Inicio » Los 120 años del Club Remeros Paysandú
Museo Chacarero

Los 120 años del Club Remeros Paysandú

Escribe Javier Ricca

Cuando al mediodía del 14 de diciembre, la luna se interponía entre la tierra y el sol, ensombreciendo Montevideo, abrí mi correo electrónico. El primer mensaje era de Mauro desde Paysandú, recordándome:“el Club Remeros cumplirá 120 años el seis de enero ¿Te animás a escribir algo al respecto? Quizás vinculado a lo vivencial-histórico”.

Mi rutina me llevó luego a facebook. Lo primero que apareció allí fue una imagen de “Abel-Fotos” publicada en 1982 en el diario el Telégrafo. En el pie de foto decía “Plantel juvenil del Remeros, campeón Nacional en Polo Acuático”. De forma imprevista, me hallaba en el medio de otro eclipse, en este caso del ciberespacio, donde se alineaban las ciudades de Paysandú, Montevideo y Ginebra.

Desde la heroica, Mauro me instabaa escribir un texto con “vivencias” del club y al mismo tiempo Sergio, desde el viejo continente,de forma profética me “etiquetaba” la imagen de uno de nuestros triunfos y escribía “Te acordás hermano, qué tiempos aquellos…”

Sin lapso al respiro, irrumpió en  mi memoria una frase del poema “Límites” de Jorge Luis Borges: “las sombras, los sueños y las formas que destejen y tejen esta vida…”

1900

A fines de del siglo XIX, algunos pasajeros del Vapor Tangarupá, que regresaban a Paysandú provenientes de las inmediaciones del poblado de San Javier, retomaron la idea de fundar un club de remos. El primer día del año de 1901, en la Agencia Marítima de los Sres. Bossio & Selves y con las formalidades del caso, se fijó una segunda reunión para el seis de enero, día que fue instituido el nuevo club.

1974

Los directivos del Club Remeros se las ingeniaban para promover los valores trasmitidos por sus fundadores. En el año 1974 ingresé al Club a través de las becas otorgadas a los alumnos de segundo año de escuela; becas que se concedían sin importar la condición social o económica. Quien quiso aprender a nadar tuvo las puertas abiertas. En esa oportunidad los astros se alinearon para conocer a cientos de compañeros -no exagero- que, con el correr de los años, se transformaron en incontables consanguíneos del “rombo blanco”. Con ellos perpetuamos vínculos que fluyen hasta el día de hoy como ríos subterráneos y que emergen como manantial en cada encuentro.

1901

La bandera rojiblanca del Club Remeros fue creada por Don Alberto Santa María. El paño rojo representaba la sangre derramada a lo largo de todo el siglo XIX y el rombo blanco el augurio de paz para el nuevo siglo que comenzaba.

1982

El Club era de nosotros. Cuando digo de nosotros era “de nosotros”, de nosotros y de Irma, de Dalmao, del viejo Juan, de las decenas de profesores y de los directivos del club. Estos últimos, por los años ochenta, actuaron con la cordura de no dar nada al waterpolo y con la generosidad de “tolerarnos”. El pacto tácito consistía en que “Poliya” sería el único profesor del Club al que no se le remuneraría su labor, en tanto el plantel financiaría todo lo demás, los arcos, las pelotas, las gorras, los viajes… pero tendríamos acceso ilimitado a la piscina. Eso sí: en los tiempos libres. Nosotros agradecidos.

1900

La nave “Colastinë estaba destinada al transporte de cueros y productos saladeriles pero un furioso vendaval la dio contra las piedras y ahí terminó su historia comercial, adquiriéndola el Club. La sal carcomía las paredes de su viejo casco por lo cual se revistió por dentro con ladrillo asentado en tierra romana, así se levantó un largo salón que fue dividido en dos: uno destinado a vestuario y el otro para depósito de las embarcaciones…”

2021

Los recuerdos se me presentan en cascada: las miles de horas jugando al truco en la cantina, las recreativas de vóley, los partidos de frontón, básquet, futbol de salón, cruzar nadando a la isla… y el entrenamiento del waterpolo a las horas más insólitas. En pleno invierno terminábamos a la una de la madrugada. Alguna temporada comenzamos a la cinco de la mañana, ya que a la siete entraba la muchachada de la Prefectura. Cuando hacíamos doble horario nos tirábamos a la piscina a las doce del mediodía, masticando todavía la comida. El almuerzo en familia era sagrado.Todo esto sin contar las clandestinas incursiones de los fines de semana a la pileta del club, entrando por asalto a la terraza. Era un secreto a voces, todos sabían que entrábamos sin permiso por la puerta de la “Caldera” y nadie decía nada.

