El francés Pierre de Coubertin, creador de lo Juegos Olímpicos modernos, tenía una visión del papel de las mujeres en esta celebración muy alejado del que, afortunadamente se tiene hoy.
Son muchas las barreras que tuvieron que superar las “pioneras”, de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, para que ahora podamos estar presentes en las competiciones que se celebran tanto a nivel internacional como a niveles más locales en la mayoría de los países. Los conocidísimos y celebrados Juegos Olímpicos, son un ejemplo de esas barreras. En 1900, en los Juegos de París, pudieron participar por primera vez las mujeres. Lo hicieron once (junto a 1319 hombres), y solamente en categorías como golf y tenis, y cuatro años después en tiro con arco.
En 1900, en los Juegos de París, pudieron participar por primera vez las mujeres.
El francés Pierre de Coubertin, creador de lo Juegos Olímpicos modernos, tenía una visión del papel de las mujeres en esta celebración muy alejado del que, afortunadamente se tiene hoy. Él creía firmemente que debía limitarse a coronar a vencedores, y se encargó de defenderlo hasta su muerte con manifestaciones del tipo:
Gracias al trabajo de mujeres como Alice Milliat se creó en 1921 la Federación Internacional Deportiva Femenina (FIDF).
En 1928 en los JJOO de Ámsterdam se permitió la participación femenina en atletismo, aunque sólo en tres pruebas: 100 m., salto de altura y 800 m. En esta última algunas atletas cayeron exhaustas en la meta, y esto fue la excusa perfecta para que el COI decidiera eliminarla del programa alegando que tras basarse en estudios médicos las carreras de más de 200 metros de distancia provocaban en las mujeres “envejecimiento prematuro irreversible”.
La Carta Olímpica estipula que “toda forma de discriminación con respecto a un país o una persona, ya sea por razones raciales, religiosas, políticas, sexo u otras es incompatible con la pertenencia al Movimiento Olímpico”.
La carrera no ha terminado