocho horas (GONZÁLEZ CALLEJA, 1999). Con estos cambios en las mejoras de las posibilidades de las clases medias y obreras, el deporte daba un gran salto cualitativo (SIMÓN, 2015). No solamente mejoraba el acceso a una mayor
masa de jóvenes, sino que además se incrementaba el número de asociaciones deportivas. Es evidente que el fútbol fue el mayor beneficiario de estos cambios. Los jóvenes que deseaban practicar deporte tenían la posibilidad de disponer del tiempo libre para realizarlo, mejorando así su salud y condición física.

Ante una rápida y creciente constitución de clubes, se echan en falta árbitros con la debida formación. La violencia del fútbol va a significar uno de los problemas más preocupantes de las federaciones provinciales y regionales.

El primer colegio de árbitros es el catalán constituido en 1915 (PERÍS, 1928).

No todos los árbitros, como tampoco los jugadores y menos todavía el público, conocen el reglamento, aspecto que provoca discusiones en el juego que terminan con las populares tanganas y la intervención de una impotente Guardia Civil que frecuentemente tiene que sofocar las agresiones del público.

Es un fútbol de pasión y de juego rudimentario, que es calificado de “troglodita” y que va a ser una característica del juego durante varias décadas (ROMEU, 1985). En la revista Foot-ball se pueden apreciar numerosas cartas llamando a la pacificación del juego y a erradicar las “verdaderas batallas campales” (Deportes, 1918, p. 3). El juego sucio y duro se imponía en muchos de los equipos. Las zancadillas, patadas, puñetazos y codazos era la característica del típico “futbolero deportista” (SÁNCHEZ TENA, 1918, p. 3).

Asimismo se trasmiten constantemente artículos instructivos sobre el reglamento con el fin de aleccionar a los jugadores y a la afición (RUÉ, 1918).

Otro punto conflictivo se manifiesta en la aparición de un incipiente profesionalismo en los primeros equipos del país, como consecuencia de la progresiva acumulación y popularización del público en los estadios, que cada vez se expresa con más fogosidad. Ahora bien, entre 1918 y 1919 se desata una gradual expansión comercial del fútbol, antesala de la que se iba a protagonizar en los próximos años. Este ascenso vino reforzado por una coyuntura internacional favorable al fútbol que después de la PGM se alzaba como el primer deporte entre las naciones-estado de Europa (TORREBADELLA, 2016; TORREBADELLA-FLIX y OLIVERA-BETRÁN, 2016).

La contingencia del momento hizo que España participase, de forma oficial, por primera vez en unos JJOO, los de Amberes de 1920, con el éxito de la inesperada segunda plaza de la Selección Nacional de Fútbol. Fue a partir de entonces que el fútbol español entró en la dinámica deportiva europea que caracterizó el periodo entreguerras y evolucionó rápidamente hacia la comercialización y el espectáculo de masas (PUJADAS y SANTACANA, 2001; URÍA, 2008; SIMÓN, 2015).