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El Salto que nadie estudió

VEREDAS CAMINADAS POR RAMÓN MÉRICA. InvestigAcciones/de los fotoperiodistas Antonella Mérica y Diego Martín Mérica para Diario Uruguay.@DiarioUruguay

 

El propio sitio oficial del Gobierno salteño, señala que hay diferentes teorías sobre la fundación de la ciudad. La versión más aceptada es que la fundó José Joaquín de Viana en 1756.
«Estas tierras fueron testigo de campamentos que marchaban junto a José Artigas hacia Entre Ríos en el Éxodo del Pueblo Oriental. Cruzaron el río en la zona del Salto Chico. El Departamento de Salto fue creado en el año 1837», según el sitio.

 

El departamento nace en 1837 como circunscripción que comprendía todo el rincón noroeste del país, al mismo tiempo que las divisas entran en su etapa de definición y consolidación.

 

Por tal razón y ante la duda, nos propusimos en Diario Uruguay realizar una preofunda investigación con la idea central de alcanzar la verdadera historia, , rescatando crónicas, documentos y testimonios buscando la fecha de origen del departamento naranjero. Durante años nos venimos sumergiendo en archivos de la época y tuvimos acceso a documentos privados, privilegiando varios testimonios personales de ciudadanos salteños de todas las épocas. Seguiremos conversando con más personajes porque sus aportes irán armando un enorme rompecabezas que nos llevará a integrar una historia lo más completa posible. Sin olvidos.
Así haremos con cada uno de los 19 departamentos del Uruguay.

«Las determinaciones precisas de la raíz étnico-social de los primitivos hombres salteños del período indígena están aún en fase de investigación. No hay dudas, en cam- bio, de que en las inmediaciones de los saltos de agua, especialmente del Grande, se establecieron largamente los indios de la zona.
Lugar de descanso, de encuentro. Sitio de pasaje. En las costas y en las islas existe un depósito de materiales de nuestra prehistoria que aclarará, alguna vez, el origen, las características y las creaciones de los primeros habitantes», describe así Enrique A Cesio en la publicación Salto en la historia, en el tomo de los departamentos: Copyrigth 1970 – Editorial «Nuestra Tierra».

 

El afán colonizador de mediados del siglo tuvo su cabeza visible en el gobernador Viana. Aunque algunos han establecido la posibilidad de una formación de la ciudad salteña por «aluvión progresívo», que habría empezado con un origen luso-brasileño

 

EL AFAN COLONIZADOR

Las determinaciones precisas de la raíz étnico-social de los primitivos hombres salteños del período indígena están aún en fase de investigación. No hay dudas, en cambio, de que en las inmediaciones de los saltos de agua, especialmente del Grande, se establecieron largamente los indios de la zona.
Lugar de descanso, de encuentro. sitio de pasaje. En las costas y en las islas existe un depósito de materiales de nuestra prehistoria que aclarará, alguna vez, el origen, las características y las creaciones de los primeros habitantes.
La tardía preocupación española por la Banda Oriental tuvo sus razones. No había oro ni plata en estas comarcas. Sólo el desarrollo de la nueva riqueza ganadera y la necesidad de defender la posición estratégica frente a Portugal explican el arribo español, formalizado recién en el siglo XVIII.

 

Montevideo progresó aceleradamente y alcanzó a competir con Buenos Aires. Su jurisdicción real, es decir la aplicada en los hechos, le dejó el dominio de la Banda al sur del río Negro. Al norte, un territorio agreste permanecía en el dominio compartido difusamente entre sus indios, con la habitual visita de los fronterizos riograndenses y la casi nula presencia española. No hubo población estable.
El afán colonizador de mediados del siglo tuvo su cabeza visible en el gobernador Viana. Aunque algunos han establecido la posibilidad de una formación de la ciudad salteña por «aluvión progresívo», que habría empezado con un origen luso-brasileño, la tesis predominante y oficialmente aceptada –por lo menos para los festejos– admite la fundación, por parte de aquel jerarca ibérico, en 1757.

