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Nacho Suárez y sus poemas en Diario Uruguay

DESDE EL PALACIO SALVO IGNACIO SUAREZ CON DIARIO URUGUAY.

INTERIOR.
Yo pienso por la voz de las
palabras. Ellas me dicen
los signos que debo leer..
La cáscara de afuera del
poema. El tronco de la savia
de la idea. Acaso los latidos
del corazón, pero no el latir
del corazón. Desde la nada
blanca del papel veo las
puertas las grietas los
intersticios de las puertas y
de las ventanas las luces que
se filtran /como las máquinas
“de cajón”/ las fotos de las instantáneas que se
superponen así de difusas.
Tan de cierto y de desierto,
de serio y de fugaz es este
juego circular del todo y de
la nada…
Nacho Suárez.

Luego de una entrevista CX 30 Radio Nacional, junto a (de izquierda a derecha) Zenia García Ríos, Saúl Ibargoyen Islas, Ignacio Suárez y Mariluz Suárez Herrera. (Octubre 11 de 2020)

FOTO DE PORTADA: Almuerzo con Fernando Villalba y Daniel Alejandro, luego de la entrevista para la Televisión.

PADRE.
/ A Ignacio Leandro,
Pastor de nubes. /
Vas y vienes en mí.
A veces adelante a
veces al costado.
Dentro y fuera de mi
alma, y andas todavía
al lento paso de tu paso…
Vienes de una infancia
de sol y un campo largo.
De tiros y amores de
frontera. De tropillas de
un pelo. De azules y
brasileras noches de
copas y de pétalos,
chocolates y sábanas.
De un bárbaro pasado
feliz y de a caballo…
Después, la vida con sus
cambios. Mi madre, la
maestra, los hijos, los
trabajos. La casa de
Carrasco y esa palabra
– padre – en el silencio
verde de un mate
atardecido, solitario,
ensimismado…
De pronto, hubo un adiós
de madera / inesperado /
que aún sigue golpeando,
como de sangre y clavos.
Y hoy te digo con Enrique,
mi otro hermano: Padre,
por favor, no te sigas
muriendo…
Nacho Suárez.

Cena de Fraternidad Victory en la Barbacoa de Everli. Rada, Nacho, Nilmo, Everli, Alexis y Pepo Olivencia, el tal fotógrafo!

 

 

CASI AYER.
/ A Esteban Acosta
Abadie. /
He mirado el verde del
jardín por el ventanal
de Amanda Berenguer
y he olido el café entre
los libros de José Pedro
Díaz. Era cerca de lo del
turco Ivan Kmaid, al este
de la ciudad de Líber,
Zitarrosa y Picatto. Eran
los tiempos del tango y de
las lluvias y de los vientos
bravos de aquí para allá,
así, como valseados… Eran
los boliches nocturnos de
Montevideo con Maneco y
Jango Goulart en “El Aro”
el Arocena, en la esquina
salada del Hotel Carrasco.
Del Outes y del Minchobar.
Del Palace y el Armonía en
la rinconada al sur del
Palacio Salvo. Del Boston
del Sodre y del Antequera
de Feliche, viejo flaco y
encorvado con sus ojeras
violetas y su pálida figura
de pájaro. Los Cafés de los
amigos y de los sueños.
De los poemas de los
amores, de los manifiestos
entre el humo azul de los
cigarros. De los alcoholes,
de las copas compartidas,
del murmullo del mundo:
/ Los días de los misiles,
Cuba China Viet Nam./
También del claro silencio
interior – tan joven
como anciano, tan
universal y personal –
como es el agónico
gorrión de la soledad…
Nacho Suárez.