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Museo Chacarero

Primeras largadas del automovilismo uruguayo y de la AUVO

MUSEO CHACARERO |INVESTIGACIÓN|Eduardo Mérica 11.06.2015|10:22:00

La fecha exacta donde el automovilismo uruguayo tomó forma fue el 27 de mayo de 1940, y fue por iniciativa de un ya veterano deportista: Omar H. Carlevaro, entonces gerente del Autódromo Nacional, el cual aceleró la fundación de la prestigiosa y grande Asociación Uruguaya de Volantes.

La historia de nuestro Museo Chacarero comienza.

El automovilismo uruguayo y sus primeras largadas en el Uruguay
El automovilismo uruguayo y sus primeras largadas en el Uruguay

Las imágenes del pasado fluyen. Cerramos los ojos y volvemos a ver las pequeñas batallas del deporte de Uruguay. Al norte de Bella Unión, en la frontera con el Chuí, en la Colonia del Sacramento o de allí hasta Piriápolis. En esos años del ayer era común ver escenarios repletos de gente, vivando y gozando el deporte. Eran los tiempos en que se idolatraba a los ganadores, no se festejaban los segundos y menos los terceros y cuartos puestos… Entonces cierre sus ojos, sueñe y vuele con la grandiosa historia que ya empezamos a narrar.

automovilismo 1940 de uruguay

La pista de Piriápolis. Vista aérea del circuito en el Museo Chacarero.
La pista de Piriápolis. Vista aérea del circuito en el Museo Chacarero.

El automovilismo uruguayo tiene una historia de altibajos, de glorias y penas. El ayer del deporte de motor fue muy duro, tan duro que muchos quedaron por el camino, sin esperanzas de triunfo, mientras que otros, los llamados «líricos» se aferraron tenazmente a una idea que vieron culminar en la feliz realización de la pista de Piriápolis, lo cual para muchos era imposible realizar, pero se pudo hacer y allí resurgió de sus propias cenizas el automovilismo de nuestro país.

Un tiempo donde la vida de los motores tuvo muy buenos conductores como dirigentes: Daniel Artagaveitía, Víctor Borrat Fabini, Raúl Martínez, Marcelino Villaveiran, Pelegrín Filgueiras, Conrado Comes, Mario Cuniolli, Carlos Polack, José Genta, Grimaldi, Daglio, Bocking, Aviotti, Crow, Cancella, Ayala y Juan Carlos Rosell.

De todos modos después llegaría el terrible e injustificado período de prohibición, donde dejó la impresión que nuestro automovilismo no resurgiría más.

La fecha exacta donde el automovilismo uruguayo tomó forma fue el 27 de mayo de 1940, y fue por iniciativa de un ya veterano deportista: Omar H. Carlevaro, entonces gerente del Autódromo Nacional, el cual aceleró la fundación de la prestigiosa y grande Asociación Uruguaya de Volantes. Fueron nueve entusiastas visionarios, los propios corredores que, además de arreglar sus coches gastaron lo que no tenían y trabajaron en el arreglo de la pista. Fueron pocos, pero los unió un ideal, el de «hacer automovilismo». Esos hombres ya son historia y sus nombres son: el popular «Negro» Silva, Cantoni, Firpo, Cardelino, Luis Campomar, Nelazzi, Mantero, Bazet, Parrabere Ravel…

Ellos fueron los que «potrearon» en los primitivos caminos del Autódromo Nacional, lugar que se puede considerar la cuna del deporte automotor. Recordemos que recién en el año 1942, se pudo construir la primera pista en el Uruguay. Fue el ovalo de balasto, así se conoció el citado circuito. Se inauguró con un festival internacional con los hermanos argentinos. Vino al Uruguay el famoso -en ese entonces- bimotor de Chiozza, y la carrera fue de una victoria total, materialmente y moralmente para los nuestros.

El Gran Premio Ciudad de Montevideo, sería luego el otro paso gigante que dio la fundada Asociación, en 1947, año donde se aprovechó para fomentar las carreras de «baja cilindrada» en diversos escenarios, para luego lanzar el momento de ir hacia la cumbre de este deporte. Ubicada en Piriápolis.

Tras la coordinación de un esfuerzo mancomunado de varios dirigentes y con un hombre todo nervio al frente, nos referimos a Víctor Borrat Fabini, que en dos meses, tres días y noches, tras viajes, cartas, planos, gestiones y mucho empeño alcanzó la magnífica realidad, de tener en nuestro suelo la presencia del campeón del mundo, el argentino Juan Manuel Fangio y del otro grande Froilán González.

En Piriápolis se culminó el esfuerzo de muchos años con un éxito sin precedentes y donde la Asociación Uruguaya de Volantes se consagró definitivamente, ya que la fiesta automovilística tuvo una enorme cantidad de público rodeada de un grupo de «líricos» que han pasado a la mayor historia del automovilismo de ayer y de hoy.