Inicio » El nacimiento del fútbol profesional argentino
Todo Deportes

El nacimiento del fútbol profesional argentino

Este número es una edición especial dedicada a los deportes, en especial, al fútbol; aunque también incluimos un artículo sobre el pato, el que es por ley nuestro deporte nacional.
En principio, reflexionamos sobre la relación entre el fútbol y el barrio en la ciudad de Buenos Aires, sus orígenes en la década de 1920. Luego, damos a conocer el nacimiento del fútbol profesional argentino y la huelga de jugadores. También, difundimos la historia de León Kolbowski, emblemático presidente del Club Atlético Atlanta, y la historia del nacimiento del Club Gimnasia y Esgrima La Plata. Además, abordamos el Mundial 78 con la erradicación del Bajo Belgrano.

La relación fútbol-barrio en Buenos Aires y su origen en la década de 1920*
La primera identidad de los porteños

**Es licenciado en Historia de la Universidad del Salvador y trabaja en la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico (Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires). Ha publicado diversos libros sobre la historia y los personajes de la Ciudad de Buenos Aires, entre otros: La leyenda del Petiso Orejudo (2000), Rascacielos porteños (2006), Buenos Aires Fútbol: clubes, canchas y estadios en la Capital Federal desde 1867 hasta el presente (2008) y Mercados de Buenos Aires (2014).

* Parte de este trabajo fue expresado por el autor en otro titulado Fútbol y barrio: la construcción de los grandes estadios en la Capital Federal y el origen de las identidades barriales hacia 1920-1930, que se presentó en el i Congreso de Historiadores del Fútbol, realizado por la Legislatura Porteña en septiembre de 2009. Sobre este tema se pueden consultar además las siguientes obras del autor:

Buenos Aires fútbol: clubes, canchas y estadios en la Capital Federal desde 1867 hasta el presente (Dunken, 2008) y Buenos Aires y el fútbol (Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural, 2010). por Leonel Contreras

No es casual que, en la actualidad, la ciudad de Buenos Aires albergue cientos de clubes y lugares que han tenido y tienen que ver con la historia grande del fútbol argentino y mundial. Sin contar el área metropolitana, la capital de la República Argentina cuenta con dieciocho estadios de fútbol donde hacen las veces de local distintos equipos que militan en las cinco divisiones de la Asociación del Fútbol Argentino.

Es probable que esta situación la ubique como la metrópoli con más estadios en todo el mundo. Sin embargo, curiosamente, no existe ninguno con capacidad para más de setenta mil personas ni tampoco un estadio “nacional” o “municipal” para albergar encuentros internacionales. Esta situación tiene que ver con un fenómeno generado en los últimos años de la década de 1910 y durante la de 1920, momento histórico en el que en Buenos Aires se construirían los principales estadios de madera de los clubes criollos.

En aquel entonces, las entidades que tenían más arraigo en la población eran las que habían nacido dentro de la esfera criolla (River, Boca, San Lorenzo, Huracán, Vélez) y que no tenían nada que ver con el origen inglés de los primeros equipos de fútbol que sobresalieron en el país (Lomas Athletic, Alumni, Belgrano Athletic). Este fenómeno, relacionado además históricamente con el paso del inmigrante del conventillo a la casa propia, derivaría en el establecimiento de una relación sentimental sumamente particular entre los clubes y los barrios en los que dichas canchas fueron construidas.

La notable proliferación de estadios en la ciudad de Buenos Aires llegó a generar hechos inéditos, como la existencia de dos canchas de envergadura (la de Atlanta y la de Chacarita) separadas apenas por un sendero, Esto se dio entre 1925 y 1944.

No cabe ninguna duda de que la relación entre clubes y barrios fue el fenómeno más importante generado por esta realidad. Relación que llegó a ser tan estrecha que, en muchos casos, es imposible separar uno de otro. Por ejemplo, en la actualidad, la sola mención de un barrio puede hacer referencia al equipo de turno.

En este sentido, Mataderos será sinónimo de Nueva Chicago; Floresta, de All Boys, y Boedo, de San Lorenzo. Sin embargo, existen algunas particularidades. Muchas veces nos encontramos con que algunos equipos no hacen de local en el barrio con el que se identifican y en cambio éste sí tiene que ver con su pasado. En el caso de San Lorenzo, el club posee su cancha en el Bajo Flores. Este estadio fue construido luego de pasar varios años penando y alquilando canchas ajenas, situación a la que se llegó luego de que la última dictadura militar obligara al club a malvender el anterior estadio, levantado durante la etapa de afianzamiento de la identidad barrial en el barrio de Boedo, con el que sí se identifica el club. En la actualidad, San Lorenzo reniega de su ubicación actual y sueña con la vuelta del estadio a Boedo, barrio por el que siempre canta su hinchada.

