El peor enemigo de la Libertad de Prensa, es quien abusa de ella; porque al hacerlo, da argumentos a quienes quieren limitarla, regularla, y eventualmente hacerla desaparecer bajo un cúmulo de regulaciones burocráticas, que solo son herramienta de la tiranía, siempre temerosa de la exposición de sus desmanes al conocimiento de la ciudadanía.
Y justamente son quienes abusan de ella, quienes más la invocan. Es el precio de la libertad, y hay que pagarlo sin dudar, porque por desagradable que resulte, siempre es preferible al silencio del miedo administrado por el poder de turno.
Y el humor, insólitamente, suele ser una de las primeras víctimas de la libertad; porque la frontera entre lo divertido, inteligente, ocurrente, pícaro y la zafiedad del insulto del canalla, suele irse desdibujando lentamente.
Basta recordar al formidable grupo de “Decalegrón”, que sintetizaron el llamado “humor uruguayo”, o a “Les Luhiers”, (que siempre les rendían tributo a Espalter, Almada, Raimundo Soto, Berugo Carámbula y siguen nombres…), que se dieron el lujo de hacer una cantata con el texto del prospecto de un laxante, sin caer en ninguna escatología; y compararlo con la grosería “tinelesca” de la barra de imbéciles que han desatado la justa furia de los Riverenses para entenderlo.