-Todos saben que los tangos reflejan circunstancias de la época en que fueron compuestos. De ese modo se han convertido en una pintura a veces pueril o prosaica, que ha llegado a rozar el ridículo pero, paradojas de su esencia, también a convertirse en obras de arte de la música popular.
de lo mejor de la historia del tango y a la que el tiempo no ha dañado.
Contó Piana en sus “Memorias”:
-Una mañana apareció Cátulo con una música que había escrito. Y me dice: “Vichalo a ver si te gusta. Es sólo la primera parte. Si querés, le hacés la segunda”. Me gustó y en dos días lo completé. Y se lo llevé al padre de Cátulo para que le pusiera letra.
-Me volví loco para ponerle versos, sobre todo a la primera parte, la que hizo mi hijo. Era rara, tenía muchos agudos y el sentido rítmico de la melodía parecía trastocado.
del barco italiano./ Con su luz mortecina un farol/ en la sombra parpadea,/ y en un zaguán/ está un galán/ hablando con su amor.
acordeón;/ y cruza el cielo un aullido/ de algún perro vagabundo,/ y un reo meditabundo/ va silbando una canción… (aquí aparece el primer silbido del cantor, siguiendo la melodía) …Un quejido y un grito mortal,/ y brillando entre las sombra,/ el relumbrón/ con que un facón/ da su tajo fatal (…) Y al son que el fueye rezonga/ y en el eco se prolonga,/ el alma de la milonga/ va cantando su emoción… (y el tema culmina con otro silbido igual).
dedicó un poema:
de camisa de seda y de seno tatuado.
espalda, en distintas fechas, y sus asesinos nunca fueron identificados.
Aunque ahora parezca increíble, todos los ilustres del tango que he mencionado tuvieron alguna relación con Barceló y con Ruggiero.
Y aparece, como un milagro, desde el fondo de tamaño ambiente, la parte innovadora de Silbando.
El porteño, en ese tiempo, acostumbraba silbar. Pero el silbido, en los dominios de Barceló y sobre todo en el Dock, se convirtió en una especie de mensaje o contraseña. Curiosamente, en la partitura del tango, recién registrado, ese silbido que brota siguiendo la melodía dos veces, no figuraba. Lo impuso Gardel, se dice que por sugerencia de Ruggiero, un gran silbador, cuando lo grabó en 1925.