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PLAN 2030

Más que nunca, Primero de Mayo, según Gonzalo Abella

EL PALENQUE DE GONZALO ABELLA en VOCACION FM.

El siglo XIX fue el siglo de ascenso del Movimiento Obrero occidental.

El siglo XX fue testigo de Gobiernos conducidos por obreros y campesinos y del triunfo de Movimientos de Liberación Nacional. El final del siglo fue marcado por el retroceso de las victorias populares, debido a causas externas e internas.

En esencia, la aristocracia obrera encaramada sostiene que un cambio radical es imposible, y mantiene un lenguaje reivindicativo, y hasta internacionalista, mientras se vuelve cómplice silencioso de las claudicaciones gubernamentales en todo lo esencial.

El imperialismo sobrevivió y aprendió. Necesita a la clase obrera como siempre la necesitó: más allá de los discursos sobre los nuevos empleos, el Capitalismo imperialista necesita que la gente siga muriendo tuberculosa en las minas, que se enferme de sobredosis químicas en inmensas plantaciones, que los pueblos y las tenias confronten entre ellos para debilitar su unidad, y que las Naciones Unidas organicen la represión que garantiza la continuidad del saqueo.

Al mismo tiempo, el Sistema busca impedir la organización clasista, consecuente, de los oprimidos. En muchos países, en lugar de reprimir a las organizaciones sindicales, las compra. Los oportunistas se cotizan según su inserción en el pueblo: usualmente, cuanto más abandonan a los suyos, más evocan sus derechos nominales y más asistencialismo hacen, mostrándose en la distribución generosa de recursos “solidarios” y acarreando gente organizada que aún cree en ellos.

Pero siempre existe el riesgo de que una dirección sindical oportunista sea reemplazada por otra más combativa, a pesar del esfuerzo conjunto de patrones y aristocracia obrera para impedirlo. Por eso se busca (y las nuevas tecnologías lo permiten) fragmentar el proceso productivo, desmantelar las grandes concentraciones fabriles, y tercerizar servicios complementarios. También se dislocan geográficamente los ciclos de producción de los productos con alta tecnología.

Los trabajadores ven con angustia que su trabajo se vuelve inestable e inseguro, que el neoliberalismo recorta los beneficios conquistados en la lucha, que no hay futuro para sus hijos. Pero el Capitalismo intenta tranquilizarlos argumentando que todo cambiará si logramos entrar en la nueva fase de la Revolución Científico Técnica. Eso sí: debemos ser los primeros en capacitarnos y ser competitivos, nada de internacionalismo. Y para ser competitivos, debemos adelantarnos en la carrera para que las trasnacionales se instalen aquí, y darles todo lo que piden.

En las centrales y gremios que controla, el oportunismo entreguista da cursos de “capacitación sindical”, cursos financiados muchas veces desde el extranjero; pero son cursos sobre derechos laborales en el marco de una opresión que no se menciona, en el marco de un saqueo patrimonial y ambiental que se acepta como inevitable, pues, se argumenta, las trasnacionales nos dan de comer. A veces, para disimular la entrega, se vuelca una furia manipulada sobre algún capitalista nacional abusivo; pero nunca sobre los amos del saqueo.

Necesitamos cursos, sí, para entender mejor lo que ocurre, para fortalecer el clasismo y el internacionalismo, para comprender y apropiarnos críticamente de las nuevas tecnologías e incorporarlas a un programa de soberanía y fraternidad universal. Pero esos cursos sólo pueden estar en manos de organizaciones clasistas.

En esencia, la aristocracia obrera encaramada sostiene que un cambio radical es imposible, y mantiene un lenguaje reivindicativo, y hasta internacionalista, mientras se vuelve cómplice silencioso de las claudicaciones gubernamentales en todo lo esencial. Crítico de palabra cuando gobierna la derecha tradicional, se vuelve más silenciosos si gobierna la socialdemocracia entreguista que es su socio político. Su destino histórico siempre es tender un colchón de amortiguación contra las luchas de fondo.

Pero la Historia avanza, a veces visiblemente, otras veces en forma subterránea. La clase obrera de nuestro país estará a la altura de su gloriosa historia; ya hay claras señales de ello. Honor al Primero de Mayo, a sus mártires y a sus grandes combates:, los de ayer, los de hoy y los que nos esperan en el futuro inmediato.