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Hincha rojo: “La justicia puede equivocarse, pero hay que respetarla”

FRONTERA EN LA AUF. Desde Rivera Roberto Beto Araújo para Diario Uruguay.

«…ni por acaso se nos ocurre, ni cuestionar, ni mucho menos desacatar un dictamen judicial; y no se nos ocurre por dos razones, una ética, y la otra de mero sentido común, pues podemos ser “bayanitos ignorantes” como alguno por ahí ha dicho…»

En horas nada más, la justicia se va expedir, o sea, se va expedir de nuevo pues ya lo hizo, y lo hizo de manera tan contundente y concluyente, que si les restara un “pingo” de vergüenza y dignidad, por pudor por lo menos, hubieran evitado esta nueva instancia, “pero tá” , tienen derecho y si tienen derecho que lo ejerzan.

La justicia no es perfecta, es obvio que no lo es, pero es un recurso que amén a nuestro estatus evolutivo nos vemos obligados a respetarla.

Ya lo dijo Sócrates: “el más sabio de entre los sabios” quien siendo condenado a beber la Cicuta por caprichos de un caprichoso (vaya coincidencia), cuando sus amigos hicieron un hueco en las paredes de su calabozo para rescatarlo del cadalso, se negó rotundamente aludiendo a que “la justicia puede equivocarse, pero hay que respetarla” y en tal estado bebió de un sorbo el letal veneno.

En horas nada más la justicia se ha de pronunciar, si nos toca la de perder, seguiremos en nuestra lucha reivindicativa, por supuesto que hemos de seguirla, pero ni por acaso se nos ocurre, ni cuestionar, ni mucho menos desacatar un dictamen judicial; y no se nos ocurre por dos razones, una ética, y la otra de mero sentido común, pues podemos ser “bayanitos ignorantes” como alguno por ahí ha dicho, pero tenemos muy en claro lo que significa un desacato a una resolución judicial.

Y del mismo modo hemos de ser muy celosos en el cumplimiento de la misma, si el tribunal resuelve a nuestro favor, y no nos va temblar el pulso a la hora de actuar si por ahí alguno de estos iluminados, se les ocurre recurrir torpemente inventando algún ardid, de esos que suelen usar como técnica, producto de su arrogancia y megalomanía desmedida, esa que ya les ha dado más de un dolor de cabeza, y les va seguir dando de llegar el caso.

Los fallos judiciales no se discuten, no se interpretan ni se ajustan al paladar del consumidor, sencillamente se acatan y se cumplen, y chau.

Estamos llegando al corolario de un expediente que tuvo una instancia administrativa y otra judicial con dos etapas bien definidas.

«…con la misma honestidad que les advertimos con antelación de lo que abríamos de hacer (y lo hicimos en su momento ) les advertimos que de llegar el caso (que esperemos no llegue) habremos de cambiar de juzgado (de civil a penal), pero no de empeño, y no nos va temblar el pulso cuando ingresemos con la rudeza de una causa que cambie el perfil del denunciado, convirtiendo al demandado en reo».
Los argumentos y razones de los contendientes fueron expuestas de manera muy clara y expresiva en el proceso, ambas partes tuvieron la oportunidad de poner (y exponer) en el papel y en la mesa las razones y argumentos que las justificaban, lo que no se puso no se puso, y no hay extremo que justifique andar buscando mulitas en el patio del cuartel, a menos que quieran seguir haciendo fiasco, a menos que pretendan seguir dando lástima, a menos que se quieran exponer al rigor de una denuncia penal por desacato y obstrucción de un fallo judicial.

La irracionalidad es una de las únicas razones que parecen no tener límites racionales, en un razonamiento silogístico que desafía la lógica en sí mismo, pero donde no parece haber límites los límites se manifiestan de forma tan grosera que a veces duelen y lastiman.

Aún no se ha emitido el fallo, y ya los rumores de desacatos solapados empiezan a sonar, quizás porque pese a la irracionalidad de sus métodos y acciones, comprenden que la razón les falta, y la inminencia de un revolcón es casi que inevitable, y de llegar a ser así, con la misma honestidad que les advertimos con antelación de lo que abríamos de hacer (y lo hicimos en su momento ) les advertimos que de llegar el caso (que esperemos no llegue) habremos de cambiar de juzgado (de civil a penal), pero no de empeño, y no nos va temblar el pulso cuando ingresemos con la rudeza de una causa que cambie el perfil del denunciado, convirtiendo al demandado en reo.

Como lo dijimos antes, y lo repetimos ahora, “no lo deseamos”, pero como lo dijimos antes también, no se nos ha de ver titubear en el indeseado instante de continuar con lo que la causa nos exige.

Tenemos un compromiso ineludible; un compromiso con el barrio, con el club, con el pueblo , con la casaca y con el interior entero, que ya no aguanta más ser rehenes de rencillas políticas y electorales.

En horas nomás la suerte y el destino se va jugar en la mesa de un tribunal, esperamos confinantes, esperamos tranquilos, esperamos serenos, pero esperamos con el mismo empuje que nos obliga la certeza que la historia nos exige el de no claudicar en nuestros derechos, ni ceder un milímetro ante el prepo, a la arrogancia y a la mezquindad que ofenden al sentido común, a la institucionalidad que nos define como cultura, y a la Justicia que aun no siendo perfecta, es de orden respetarla, a menos que…!

He Dicho.