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Cultura

El quilombo del negro Adalberto (Un quilombo en la Cuaró)

COSAS DE LA CUARÓ/ Desde Rivera Roberto Beto Araújo para Diario Uruguay.

De que existió no hay dudas…
De que tuvo origen en una isla del Rio Yí allá por principios del 1800, fundado por negros cimarrones que fugaban del cautiverio de la amurallada Montevideo tampoco, refugio éste que fue descubierto y atacado a principio de 1803 por Manuel Benavídez (hermano de Venancio, el del Grito de Asencio), es verdad constatada; que diezmado el Quilombo se reorganizó en la rinconada entre los arroyos Cuaró Chico y Cuaró Grande, también tiene documentación que lo avale, y si vamos al caso, la nota remitida por el todo poderoso David Canabarro al Duque de Caxias en 1857, donde le advertía del peligro que significaba la formación de un refugio de Negros alzados provenientes del disuelto Quilombo del Arroyo Cuaró, bien frente a la Población de Santa Ana Do Livramento, del lado Oriental, dan sustento documental a la idea de que fue precisamente acá, donde hoy se enclava el Barrio de mis amores, donde germinó la semilla de la libertad del cautivo traicionado en Porongos.

 

 

La versión de que allí se refugiaban los legendarios centauros farroupilhas, se sustenta en la referida misiva de Canabarro a Caxias, donde expresa textualmente, que “a mais de fujoes requeridos pelos tribunais do imperio desta e outras porvincias próximas , ao amparo e cobertura de un cerro que se irgue en frente a vilha de Santa Ana Do Livramento, num vale serril circundado por bañados, encravase umha toldería, a modo de aldeia, onde ao amparo da falta de lei, e com complacencia ou desidia das autoridades do Estado Oriental, liderados pelo Negro Adalberto, disidente Farrapo no grado de Capitao, requerido desde o acordó de Poncho Verde, quein asilouse com sua comparsa, primeiro no Quilombo do Rio Cuaró, e mais recentemente na frontera mesma do Imperio, inspirando a outros forajidos a emprender a fuga, com o consabido prejuicio de seus propietarios e amos”.

 

poco se sabe del destino de los primogénitos pobladores de nuestro barrio, salvo que Adalberto murió en Arroyito, tres veces lanceado por un teniente del Imperio, lo demás se pierde en el polvoriento llano de la leyenda…

 

Es dable entender que la referida cita es extraída de los apuntes del archivo del Historiador Ricardo Marletti, quien por cierto no era ducho en el portugués palaciego que caracteriza la escritura del controvertido General del Imperio, por lo que es dable encontrar varios errores de redacción, que no cabe más que atribuir a la transcripción del documento, pero donde deja en claro la existencia de ese refugio de negros libertos y huídos (fujoes como los llama), precisamente en la falda noroeste del hoy Cerro del Marco.

Siguiendo con lo expresado por Marletti en sus apuntes, en la misma carta, David Canabarro solicitaba que el Imperio que a través de su legación diplomática planteara oficialmente la queja ante las autoridades del Estado Oriental, pero es dable concluir que las relaciones por aquel entonces no eran lo suficientemente amigables para que de haber existido la queja, hubiese prosperado de alguna forma, y según expresa el historiador cuando finalizado el sitio de Paysandú, con el consabido baño de sangre subsiguiente, el General Mena Barreto solicitó autorización al Conde de Eu, para direccionar una división para reprimir a los revoltosos que se encontraban acampados en el “Refugio del Negro Adalberto”, bien frente a la «Villa de Santana do Livramento”, pero dado a la urgencia que imponía la movilización de fuerzas para defender de la invasión de Paraguay en Uruguayana, cualquier intento quedó frustrado.

Lo cierto es que según la versión del referido historiador, los prófugos acantonados en el Quilombo del Negro Adalberto, conformaron una propia división que fueron a combatir en Paraguay sumándose a las Fuerzas del Mariscal Lopez; poco se sabe del destino de los primogénitos pobladores de nuestro barrio, salvo que Adalberto murió en Arroyito, tres veces lanceado por un teniente del Imperio, lo demás se pierde en el polvoriento llano de la leyenda, solo quedando las ocres referencias tangenciales que aluden a la existencia de ese quilombo que existió, y quizás dio sustento a un modo libertario de ser y existir que hoy hace de la idiosincrasia misma de quien vive en la Cuaró.