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El periodista Esteban Queimada y el periodismo servil uruguayo

El periodismo como tal, debe funcionar como órgano contralor del poder, intermediario entre el acontecer del país y sus habitantes, herramienta fundamental para cuidar la democracia. La información fidedigna es Poder, el tema es a quién se lo entrega la mayoría de los periodistas y medios de comunicación uruguayos.

El periodismo y la información en nuestro país trabajan para los que le proporcionan dinero, es decir, el Estado y las corporaciones.

El Estado a través de los gobiernos compra propaganda política, las corporaciones alquilan los servicios de los medios de comunicación para alimentar la confusión, la incertidumbre, el miedo y con él obtener dominio y más poder. Es un círculo vicioso que alimenta un relato y manipula la publicidad disfrazada de información.

Las multinacionales y grandes empresas locales, financian campañas políticas y pautan en los medios serviles y de mayor alcance. Por su parte, las corporaciones y grupos de poder se benefician con los negocios del Estado, es decir,  cuando un sector político alcanza el gobierno, pone el dinero del pueblo arrebatado en forma de impuesto, a disposición de quienes financiaron su camino al poder.

Siendo conscientes de esto, los referentes periodísticos y comunicadores de medio pelo, sumado a los lectores de teleprompter y programas separadores cargados de ideología berreta globalista, ofrecen al pueblo un hegemónico discurso genuflexo y obsecuente a cualquier interés, menos al de las personas que están del otro lado de la caja boba y la radio.

Grandes tertulias de viejos decrépitos con diplomas, expertos en lamidas y perfumados con establishment número 5, mofándose de la divergencia y demonizando a los disidentes.  Financiadas elucubraciones de escocés y cuernos relucientes, ‘’filosofetas’’ de lenguas curtidas de veneno y pomada de botas, ad hominem, mugre, mediocridad, bar, polémicas actuadas y café. A esos parásitos le dan inmunidad lingüística para seguir lubricando con su saliva los pistones del motor de la idiotez.

El dinero cae como lluvia de mordazas, comprando voluntades, creando un nuevo gremio de prostitutas con micrófono y cámara, distorsionando la realidad y tapando con su manto verde y putrefacto, toda la corrupción y mentira que canalizan a través de las desdibujadas facciones políticas. Aumentando y reforzando el relato conveniente, a fuerza de demagogia, hipocresía, censura e implantación de nuevos conceptos para seguir moldeando y reformando lo políticamente correcto.

Canales de televisión, radios, revistas, semanarios, diarios, redes sociales, todos bajo un mismo dueño, la mentira y sus soldados. Corruptos contumaces y proyectos corruptibles. La educación, la cultura y la justicia, arrodilladas frente al patrón globalista.

Como nunca antes en la historia, todos los partidos políticos, empresarios, medios de comunicación, sindicatos, las sucias ONG, el vaticano, los organismos internacionales y nacionales, la gente, el gato, el perro y los pájaros, están de acuerdo en algo: la PANDEMIA.

Códigos deontológicos, juramentos hipocráticos y otros juramentos, la constitución, las normas, las leyes, la ética, el profesionalismo, el sentido común, el cuerpo, la moral, el cerebro y con él las ideas, los proyectos y los sueños, todos violados ante la mirada displicente de los ojos del mundo.

Son tiempos difíciles para los que aún tenemos dignidad y rebeldía, tan necesarias hoy para no morir de decepción, dormir tranquilos y sentirnos libres dentro de un mundo que quieren convertir en jaula.

Esteban Queimada

 

Fuente: Bajolalupa.uy