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Museo Chacarero

El Dr. Santiago Isaac Rompani cofundador de la OFI, describió como nadie a Montevideo

LA HISTORIA OFI CIAL DE LA OFI.  Desde Montevideo/ENTREVISTA/ EDUARDO MÉRICA para DIARIO URUGUAY.

Es uno de los cofundadores de la Organización del Fútbol del Interior.

 

Rompani, «directum» a Montevideo

Antes de su desaparición física, en 1996, año del cincuentenario de la Organización del Fútbol del Interior (OFI), el Dr. Santiago Isaac Rompani, nos recibió en su domicilio céntrico de Montevideo, a dos cuadras del imaginario kilómetro cero del Uruguay. Nuestra inquietud lo sacudió de tal forma, que pudimos rescatar algunas de sus frases más verosímiles sobre la visión histórica del centralismo montevideano.

Todas ellas las compartimos absolutamente, en cambio, él las pronunció en 1943 en Salto (su pueblo natal), y tres años antes de erigir uno de los movimientos más extraordinarios de la historia del fútbol chacarero de nuestro país. Sus palabras y definiciones contundentes nos avala para decir que es un verdadero «Autor con derecho» a fundar la Organización del Fútbol del Interior.

En principio las palabras del gran fundador de OFI, obró como un bálsamo sobre las sangrantes heridas del introvertido tema de la «Integración» del fútbol, especialmente, en el deporte del Uruguay. Dijo Rompani, en el tramo preliminar de la entrevista…

«Los uruguayos podemos decir, no ya que todos los caminos conducen a Roma, sino que todos los caminos conducen a Montevideo. Todo lo hemos hecho teniendo los ojos puestos en la ciudad de don Bruno Mauricio de Zavala. No le hicimos caso al patriarca de la nacionalidad, Artigas, campeón del federalismo político y de los derechos del pueblo en el río de la plata».

Sus primeras declaraciones sabiamente administradas por el Dr. Rompani, dio a entender o recordar que sus dichos son «archisabido» desde el fondo de la historia y por ello fue más claro…

«Nuestras carreteras miden sus distancias a partir del metafísico kilómetro «0» de la Plaza donde la estatua de la Libertad cambió la cadena rota por la espada.
El símil no traduce una coincidencia, sino una realidad total. Montevideo es la verdadera «ciudad tentacular», de que habla Verhaeren. Montevideo se asigna las atribuciones propias del organismo nervioso central de toda la vida de la nación; es la oficina liquidadora de todos los actos y productos de nuestra conducta social».
Como lógica derivación le pedimos a Rompani su opinión sobre la sensación inequívoca o no del centralismo histórico y se explayó así…
«Un corazón o un cerebro son cosas demasiado grandes para que el examen se detenga en el lejano vaso capilar que surte de vida a una apartada región epicéntrica. Todo lo hemos hecho desde la perspectiva de una concepción metropocéntrica de la nación. Todos los uruguayos somos montevideanos.
Agregando sin pausa alguna… «Es nuestro país demasiado chico y es la capital demasiado grande para que no sintamos legítimo orgullo por algo que es un poco (o un mucho) de todos. Lo que nos desalienta es que los montevideanos sean, con harta frecuencia, nada más que montevideanos. Montevideo debe rescatar los valores auténticos de nuestra individualidad nacional. Montevideo debe situarse a la defensiva de sus esencias originales. Montevideo debe evitar el vestirse con exceso de las ideas y las instituciones ajenas.»
Y concluyó… «Montevideo debe pensar con cabeza propia, aunque sea con ideas ajenas: no sirve el grajo para lucir las plumas del cisne ni las monas para cubrirse con las sedas de las princesas».

 EL ENTIERRO DE ROMPANI

Posteriormente, no se anduvo con chiquitas y como surtiendo de nafta a la hoguera que divide Montevideo con todo el país, Rompani prefirió deleitarnos un poco más con sus increíbles oraciones…

«Es el caso de que los sabios y los literatos, los hombres de ciencia y los artistas saldan su crédito con la cultura, pronunciando conferencias que constituyen meras síntesis de los libros archiconocidos o relectura de discursos pronunciados. No se sabe dónde estamos, ni quiénes somos; menos aún, qué es lo que valemos y lo que significamos. LA MISMA QUERELLA QUE PODEMOS LOS AMERICANOS PROMOVER A EUROPA, PODEMOS LOS HOMBRES DE TIERRA ADENTRO PROMOVER A LA CAPITAL, VELETA Y CASQUIVANA, COMO CHICA QUINCEAÑERA O PRÓDIGA VEJANCONA».

A esta altura de la conversación amena con Rompani, él parecía un generador de la inventiva popular porque siguió castigando como nadie a Montevideo y afirmando lo siguiente…

«Quien quiera juzgar al Uruguay por lo que advierta en Montevideo, adopta el más inapropiado de los modelos posibles: porque es inmensa la desproporción existente entre lo que es el país y lo que es Montevideo, cosa que hace mucho tiempo constituye un hecho imperativo; y porque cada vez se desvanecen con celeridad más creciente los caracteres específicos y distintivos que, siendo propios de Montevideo, constituían un orgullo legítimo para todo oriental. Montevideo vive en una perpetua evasión.
Es la metrópoli del turismo, la capital del Carnaval más largo del mundo, la urbe de más en más cosmopolita, que está pasando a ser colonia o factoría espiritual del mundo entero. Montevideo es el nudo de un colosal abanico de carreteras y vías férreas. Hasta el río epónimo, ebrio de recovecos, se complace en mezclar sus dulces aguas con las del cenagoso Paraná y la sal del Océano en las puertas mismas de la Gran Capital, la «Metrópoli»: la «medida de toda ciudad».

«LOS ARRABALES DE MONTEVIDEO, SON TODO EL PAÍS»

Finalmente, como se refleja en la palabra del Dr. Rompani, es sufrido todo lo que dice porque sabe de sinsabores a lo largo de su vida. Es tan así que al final del diálogo como un viejo trotamundos del Litoral de nuestro país cede su pensamiento y declara abiertamente…

«El Uruguay sólo tiene tres o cuatro ciudades que, en realidad, merecen el nombre de tales por su extensión, por la intensidad de la vida que en ellas se revela, por la cantidad de sus habitantes, por la importancia de sus realizaciones edilicias… por su tradición, por su cultura propia, por su empaque histórico. No hay una sola de ellas (ciudades) que admita parangón con la capital distante, distinta, lejana. En media hora o en una hora, a lo más, se recorren sus alrededores.

El tono de la vida lugareña no parte de Montevideo, sobre todo en aquellas ciudades situadas en el litoral del Uruguay o próximas a la frontera con el Brasil; siempre es Buenos Aires, la que se impone, y en algunos momentos, la bella capital carioca».

Como telón final Rompani respira un aire de tranquilidad, porque por dentro sabe que lo que vive a su alrededor es ficticio y sólo la mano de Dios – según él – puede salvar lo que puede ser una tragedia irreparable. Controlando el momento – en todo momento de la entrevista – alcanza a desear como despedida…

«Montevideo debe poder decir: «Mi vaso es pequeño, pero bebo en mi vaso. Montevideo no debe dar lugar a que Emilio Oribe tenga que seguir repitiendo: «Hablamos de la decadencia de Europa, sin reparar en que la decadencia de Europa, somos nosotros».