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8 de noviembre: A 264 años de la fundación de Salto en San Antonio

Se cumplen 264 años de la fundación de Salto o, mejor, del comienzo del proceso fundacional, en el que suele señalarse como inicio el 8 de noviembre de 1764. Buena ocasión para una vez más, recordar algunas de las varias –y en ciertos casos contradictorias-versiones sobre el tema.

«La ciudad de Salto nació no por el capricho de un soldado, ni por la estudiada decisión de un estadista, sino por la imperiosa necesidad geográfica. Puente de unión entre el bajo y el alto Uruguay, en ello radica el secreto de su engrandecimiento paulatino».

1- Salto fue fundada por españoles. Esta postura sostiene Gilberto García Selgas, quien expresa: «El proceso de la Fundación del Salto se inicia con la primera expedición del gobernador del Río de la Plata Andonaegui a las Misiones Orientales, con motivo de la Guerra Guaranítica, el ejército español desembarca en el Rincón de las Gallinas, siguiendo su marcha por tierra. Cruza el Arroyo Negro, el Queguay y entra al actual departamento de Salto por el Paso de las Piedras del Daymán, en el cual habrá de acampar por varios días a su regreso, dejándole el nombre de Paso del Campamento Viejo».

 

Esta sería una etapa preliminar. Vendría luego una segunda campaña de Andonaegui, en la que tiene como segundo Jefe al Gobernador de Montevideo Don Joaquín de Viana. Agrega García Selgas: «Viana, con clara visón de un gran objetivo militar y político, se ofrece para ir a esperar al Marqués de Valdelirios, y, empleando sus propias palabras, ‘para abrir camino directo de las misiones, por la costa oriental del Uruguay, hasta el Salto, ese camino que no había podido abrirse en la primera campaña. Andonaegui acepta. Pone a las órdenes de Viana 400 Dragones, y el que había de ser fundador del Salto parte del Pueblo San Juan, en un memorable día 6 de octubre de 1756 a las 10 de la mañana. Demora treinta y tres días en llegar a su destino, según su relación. Llega, pues, del 7 al 8 de noviembre y de inmediato da comienzo a la construcción de un Fuerte, de Alojamiento para la Tropa y Almacenes… De manera que, para los 400 Dragones, eran necesarios por lo menos 60 ranchos, sin contar los destinados a jefes y oficiales, carros y maestranza. Luego el Fortín y los Almacenes».

Se fue formando el pueblo en sus dos partes: Tres María, con gente que trabajaba en Casa Ambrosoni, en las bodegas y en el campo; y San Pedro, más con gente del ferrocarril.

2- Otra tesis (de los «Apuntes Históricos» de Julián Serrano) indica que Salto tiene su origen como centro poblado recién en 1817, cuando acampa en la zona el ejército portugués. Esta postura es la que recogen los estudiosos Rafael Firpo y Aníbal Barros Pintos en sus respectivos trabajos de investigación. Al respecto, explica Serrano: «En 1817, cuando el ejército portugués invadió la república, estableciendo un campamento en el rincón de las Gallinas, su general en jefe destinó una división al mando del coronel Don Sebastián Barreto Pereira Pinto para que operase de este lado del Daymán, en observación de las fuerzas orientales situadas en el Arapey. La expresada división acampó en marzo o abril del expresado año 17 en el Daymán, de este lado de Paso de las Piedras, conocido por los antiguos con la denominación de Campamento Viejo».

Los abuelos contaban cómo todas esas personas que llegaron de Europa trabajaban muy duramente, de sol a sol, no existía todavía la jornada laboral de ocho horas. Trabajaban en lo que les saliera, y mucho. Y esa tradición se trasmitió a sus descendientes.

3- Tesis que podría calificarse como «neutral», es la que presentan José María Fernández Saldaña y César Miranda en su «Historia general de la ciudad y el departamento de Salto». Además de la neutralidad en cuanto a si fue una fundación española o portuguesa, estos autores no manejan fechas concretas sino que hablan de una fundación gradual en el tiempo; dicen al respecto: «La ciudad de Salto nació no por el capricho de un soldado, ni por la estudiada decisión de un estadista, sino por la imperiosa necesidad geográfica. Puente de unión entre el bajo y el alto Uruguay, en ello radica el secreto de su engrandecimiento paulatino».

4- También es conocida, como cuarta posibilidad, una hipótesis más actual que indica la existencia de Salto como aldea indígena ya en 1739.

EN SAN ANTONIO NACIÓ SALTO 

La historia de San Antonio, el centro poblado, hay que verla junto con los alrededores, todo lo que forma hoy el municipio. Un documento de venta de un terreno en 1937 se remonta hasta 1826, con la cesión de estas tierras por parte del gobernador de Buenos Aires, y va diciendo para atrás de quién eran estas tierras. Registra herencias y varias ventas. En documentos oficiales la primera mención que conocen los vecinos es de 1835, en que se relata la instalación de familias de la zona de San Antonio en Belén, para su refundación.