Calle Uruguay de Salto, allá por el año 1919, según el historiador Fernández Saldaña.

La ubicación fue impuesta por la relación comunicaciones-producción.
Salto ofrece una especie de duplicado de la teoría «puerto-pradera-frontera», que con tanto éxito explica el proceso nacional en su conjunto. No hay dudas de que la pradera del norte, en situación especialísima de frontera, formaba y forma una trastierra adecuada para el emplazamiento de Salto, que por los escollos del río se convierte en el último punto para arribar o en el primero para salir por vía fluvial de esta zona. Los sesenta años que median hasta el período artiguista no podían registrar un desarrollo portuario o comercial. ni un proceso considerable de poblamiento en este sitio de tránsito.
La situación general de la campaña, se reconocía, era mala; así lo indican todos los planes españoles que sirven que antecedentes al posterior reglamento artiguista de 1815. Este poblado poco pudo recibir de atención gubernamental.

Una de las tantas manifestaciones populares por la Calle Julio Delgado, rumbo a Pueblo Nuevo. Foto tomada desde la esquina de 8 de Octubre y Julio Delgado, cuando ninguna de estas calles todavía no tenía ni pavimento de adoquín.

PUNTO DE APOYO DEL COMPAS

Para Salto, la gesta artiguista tiene su importancia.
No puede decirse que Salto haya propiciado la revolución, pero bien puede afirmarse que se convirtió, durante el apogeo artiguista, en el lugar donde se apoyaba el compás para trazar el círculo de influencia de su mecanismo federal.
Fue puesto de avanzada cuando en la ribera de enfrente se posaron los orientales rebelados contra el acuerdo entreguista de octubre.
El Ayuí, donde el Jefe encontró desde traiciones hasta heroicos sacrificios, sirvió solamente de punto de arranque para extenderse a través del hoy departamento de Salto, en una acción de despeje de los portugueses de la región norte.

Desde aquí partió la columna que volvería a poner sitio a Montevideo.
Una vez triunfante la definición político-económica de la revolución artíguista y confirmada su legitima autonomía, Artigas se planta con su modestia y su austeridad cerca de Salto, en una meseta desde donde vio hervir las aguas, pero también las pasiones y los intereses de estos pueblos que sellaban su destino.
Aunque Purificación se encuentre hoy en jurisdicción sanducera, puede considerarse atada -en su momento- al campamento salteño de entonces y espiritualmente el
vínculo se mantiene así hasta hoy.

EN LA HORA DE LAS DIVISAS
Salto no existia como departamento al procederse a la instaiación independiente de los orientales.
Formaba parte del de Paysandú.
Como tales los salteños no figu- ran en las deliberaciones de la Constituyente ni de la Asamblea General.
El departamento nace en 1837 como circunscripción que comprendía todo el rincón noroeste del país, al mismo tiempo que las divisas entran en su etapa de definición y consolidación. En tanto el largo período de la Guerra Grande acapara la vida nacional, nucleándala en dos centros de poder separadas por una muralla en Montevideo, el norte vegeta sorprendido solamente por las partidas de Teófilo Córdoba, símbolo de los jnmigrantes, de los generales, de uno y otro bando que procuran posiciones básicas.
En ese entonces los brasileños ocupan campos y más campos, mientras las legiones garibaldinas inician la siembra de semillas itálicas, de tan abundantes frutos.
Al paso de las guerras civiles, los grandes caudillos y sus monto- neros dependientes hacen de Salto una referencia obligada de toda estrategia. De entre centenares de combates y encuentros, decenas se dísputaron en territorio salteño.
Quizá resulte un símbolo que los confines del departamento hayan visto a la columna de Aparicio Saravia retirándose al Brasil con su jefe herido de muerte.
El hombre que en ese instante concluía el período de las guerras civiles, don José Batlle y Ordóñez, consolidador del Estado uruguayo, había sido antes legislador electo por Salto.