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Antonio Pippo Cultura

Morocha, ojos celestes

EL PALENQUE DE ANTONIO PIPPO EN DIARIO URUGUAY.

Tenía cuatro años. Una mañana, la madre, muy católica, la llevó a misa. En un momento, al iniciarse un canto litúrgico, la niña, con nítida voz, entonó: -¡Pato, te peinás a la gomina…!, hasta que su madre le tapó la boca con la mano.

Nelly María Hunter Falero –Montevideo, 8 de noviembre de 1925 – Buenos Aires, 1º de enero de 2012- rememoró varias veces esta anécdota. Así explicaba su precocidad como artista: -En mi casa se escuchaba mucho la radio y yo, a esa edad, ya memorizaba las letras de tango que más me gustaban.

Morocha, de ojos celestes, llegó a ser una de las mejores cantantes del Río de la Plata; tuvo una impostación natural, una voz cristalina y un fraseo suave y expresivo. Desde pequeña le gustó cantar y el éxito comenzó cuando, adolescente, y por iniciativa del padre de una compañera de colegio, en el Cerrito de la Victoria, se presentó a un concurso organizado por los hermanos Dante, conocidos promotores de nuevos valores en la época. Lo ganó. El premio fue un ciclo de actuaciones radiales. Poco después, en 1942, fue primer premio de otro concurso, en CX 36 Centenario, haciéndose acreedora a un contrato por tres meses.

Ya se la conocía como Nina Miranda-A los trece años había visto con mamá la película “Puerta Cerrada”, con Libertad Lamarque y Agustín Irusta. Yo amaba a Libertad, y su nombre en ese filme era, precisamente, Nina Miranda. Lo adopté enseguida.

A partir de sus primeros éxitos radiales, Nina cantó con la orquesta de señoritas “Las Golondrinas”, dirigida por Teresa Añón, con la que hizo una gira por Brasil y luego una presentación especial en San Pablo; de regreso a Montevideo se presentó en el Café Palace, en la planta baja del Palacio Salvo, y poco más tarde pasó por las orquestas de Francisco Reinares, Emilio Pellejero y Roberto Lunatti. Sin embargo, su primer disco lo grabó con la agrupación de Juan Cao, en la que llegó a cantar a dúo con Alberto Bianchi. Corriendo 1948 hizo una resonante temporada con Pellejero en el Hotel Rambla, compartiendo cartel nada menos que con Eduardo Adrián. Al año siguiente Juan Esteban Martínez, “Pirincho”, la encontró casualmente en los estudios Sondor y le propuso grabar el tango Maula, que se convertiría en uno de sus “caballitos de batalla”: ensayaron apenas cuarenta minutos y, no obstante, el resultado fue espectacular. A raíz de esa grabación Donato Racciatti la convocó para presentarse en el sainete Tu casa fue un conventillo, en el teatro 18 de Julio: cantó MaulaDe tardecita y estrenó Tu corazón, otro de sus grandes éxitos. Siguió cantando con Racciatti –tal vez su mejor momento- y llegó a grabar a dúo con Roberto Lister el tango Mano a mano, de Celedonio Flores, con un añadido a la letra, creado por Humberto Correa, en el cual la mujer “contesta” los argumentos machistas del hombre de la poesía original. Por un error, sostenido hasta hoy pese a las aclaraciones, en la etiqueta de los discos figuran como cantantes Carlos Roldán y Olga del Grossi. Con Roldán, en cambio, grabó a dúo Los dos grandes, un casi olvidado tema en homenaje a Peñarol y Nacional.

 

Nina Miranda se radicó en Buenos Aires, en Floresta Norte, en 1955: actuó con Lucio Demare en radio Belgrano y grabó para Odeón con un grupo de músicos dirigidos por Graciano Gómez. Nunca olvidó a Montevideo y, de tanto en tanto, volvió a su sitio natal donde cantó con el sexteto de Oldimar Cáceres, la orquesta de Héctor Norton y la suya propia, bajo la dirección de Alberto Córdoba.

Se casó el 11 de octubre de 1957 –“muy enamorada”- y a pedido de su esposo, a quien no le gustaba la vida nocturna y le aseguró “que no iba a faltarle nada”, abandonó las actuaciones: había grabado sesenta y tres placas, veintiocho de ellas con Racciatti, treinta con Gómez y Córdoba, cinco con Cao y una con Esteban Martínez. Compuso, además, los tangos Canción para mi amor (con letra de Abel Aznar) y No hagas caso de la gente (con música de Néstor D’Alessandro), dedicado a su marido.

 

Volvió recién en 2008, con más de ochenta años, junto a María de la Fuente, Elsa Rivas y la Orquesta de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto”, para presentar el espectáculo El regreso de las cancionistas y hacer presentaciones televisivas. De éstas se recuerda especialmente una, conducida por Silvio Soldán, en el Canal Cable 26 de Buenos Aires.

Murió a los ochenta y seis años, en la capital argentina. En uno de sus últimos reportajes recordó: -Nunca estudié canto. Soy una autodidacta y creo que no me fue tan mal.