La Junta Local fue creada poco después de 1960, estaba integrada por vecinos de la zona y cumplió un papel muy importante en la llegada de los servicios públicos. Se construyó el local en 1967, allí también se instaló la biblioteca y funcionó la policlínica.

En 1875 se aprueba la ley que crea ofi cialmente la colonia de San Antonio, y en 1937 los vecinos solicitaron que se lo reconociera como pueblo, teniendo en cuenta su desarrollo.Martín Barla opina que en la historia de la zona pueden reconocerse tres etapas: la primera colonial, de coloniaje, en el sentido de dependencia; le sigue otra también colonial pero en referencia a colonia agraria, y ya a partir de 1920 empieza la historia como pueblo. Pedro Ambrosoni, hijo de Pietro, fundador de Casa Ambrosoni, loteó y vendió terrenos en 1929 para formar el pueblo. Ya vivía gente aquí, pero a partir de ese momento se planifica y se formaliza el pueblo. Los terrenos se vendían a pagar en plazos, pero lo que no siempre quedaron fueron los papeles en regla.

En la primera época unos portugueses, los Fonseca, compraron casi todas las tierras y se establecieron aquí. Queda en las costas del Itapebí su cementerio, el primero de la zona. Después les vendieron a los Repetto, que actualmente queda familia descendiente de ellos, como los Beltramelli de Parada Herrería. Ellos eran los dueños en 1904, y se dice que hasta ahí llegaron los blancos, hasta esa estancia, con Aparicio Saravia. Hasta ahí, a la casa, llegó el malón. Y por supuesto que los caballos les interesaban mucho. Parece que los de la casa habían hecho un hueco en medio de un cañaveral inmenso, metieron los caballos, taparon con ramas secas y quedaba disimulado. Pero cuando llegó el malón relinchaban los caballos de los jinetes y contestaban los otros desde adentro del cañaveral. Les llevaron todos los caballos. Quedaron los gurises, tres Repetto, escondidos en un sótano con las mujeres. Ellos se dispararon a los pocos días para Argentina, dicen que se les dio vuelta la chalana y uno murió ahogado. Los otros dos volvieron después. Y recién después compró Solari, en Casa Solari están las construcciones que cuentan toda esta historia. De la época de Solari queda una cabaña ya hecha pasado el 1900, no es tan vieja. La casa principal la demolió el propio dueño. Está el segundo cementerio, el de los Solari. De los Repetto hay un galpón anterior, todo hecho en piedra. Y todavía más vieja queda de los portugueses, Fonseca, una caballeriza que tiene un entrepiso y desde arriba echaban la ración. Era un adelanto para esa época: todos los animales estaban abajo, con agua corriente, con todo. En el mismo documento figura que don Luis Ambrosoni, tío de don Pedro, compró en 1892 y que en 1896 lo otorgó a la empresa de ferrocarriles.

Cuentan por ejemplo de portugueses que se acostaban temprano y las noches de luna llena se levantaban a trabajar un buen rato, por ejemplo entre las once y las dos, aprovechando la luz. Después se acostaban y descansaban hasta la madrugada, cuando se volvían a levantar para trabajar.

En la segunda etapa, de colonia agraria, después de los terratenientes acá se dice que era pura chacrita, todas chiquitas comparadas con lo anterior. Casi todos eran italianos y portugueses: Lombardo, Beltramelli,
Repetto, Solé y muchos más. Plantaban maní más que nada, y papa. Todo lo que producían venía para la Casa Ambrosoni, toda esa mercadería, y se llevaban queroseno, comestibles…  Vid había más para el lado de Colonia Harriague y Colonia 18, acá en las plantaciones de Ambrosoni o de la bodega Haram Avellanal.

Se fue formando el pueblo en sus dos partes: Tres María, con gente que trabajaba en Casa Ambrosoni, en las bodegas y en el campo; y San Pedro, más con gente del ferrocarril. El nombre Tres María viene de que allí estaban las casas de tres personas llamadas María, empleadas de Ambrosoni. Él les dio los terrenos y se cuenta que eran muy celosas entre ellas, seguido tenían conflictos y debía intervenir la Policía o el patrón. También el otro barrio está relacionado con el comerciante, le pusieron el nombre en honor al santo que le corresponde. Ya mucho más recientemente, alrededor del año 2000, se construyeron las viviendas de MEVIR, con su salón comunal, donde funciona el CAIF y el local de la policlínica.

En la época de mayor auge de la zona la mayoría de los vecinos trabajaban en la Casa Ambrosoni, en las bodegas, en el ferrocarril o en la estancia de Solari. Alrededor de 1920, a raíz de la peste que atacó los viñedos y de los cambios en la reglamentación para elaborar vino, las bodegas entraron en crisis y dejaron de funcionar. El cierre de Casa Ambrosoni y la decadencia y cese del ferrocarril trajeron aún más problemas de empleo en la zona. El trabajo zafral en las chacras pasó a ser la principal ocupación de los habitantes del pueblo. Actualmente la horticultura sigue siendo una fuente de trabajo muy importante en esta zona; la cosecha y otras tareas relacionadas a la producción de cebolla, boniato, frutillas y todo lo que se cultiva en invernáculos sigue siendo manual y se necesita mucha gente en algunas épocas del año.

