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Museo Chacarero

Waldemar Pocholo Bentancourt, recordado por JUCEDA como el hombre que plantó la gran semilla en Paysandú

FUTBOL CHACARERO. El Palenque de JUCEDA/ Desde Paysandú Julio Damico para Diario Uruguay.
Mensaje del maestro: «Hace dos años sale semanario 20ONCE y anda dándole de comer al bichito del periodismo; hace unos números salió esto donde me tomé el atrevimiento de levantar una nota tuya. La de Pocholo Betancour (mirá, recuerdo bien que es Be sin n, confirmarlo), es inolvidable, al menos para mi.»

Hemos sostenido, desde siempre, que en el fútbol de Paysandú hay un antes y un después de la llegada del tacuaremboense Waldemar “Pocholo” Betancourt. Un entrenador que cambió todo. Concentró antes y después de los partidos, utilizó el pizarrón, el estudio de los rivales. Tenía una experiencia al haber dirigido en Brasil. Por suerte, con mucha humildad e inteligencia entrenadores sanduceros ante el alejamiento de Betancourt (estuvo sólo en 1965) siguieron sus normas, agregaron lo suyo, (cada maestro tiene su librito) y el fútbol de Paysandú tuvo una época enorme, grandiosa. Campeonato tras campeonatos. Era el gran fútbol a vencer. Donde iba llenaba canchas en todo el interior.

Los números no mienten, desde 1922 a 1964 Paysandú en 42 años logró diez campeonatos del Litoral; desde el 65 al 90 en 25 conquistó quince. Desde 1951 al 69 nunca logró un título del Interior de selecciones, desde el 70 llegó nueve veces a la final y obtuvo seis títulos.

El estimado colega Eduardo Mérica, de Rivera, hace un tiempo realizó una nota con Pocholo Betancourt. De la misma extraemos algunas opiniones que reproducimos para los lectores de APILANDO. Va como un homenaje por todo lo que nos dejó para bien del fútbol sanducero.

–¿Cómo era el primer día tuyo al frente de un equipo?
–El primer trabajo del técnico es la formación del grupo. Sin ello no puede haber nunca un buen equipo.

– Otra época, otros dirigentes, otros jugadores o qué.
–No puedo decir si era mejor o peor. Pero sí que existía una camaradería, un compañerismo y un grupo humano.

–¿Cuál debe ser la preocupación máxima de un técnico?
– El de saber ubicar a cada jugador en la posición que quiere y que le corresponde, donde rinda más. Y no porque veo en la televisión o escucho en la radio que el Milán de Italia o cualquier equipo de Europa le va bien y por ello aplico su sistema aquí. No, no es así si no tengo los jugadores con las condiciones naturales.

–¿Cuál fue tu mayor virtud?
– Con toda modestia, fui un buen estratega.

–¿Y un hombre de muchos milagros?
– No, no creo. Nada de milagros. Sino un buen estratega. Porque siempre me preocupé en conocer las condiciones del adversario e indudablemente, mucho más de mis jugadores. Siempre traté de explotar al máximo la mejor condición de mis jugadores. Por eso, reitero, todos los sistemas son buenos cuando se tiene los hombres indicados para el sistema que uno quiere aplicar.

– ¿Qué es saber de fútbol hoy?
– Ser un buen estratega. Ser una persona que se haga querer, que lo respeten por sus conocimientos, por su capacidad y que le obedezcan sus indicaciones.

– ¿En qué tiene que trabajar un técnico?
– El fútbol uruguayo tiene la inmensa necesidad de mejorar los fundamentos. El jugador nuestro actual, no tiene fundamentos. Hoy corremos detrás de la pelota, hoy disputamos un amontonamiento de jugadores. Eso es común hoy, en todo el fútbol uruguayo.

–¿Qué es lo que tenía de particular el fútbol del interior que hoy no tiene?
–Pienso que existía una mayor responsabilidad en el jugador de antes… Principalmente, en el jugador amateur. Más responsabilidad y no pienso llegar al extremo de decir: “más amor propio”. No sería correcto. Pero existían más ganas de ganar.

 

 

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