Es importante destacar que los equipos criollos crecieron con la ayuda de sus socios, gente del barrio que se identificaba con ellos.

De hecho, cuando el fútbol comenzaba a tomar vuelo (entre 1910 y 1920), la mayoría de la población ya vivía en barrios. Sin embargo, todavía no tenía una identidad vecinal. Fueron, mayormente, jóvenes hijos de inmigrantes quienes se encargaron de fundar los clubes más populares (River, Boca, San Lorenzo, Huracán,
Vélez), convirtiendo al fútbol en un arma fundamental para la formación de la identidad barrial y porteña en general.

En un primer momento, estos jóvenes trataron de encontrar un espacio propio para poder practicarlo, lo cual no resultó nada fácil. Comenzaron entonces una larga carrera hasta acceder al terreno propio, teniendo muchas veces que recurrir a los espacios públicos mediante bondades de leyes y ordenanzas del Concejo Deliberante para conseguirlo.

A fines del siglo xix y comienzos del xx, hubo muchas normas que favorecieron a los clubes (tanto ingleses como criollos) para obtener terrenos.

Originalmente, era común que estos recibieran terrenos públicos, por lo general, otorgados por el Concejo Deliberante. Incluso existieron casos en que este organismo obligó a instituciones a desalojar predios que les había otorgado con anterioridad para favorecer a otras. Por ejemplo, esto mismo ocurrió a fines de la
década de 1920 entre Estudiantes de Buenos Aires y geba.

En un primer momento, la gran mayoría de los terrenos que se otorgaban se encontraban situados en el Parque Tres de Febrero; de hecho, la primera institución deportiva del país y de Latinoamérica (el Buenos Aires Cricket Club) tenía su predio donde hoy se levanta el Planetario.

Luego, muchas otras instituciones (geba, Estudiantes de Buenos Aires, Porteño) también consiguieron terrenos en ese lugar. Otros espacios verdes sirvieron de igual manera para este fin. En el Parque Chacabuco, hicieron de local San Lorenzo y Atlanta y, en el Parque Avellaneda, aún pueden apreciarse las
llamadas “canchas Peuser”, donde han jugado equipos que militaron en la Primera División, como Floresta.

El modelo del Gasómetro
La cancha que San Lorenzo consiguió construir en Boedo, conocida como El Gasómetro, es considerada por muchos como el estadio más histórico de todos los del fútbol argentino. El club se afincó en ese lugar (Avenida La Plata 1768) en 1916 y construyó un estadio con una capacidad acorde a dichos tiempos.

Posteriormente, en 1927, se venció el contrato de alquiler y la entidad tenía que decidir qué hacer. El asunto era complicado porque la propietaria del solar, la monja María Constancia Oneto, no quería prorrogar el contrato. Sin embargo, Pedro Bidegain, vicepresidente de la entidad, logró convencer a su apoderada de que la religiosa debía vender el terreno al club.

El 24 de junio de 1928, la compra fue aprobada por San Lorenzo, que emitió un empréstito de $250.000 destinado a la construcción de un nuevo estadio. Fueron levantados entonces 442 metros de alambrados
y 264 metros de tribunas con 56 escalones, que podían recibir a unas 39.000 personas.

El estadio fue finalmente inaugurado en diciembre de 1930, tras construirse un edificio de 120 metros de largo por 12,5 metros de ancho junto a las tribunas de la calle Inclán.

Este fue destinado a oficinas de administración, salón de fiestas, confitería y vestuarios.5
Luego de las modificaciones realizadas entre 1928 y 1930, la cancha de San Lorenzo se convirtió en el principal escenario del fútbol local. En realidad, fue el estadio que cerró el fenómeno de los grandes estadios de madera que terminaron de vincular a los clubes con los barrios. La ubicación del Gasómetro, casi en el centro geográfico de la ciudad, fue inmejorable e hizo que este fuera elegido permanentemente para jugar allí los principales encuentros. Además, su capacidad llegó a la cifra de 73.400 espectadores,
lo que lo hizo durante bastante tiempo el estadio más amplio del país.