1911

La directiva del Club Remeros renueva su sede social comprando el barco “Pasqualino”. En 1916 se resuelve enajenar la nave, al tiempo que se alquila por primera vez en tierra firme un local en la calle Presidente Viera. Como se encontraba a 200 metros de la ribera del río, se decide adquirir una “chata” como sede flotante subsidiaria.

En 1926 se llama a licitación para la construcción de la actual sede. Un año más tarde se coloca la piedra fundamental y en noviembre de 1928 se inaugura el emblemático edificio, con su rampa a las entrañas del río.

1990

Cuando entrenábamos de madrugada, pasaba antes por la casa de Irma para que me diera la llave de la pileta; los días que salíamos a altas horas de la noche Irma aguardaba despierta en su casa hasta que se la devolvíamos.

Detengámonos nuevamente en Jorge Luis Borges: “De estas calles que ahondan el poniente, una habrá (no sé cuál) que he recorrido ya por última vez, indiferente y sin adivinar lo sometido… Si para todo hay término y hay tasa y última vez y nunca más y olvido ¿Quién nos dirá de quién, en esta casa, sin saberlo, nos hemos despedido?…para siempre cerraste alguna puerta y hay un espejo que te aguarda en vano; la encrucijada te parece abierta y la vigila, cuadrifronte, Jano. Hay, entre todas tus memorias, una que se ha perdido irreparablemente…”.

En mi memoria se ha perdido irreparablemente el día que al llegar al 996 de la calle Garzón, golpeé la puerta de la casa de Irma para reintegrarle la llave por última vez. Tampoco recuerdo el último entrenamiento o la última ocasiónen que entré al Club…

2021

120 años de historia del Club Remeros Paysandú. Cuánto esfuerzo de todas las directivas, decenas de disciplinas deportivas. Cuánta gloria surgió de este rinconcito del mundo. Cientos de deportistas que han recorrido el Uruguay integrando planteles o defendiendo a la “Celeste” por el mundo. Imposible nombrarlos a todos. Los sintetizo en tres de nuestros olímpicos: Guillermo Douglas en 1930, Ana María en 1968 y “Carlitos” en 1994.

A esta altura ruego al paciente lector que me permita salir del rol objeto para ser sujeto. No para traer recuerdos personales, sino para compartir cómo, con el correr de los años, los astros se alinearían nuevamente en el Club Banco República de Montevideo. Allí obtuve a mediados de los años 70 mi primera medalla de natación compitiendo por el Club Remeros; allí ganamos a mediados de los 80 el primer campeonato internacional de Waterpolo y en el año 2014 –sin saberlo- jugué mi último partido.

Desde los años ochenta nuestra irrupción como equipo del Club Remeros Paysandú en la capital del país, fue tan marcada y continua que, a comienzos de este siglo, cuando nos juntábamos los ex-jugadores sanduceros para competir en los campeonatos nacionales, a pesar de que participábamos bajo el nombre de otros clubes capitalinos (Hebraica, Huracán, Malvín…) todos los rivales nos seguían llamando “los del Club Remeros”, y esa puerta no se ha cerrado… ni todo es olvido…

En mi última experiencia competitiva en el Club Banco República, integraba el nuevo equipo de Waterpolo de Paysandú que ahora entrenaba en la piscina de “Poliya”. En uno de los entretiempos de ese partido, mientras iba a buscar al casillero del vestuario las gotas para los ojos, escuché en una pieza contigua al entrenador montevideano exclamando a toda voz:“no puedo creer que estos del Club Remeros nos están pintando la cara”.

Ahora, al desempolvar los archivos del recuerdo, comprendo que los que estuvimos, los que continúan y los que vendrán estaremos inextricablemente unidos. Existen puertas de la memoria que no se pueden cerrar.

Por siempre y para siempre, sobre el paño rojo el rombo blanco.

Al Club Remeros Paysandú, eternalmente: Salud!!!

 

Fuente: 20once