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PLAN 2030

El héroe aviador mercedario, Julio Gil Méndez, combatiente en la Segunda Guerra Mundial

Por Alfredo Saez. 
JULIO GIL MÉNDEZ: A 75 años de la caída de la Alemania nazi, la evocación de un héroe mercedario que ofreció su calidad de aviador en la gesta.
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En este mes de mayo de 2022, se cumplen 75 años de la caída de la Alemania nazi cuando, por el poniente y el occidente de las fronteras germanas, penetraron respectivamente los rusos y los estadunidenses con sus aliados.

No llegó a durar 12 años el Imperio de los mil años, según muy fallido vaticinio de Adolf Hitler, Führer  de los vencidos. Entre los combatientes en la denominada II Guerra Mundial, y bajo la bandera de la Francia Libre del Gral. De Gaulle, se encontraba un joven aviador mercedario, Julio Gil Méndez, que se enroló voluntariamente para estar bajo las órdenes del Gral. Leclerc.

Participó en numerosos combates donde el fuego venía del propio espacio aéreo mediante los aterradores cazas Stuka o desde la tierra con el fuego de las baterías antiaéreas.

Ya en Uruguay, al que regresó con heridas de guerra, recibía cada tanto homenajes y reconocimientos del Estado y Gobierno galo . Cuando el Gral. Bigot, su comandante, estuvo en Montevideo con cadetes en viaje de instrucción, apareció Gil Méndez en una de esas alternadas salas de fiestas conmemorativas para invitados. El militar ordenó ipso facto a los futuros oficiales una doble fila y sable en alto para que en el corrillo allí formado pasara su antiguo camarada de armas.
Luego del emocionante protocolo, ambos compañeros se abrazaron, acto que, por tan efusivo, sorprendió al propio Gral. Gestido -a la sazón Inspector Gral. de la Aviación en Uruguay- y en el tiempo futuro Presidente de la República. Gestido advirtió el llamativo saludo entre los trenzados y preguntó, casi silente, la razón de tal expresión de alto gozo.

El laureado francés respondió: -«Quand les allemands et italiens nous jetaient, ils ne demandaient pas que était le Commandant de l’escadron ni de qui le sergent» ( -«Cuando los alemanes e italianos nos disparaban , no preguntaban quién era el comandante de la escuadrilla ni quién el sargento).

En esa Alemania del 45, Gil Méndez fue instalado en una mansión, ya de ex aristócratas alemanes, a la sazón su Cuartel hangar. Allí conversó con un amable viejito cuidador. Pregunta va, pregunta viene… y el anciano recibe el dato que su aviador interlocutor, a confesión de parte, era de Mercedes, Uruguay.

-«De Mercedes,¿ Uruguay? ¡Y como está la Baronesa Carolina», inquirió sorprendido.

Se trataba de Carolina Lara , fallecida en 1920 había vivido un tiempo en Alemania con su marido pues se casó con el linajudo barón alemán Emilio Richtophen en Mercedes, en plena juventud. ¡Increíble! nacida la bellísima muchacha en la capital de Soriano.

Hoy Carolina Lara y Julio Gil Méndez descansan en sus tumbas, casi juntas las urnas , en el Primer Cuerpo del cementerio mercedario.

Julio Gil Méndez nació en 1914 en la calle Detomasi ( homenaje del nomenclator lugareño al primer mártir de la aviación civil del Uruguay) en predio propiedad del Club Praga , y falleció en 1984.

Un vez Julio sentenció:

» Todo hombre tiene dos patrias, la suya natal y la Francia inmortal». La Historia mas rica de Gil Méndez, que es apasionante, se puede hallar en el Libro de Pedro Troche «Molinos de Vientos».

** CARTA DE JULIO A SU HERMANO LEONEL:

«Querido hermano, ya me imagino lo que pensarás cuando leas esta carta, pero es que mis ansias de aventuras, de viajar y conocer todos los días algo nuevo han podido más que la razón y mi cariño hacia ustedes. Se me presentó una hermosa oportunidad para conocer otros continentes y vivir en constante peligro, que es lo que siempre me ha gustado y he deseado. Tu sabes que estoy sin trabajo y con pocas perspectivas de encontrarlo, pues bien, en la R.A.F me pagan un magnífico sueldo y la oportunidad de aprender algo muy bueno en mi oficio, así que me voy para Inglaterra. Cuando recibas ésta ya estaré lejos de estas tierras, aunque sé que a nuestra querida madre le costará un gran disgusto, pero es que mi porvenir está allá y estoy seguro que cuando vuelva, con la experiencia que traiga de allá, más de una compañía o club me ofrecerán hermosas oportunidades como para que mi madre pase una vejez tranquila; y si tengo la mala pata de no volver, sé que velarás por ella que tanto te quiere. […] Decile al buen Don Francisco que le voy a mandar un casco alemán para que le dé de comer en él a los chanchos y que viva tranquilo, Inglaterra triunfará y Francia resurgirá gloriosa como siempre con De Gaulle al frente. […] Si no tienes noticias mías no te aflijas hasta un año después de terminada la guerra, entonces si no hay noticias me puedes contar perdido, pero no antes. Si eso pasa y algún día te casas, al primer hijo que tengas ponéle mi nombre. Te abraza… Montevideo, Julio de 1941» «El más peligroso a mi criterio fue cuando bombardeamos La Spezia, al norte de Italia saliendo de Córcega, era un depósito enorme de municiones del ejército alemán, que aún se mantenía al norte de Italia haciendo resistencia, y tuvimos que ir a bombardearlo a una altura como para no errar, a 3.500 metros fuimos a bombardear… y esa fue para mi la misión más difícil, porque había una cantidad enorme de cañones antiaéreos y estaba previsto que al salir de los cañones nuestra caza -los aviones de caza nuestros- nos iban a estar esperando para protegernos, pero por esos errores que ocurren en la guerra y en cualquier lado ¿no?, no llegaron a tiempo; cuando salimos del fuego de los cañones antiaéreos los que estaban eran los alemanes esperándonos, y nuestra caza no estaba -llegó dos o tres minutos después- pero esos dos o tres minutos fueron suficientes para que los alemanes nos dieran… como en bolsa». «Italia del Norte ocupada y defendida con uñas y dientes por el boche. Hay que bombardear Spezia, el puerto donde una importantísima fábrica de municiones estupendamente defendida, da material a la resistencia desesperada de Hitler. La tarde es de gran riesgo, 72 aviones deben cumplir la orden. Su escuadrilla forma parte de la misión, 22 aparatos de la Libertad caen, 5 de los 12 de su escuadrón pagan su tributo; una esquirla traidora hiere su brazo seriamente, pero la faena fue cumplida. Spezia no ofrecerá más peligro».

 

Publicada la carta por Pedro Troche Méndez en su «Molinos de Vientos», atrayente libro sobre el héroe aviador de Mercede en la II Guerra Mundial.)