Inicio » Gonzalo Abella: mirando la tv
AREA TOTAL

Gonzalo Abella: mirando la tv

LA OPINIÓN EN DIARIO URUGUAY. Tenía la TV en silencio mientas esperaba el mensaje del Presidente. Sin prestar mucha atención, miraba de vez en cuando la pantalla. Parecía que un pastor evangélico caminaba por una plataforma, micrófono en mano, gesticulando, dirigiéndose a un numeroso público que sólo era un bulto informe sin rostro, en una penumbra azul. En contraste con la oscuridad anónima del entorno, un reflector hacía resplandece la nívea cabellera y la ropa clara e impecable del predicador.

 

El Presidente no mencionó tampoco el mega puerto extranjero proyectado en el Oeste de Montevideo, donde se repararán los barcos extranjeros que nos saquean…

De pronto advertí que se trataba del Presidente. Como me había perdido sus primeras frases, después debí leer su intervención completa en diferido, porque aunque los publicistas insistan en la forma, debemos procurar que el contenido sea lo más importante.

Al no ver el rostro de la gente, al no poder interactuar con ella, el Presidente olvidó algunas cosas. Quizás nunca advirtió que en su camino se le había caído un Vicepresidente, y que ahora ese cargo lo ejerce una señora. Olvidó hablar del agua potable, de las cianobacterias, de los esqueletos de las viejas fábricas, de la desesperanza juvenil, del creciente número de personas en situación de calle, de la angustia de los pequeños productores rurales y de los pequeños comerciantes urbanos.

Ahora presté atención a la escena. La infraestructura al servicio del orador (evaluada en U$D 17 500) permitía que las cifras y las gráficas aparecieran danzando arriba de la gente como en el cielo ilusorio de un Planetario. Las cifras, desplazándose sobre pantallas inmensas, tenían el privilegio luminoso que no tenían los rostros humanos de los concurrentes. Y las cifras nos demostraban que somos el país número uno en una serie de conquistas y virtudes.

Faltó, sin embargo, un conjunto de datos que eran muy conocidos años atrás: por ejemplo, la cantidad de hectáreas fértiles por habitante, hecho que daba a nuestra población un potencial de riqueza y de desarrollo extraordinario con recursos propios, o el hecho de que los latifundios ganaderos que teníamos en el siglo XX cambiaron por latifundios diez veces más extensos, propiedad ahora de forestales extranjeras. Entre los temas más actuales, faltó también la explicación sobre las condiciones del contrato con UPM II, o su tren de la muerte. El Presidente no mencionó tampoco el mega puerto extranjero proyectado en el Oeste de Montevideo, donde se repararán los barcos extranjeros que nos saquean, se procesará la harina de pescado con materia prima que debería ser nuestra, y se inundará de basura las costas del Oeste. Olvidó decir que la diversificación energética se hace en base a la privatización y que se paga con más deuda pública a empresarios que ya recibieron préstamos del BROU por el 70% de su inversión.

Quizás no se ve desde Anchorena el puerto privado que un empresario argentino tiene cerca de Carmelo hace más de 15 años, violando disposiciones constitucionales y legales sobre soberanía de la franja costera, puerto privado donde no hay ningún control aduanero y donde el baile de los sobornos reproduce en pequeña escala (o no tan pequeña) la danza coimera que a veces parece que lo inunda todo. Se habla de poner los pies en la tierra, pero los únicos que debieron poner los pies en la tierra son los que trabajaban en PLUNA.

Cierran empresas grandes, reconoció el Presidente; pero se abren microempresas de supervivencia que a su vez (y de eso se olvidó) cierran nuevamente y son reemplazadas por otras, igualmente perecederas. Hay 60 000 puestos de trabajo menos, reconoció, pero desde la crisis del 2002 se habían recuperado muchos más.

Las estafas en Salud Pública y en FONASA no fueron mencionadas, sin duda para no amargar a los creyentes; tampoco se reconoció el papel sanador de la UP (dije sanador, no senador todavía) en su investigación parlamentaria, ni su propuesta de Sistema Nacional Pública de Salud. (A propósito: ¿cómo se salvó el Clínicas de su privatización?)

El Proyecto de Vivienda Popular de la UP tampoco mereció ser mencionado, ni siquiera para criticarlo, ya que la vivienda evidentemente no es un gran problema… para su entorno cercano. La calidad educativa se hunde, pero eso no parece advertirse tampoco.

Un día antes, en el marco de una impunidad consolidada, el Comandante en Jefe del Ejército hizo una interpretación grotesca y mesiánica del Grito de Asencio, y el Presidente parece no tener una visión distinta ya que no le responde, mientras la estatua de Rivera sigue recibiéndonos cuando llegamos a la capital por Tres Cruces.

Ningún gobierno hace todo mal todo el tiempo. Pero la coyuntura es muy grave, y el debate es imprescindible: los grandes medios tienen el deber de impulsarlo y velar por un marco democrático para su desarrollo.