San Antonio se formó con inmigrantes, sobre todo italianos y portugueses. En esa época, en la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX, el gobierno uruguayo fomentaba que viniera gente de Europa a establecerse aquí…

Las modificaciones en el trabajo trajeron otros cambios, y así se dio un proceso de emigración de los jóvenes para poder estudiar. A partir de la creación del liceo, en la década de 1990, no solo los adolescentes del pueblo pueden cursar educación media en San Antonio, sino que jóvenes de otras localidades cercanas se trasladan todos los días hasta acá para asistir a clase. Otro punto que se quiere recordar es sobre el cementerio ubicado en la ruta 31, creado en 1945 según datos de Niní Beltramelli, cuyo abuelo fue el primer enterrado allí. El predio correspondió a dos donaciones, una parte del “rengo” Bourdin, para sepultar en tierra. La otra parte lo donó Barla para enterrar en nichos. Allí, además de muchos otros vecinos, también fue enterrada la bisabuela de Zulma, Enriqueta Machado al morir en un accidente a ¡los 107 años de edad!

La Junta Local fue creada poco después de 1960, estaba integrada por vecinos de la zona y cumplió un papel muy importante en la llegada de los servicios públicos. Se construyó el local en 1967, allí también se instaló la biblioteca y funcionó la policlínica. Por ley, en 2010 fue creado el Municipio de San Antonio, con el cargo electivo de Alcalde. Además del centro poblado, comprende otras localidades: Barrio Albisu, Tropiezo, Tropezón, Colonias Garibaldi, Harriague, 18 de Julio, Parada Herrería, Granja Santana, Barrio Fernández, Colonia Córdoba, Parada Viñas, Colonia Gestido, Colonia Charrúa, zona de la Estación Experimental de Agronomía, y de Colonia 18 de Julio, la parte nueva con las viviendas MEVIR, al este de ruta 3.

INMIGRANTES
San Antonio se formó con inmigrantes, sobre todo italianos y portugueses. En esa época, en la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX, el gobierno uruguayo fomentaba que viniera gente de Europa a establecerse aquí; muchos se vinieron escapando de las guerras y las crisis. Algunos dicen que les daban tierra para que se instalaran, otros que trabajaron muy duro como peones y recién después lograron comprar parcelas. Así llegó Pietro Ambrosoni desde un pueblo a orillas del lago de Como, en Italia. Como tantos otros, vino escapando del servicio militar. Vinieron con él un hermano y dos primos, cuatro Ambrosoni. Uno fue mueblero, otro se volcó al campo y al ganado. Pietro y su hermano se dedicaron al comercio y a la agricultura, acá en San Antonio. Fundaron la Casa Ambrosoni y la Granja Carmen.

Los abuelos contaban cómo todas esas personas que llegaron de Europa trabajaban muy duramente, de sol a sol, no existía todavía la jornada laboral de ocho horas. Trabajaban en lo que les saliera, y mucho. Y esa tradición se trasmitió a sus descendientes. Cuentan por ejemplo de portugueses que se acostaban temprano y las noches de luna llena se levantaban a trabajar un buen rato, por ejemplo entre las once y las dos, aprovechando la luz. Después se acostaban y descansaban hasta la madrugada, cuando se volvían a levantar para trabajar. Muchos tuvieron pequeñas chacras en la zona, allí construyeron sus hogares y crecieron las familias. Algunas de sus viviendas, hechas en piedra con sus propias manos, permanecen habitadas hasta hoy. Trabajaban con bueyes, y también los usaban para ir a buscar el agua. Cuando progresaban, trabajando toda la familia, con los niños también, compraban caballos. Otros trabajaron para las bodegas, en la producción de la uva o en el proceso para hacer el vino. Cuentan que cuando la epidemia de fiebre amarilla murieron varios portugueses que trabajaban en la bodega Haran.

El comercio fue otra actividad habitual entre los que llegaban. Además de Casa Ambrosoni había otros almacenes de ramos generales más pequeños, que proveían a los vecinos de todo lo que precisaban para vivir y trabajar. Entre ellos recuerdan la Casa Murad, que fue muy importante. El dueño recorría las estancias y las chacras vendiendo de todo. Cuentan que “los turcos” iban comprando huevos o cambiándolos por su mercadería. Para saber si no los jorobaban ponían los huevos en una palangana, si flotaban los rechazaban por viejos. También hubo en la zona agricultores rusos.

 

 

Fuentes: diario El Pueblo de Salto y del Libro San Antonio por San Antonio