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Barradas, es una de las figuras centrales de la pintura uruguaya

HELARTE CON BARRADAS. InvestigACCIONES de Antonella Mérica para Diario Uruguay.

 

Pintor, dibujante, escenógrafo, creador de cuentos e historietas para niños, Barradas abandona Madrid hacia 1926 para radicarse -ya muy enfermo- en Hospitalet, cercano a Barcelona.

 

Su verdadero nombre es RAFAEL PEREZ XIMENEZ. Hijo de españoles, su padre fue el pintor Antonio Pérez Barradas. Nació en Montevideo el 4 de enero de 1890 y murió en la misma ciudad el 12 de febrero de 1929.
En 1912 parte hacia Europa y tras conocer varios países, se radica en España. En 1915 trabaja en Zaragoza, donde se relaciona con con Ignacio Zuloaga y al año siguiente, ya en Barcelona, traba gran amistad con Joaquín Torres García.
En 1918, radicado en Madrid, realiza ilustraciones para libros de la Biblioteca Estrella y decorados, carteles y vestuarios para el Teatro Eslava.
En 1925 obtiene el Gran Premio y Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Arte decorativo de París, y en 1927, es distinguido con similares premios en la Exposición de Arte Decorativo de Villa Reale di monza, en Italia.
En 1926 de trasladó a Hospitalet del Llobregat, cerca de Barcelona, donde realiza, entre otras obras, y en base a recuerdos del Uruguay, sus «Estampones nativos» y una serie de óleos con tema biblíco.
La obra pictórica de Barradas es agrupada, por sus comentaristas, en tres grandes etapas: el Vibracionismo, el Clownismo y Pintura Mística.
En 1920 publica un «Primer Manifiesto Vibracionista».
Ya muy enfermo, regresa a Montevideo tres meses antes de morir.
Dice CUNEO refiriéndose a Barradas:«He citado varias veces al Greco, intencionalmente, porque no hay ningún pintor en España, que se haya aproximado tanto a él, como Barradas: tiene el mismo mistiscismo -un poco humorista en Barradas-, la misma exaltación interna llena de dulzura, la misma intensa religiosidad. Pero es en la parte pictórica donde está el mayor acercamiento: en la manera de producir la luz en el cuadro, la misma visión del mundo, el mismo ojo para percibir las cosas penetrándolas unas con otras»..

 

Rafael Barradas (que así se bautizó a sí mismo utilizando el apellido materno de su padre) ingresa al espacio cultural montevideano de 1910 como dibujante, pintor y caricaturista.

Sus estudios de dibujo los realiza «del natural», en los cafés donde solía permanecer largo tiempo, generalmente acompañado por hombres del teatro, la poesía y el periodismo. Son los tiempos de los jóvenes dramaturgos José Pedro Bellán, Ernesto Herrera («Herrerita»), Florencio Sánchez, del dandy Roberto de las Carreras, del Café Británico, del Polo Bamba, del Ateneo.

Durante esos años, comprendidos entre 1907 y 1913, se dedica a la pintura al aire libre y a la caricatura e ilustración periodística, raramente elogiado y frecuentemente combatido por la crítica de arte de su tiempo. En 1913 edita su propio periódico llamado “El Monigote”, encarado con humor amistoso y provinciano, cuyos artículos iban acompañados de una profusa producción de dibujos litográficos que generalmente recaían en caricaturas de políticos, poetas, dramaturgos e intelectuales.

En agosto de 1913 se embarca para Milán amparado en la generosidad de su amigo el tenor Alfredo Médici, quien comparte con él una beca que le había sido otorgada por el Estado.

Después de una breve estadía en Italia y un pasaje por París, se establece en España, pasando severas penurias económicas que mellan su frágil estado de salud. Su pintura adquiere inesperado relieve vanguardista en la Barcelona de 1916, lugar y momento en que conoce al uruguayo Joaquín Torres García, con quien entablará una entrañable e imperecedera amistad.

Radicado a partir de 1918 en Madrid, es uno de los principales precursores del “Ultraísmo”, la vanguardia madrileña que conjuntó literatura, plástica, teatro, ilustraciones, ediciones, con alucinada vocación poética de filiación modernista. Entre otros contertulios suyos se encontraban Salvador Dalí, Federico García Lorca, Luis Buñuel, Rafael Alberti, Ortega y Gasset, Gómez de la Serna.

Pintor, dibujante, escenógrafo, creador de cuentos e historietas para niños, Barradas abandona Madrid hacia 1926 para radicarse -ya muy enfermo- en Hospitalet, cercano a Barcelona. Allí abrirá, en su propia casa, las célebres tertulias del “Ateneíllo” a las que concurrían connotados artistas e intelectuales -no solamente españoles- de la época.

Regresa a Montevideo en diciembre de 1928 y fallece dos meses después.

En la peripecia de Barradas -un artista que busca la Europa soñada y una vez en ella no consigue regresar a su patria, aunque logra consagrarse póstumamente como uno de los pilares de la vanguardia española de los años 20- subyace el mismo atractivo que marcó la vida de otros artistas uruguayos. Lo que singulariza el caso de Barradas, es que él se integró y protagonizó (al igual que Torres García) los movimientos renovadores en la cultura europea de esos años y que ese desdoblamiento parece haberlo pagado con su propia vida.