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PLAN 2030

150 aniversario de Lenin

EL PALENQUE DE GONZALO ABELLA en VOCACION FM

El 22 de abril se conmemorará en el mundo el 150 aniversario del nacimiento de Lenin. No tengo ninguna duda de que “La Juventud” le dedicará el espacio que la fecha requiere.

Hoy, cualquier revolución de Liberación Nacional necesita del campesinado, por más pequeño que sea porcentualmente en este mundo urbanizado.

Recapitulemos. En el siglo XIX, Marx y Engels habían sistematizado los mejores aportes del pensamiento occidental para entender al Universo en su desarrollo eterno, un desarrollo regido por leyes generales que muchos habían intuido, pero nadie hasta ellos había comprendido en su verdadero significado. Advirtieron además que estas leyes universales del movimiento rigen también el desarrollo a saltos de la Humanidad. Y pusieron esa concepción del universo y de la lucha social al servicio de la causa obrera mundial contra la opresión del Capitalismo.

A comienzos del siglo XX, Lenin fue el gran continuador de esta cosmovisión y de su aplicación consecuente para la revolución socialista. Para ello tuvo que romper las estructuras burocráticas del movimiento obrero, tuvo que sentar las bases del partido regido por el centralismo democrático, debió establecer los cambios tácticos y estratégicos que exigía la nueva fase imperialista del capitalismo (fase que él definió precozmente) y hasta debió debatir filosóficamente con “izquierdistas” que quisieron utilizar falazmente las nuevas teorías de la física en un sentido místico. Y por supuesto encabezó la revolución triunfante y dio impulso a las nuevas formas organizativas para un Gobierno obrero de base soviética. En las duras condiciones de bloqueo, intervención extranjera y guerra civil, orientó el barco de la Revolución en los temporales más adversos.

Desde luego, siempre trabajó en colectivo, y apoyándose en la acción creadora del pueblo; pero una de sus hazañas conceptuales fue cómo atendió el problema campesino.

Volvamos a Marx. La contradicción principal se da entre los capitalistas y los obreros que les venden su fuerza de trabajo. Hay otros asalariados que administran o garantizan la circulación de la producción, o protegen la propiedad, actuando tanto como “justicia” burguesa o como aparato represivo. Estos asalariados no participan directamente en la producción, no son propiamente una clase social. Pero hay otra clase social: productores que usan directamente sus medios de producción sin explotar trabajo asalariado: un sastre, un zapatero, un campesino. Marx los llamó “pequeñaburguesía” y los vio como un relicto de formas más antiguas y artesanales de producción. Entre ellos hay quien añora el pasado y hay quien aspira a transformarse en burgués capitalista. Hay otros, especialmente en el campo, que sienten el colectivo como elevador de su calidad de vida. Aquí hay que incluir a los campesinos pequeños y a muchos pueblos originarios que siguen trabajando colectivamente.

Ya en la época del primer gobierno obrero en París, (1871) Engels había advertido que el canto obrero sin un coro campesino se volvía un canto fúnebre. En la Rusia tsarista, una vez que el movimiento obrero se puso en movimiento, todo dependía de qué lados se pusieran los campesinos. Cuando triunfa la revolución en Rusia, el Partido de Lenin (POSDR.b) comprendía que la mejor solución era nacionalizar la tierra para desarrollar grandes empresas estatales; pero el partido campesino (SR) exigía el reparto inmediato de las tierras expropiadas. Lenin comprendió de inmediato que había que tomar el proyecto SR para ganar el apoyo campesino. Gracias a esta decisión política, la Inspección Obrera y Campesina del Gobierno pudo contar con el apoyo de los campesinos más pobres en la requisa del grano escondido por los terratenientes, y las ciudades se salvaron del hambre.

La vida fue guiando sabiamente al Gobierno soviético de esos primeros años. Se crearon los koljoses (cooperativas campesinas vinculadas a los planes estatales), se formaron estaciones estatales de maquinaria al servicio de estas cooperativas, y granjas estatales que complementaron el plan.

Hoy, cualquier revolución de Liberación Nacional necesita del campesinado, por más pequeño que sea porcentualmente en este mundo urbanizado. Aunque la vanguardia será el pueblo trabajador asalariado, cada población campesina que se extingue es memoria productiva que perdemos; y necesitamos más que nunca de la soberanía alimentaria, muy especialmente en las primeras fases de la edificación de la nueva Sociedad, antes de que los procesos industrializadores sustentables generen mayores volúmenes de producción para todos. La UP deberá profundizar en estos temas.