Nuevas obras inauguradas por el club, en 1945, lo convirtieron en un verdadero club modelo. Sin embargo, una sucesión de desatinos lo obligaría a desprenderse del predio y a su desmantelamiento. Durante 1979, la municipalidad presionó al club al plantearle que debía ser inminente la apertura de la calle Avelino Díaz y que, si no lo hacía, se podían perder los terrenos del Bajo Flores (donde actualmente está la cancha), otorgados a San Lorenzo a comienzos de la década del 1960. Los números en rojo de la institución azulgrana hicieron el resto y el predio fue malvendido en novecientos mil dólares. El último partido allí jugado fue el del 2 de diciembre de 1979. La calle Avelino Díaz nunca se abrió y la cancha, en cambio, fue finalmente demolida en 1982 y se ubicó en su lugar el hipermercado Carrefour. Por presión de sus hinchas, en 2012, la Legislatura Porteña aprobó la llamada Ley de Restitución Histórica de los terrenos y, dos años más tarde, el club firmó con el hipermercado el convenio para tomar posesión del predio. Un año más tarde, Carrefour aceptó la propuesta y hubo acuerdo por la “Vuelta a Boedo”. Sin embargo, la construcción del estadio en su lugar originario sigue siendo una incógnita.

El Fortín de Villa Luro
Pero San Lorenzo no es el único club con una hinchada que canta por su barrio anterior.

Existen otras que también lo hacen aunque, por lo general, también alientan por el actual, sin renegar del presente. En este sentido, Vélez Sarsfield es un caso emblemático: ama por igual Villa Luro y Liniers. El club se afincó definitivamente en el primero en la década de 1920, cuando se comenzaban a conformar las identidades barriales. Dos años después, se aprobó el contrato de locación del predio limitado por las calles Basualdo, Schmidl, Guardia Nacional y Pizarro que, en ese entonces, era propiedad de José y Enrique López Bancalari y que no se hallaba muy lejos de donde el club mantenía su cancha, en la calle Cortina y la avenida Bacacay.

El estadio de Basualdo 436 fue inaugurado el 16 de marzo de 1924, en un partido en el que Vélez enfrentó a River Plate y que empataron en dos goles cada uno. A partir de este momento, se convertiría en uno de los grandes escenarios del fútbol nacional. Alcanzaba una capacidad para 15.972 personas, aunque luego fue ampliado a veinte mil. Posteriormente, adquiriría la fama de “invencible”. Fue en la edición del diario Crítica del 13 de julio de 1932 cuando por primera vez se lo llamó “el Fortín de Villa Luro”, nombre que a lo largo de la historia se mantendría vinculado siempre a Vélez Sarsfield.

El contrato de alquiler de este predio finalizó definitivamente en 1940, año en que el club obtuvo la locación de un terreno del Ferrocarril del Oeste (actualmente, Sarmiento), entre las calles Barragán y Gaona (actualmente, avenida Juan B. Justo). El traslado al barrio de Liniers era, de esa manera, inminente. La “despedida” del Fortín se celebró el 7 de diciembre de 1941.

A pesar del desalojo, el traspaso a Liniers no significó para Vélez un hecho traumático, cosa que sí ocurrió con San Lorenzo y su traspaso al Bajo Flores. Al contrario, fue el inicio de una proeza que hoy es orgullo para todos los velezanos: la construcción del estadio José Amalfitani.

Además, hacia 1944, el club comenzó a convertirse en propietario y formalizó la compra de los terrenos a fines del año siguiente. Otro caso de un club que nunca olvidará el amor por su viejo barrio es Platense. Hoy mudado a Vicente López (Gran Buenos Aires), el club calamar se sigue identificando con Saavedra, aunque su cancha entre la calle Manuela Pedraza y la avenida Crámer nunca estuvo situada oficialmente en ese barrio, sino en Núñez.

Este estadio también fue uno de los más emblemáticos del fútbol argentino, que desapareció por la desidia de algunos dirigentes del club. Fue inaugurado el 9 de julio de 1917 y forma parte de los viejos estadios de
madera que vincularon definitivamente a los clubes con los barrios.

El Monumental y la Bombonera
Un caso particular es el del Club Atlético River Plate. Es casi imposible que su hinchada se sienta identificada con su barrio de origen, La Boca y nunca un cantito hará referencia a este lugar. Esto tiene que ver con que, en un momento dado –una vez más, en la década de 1920–, su dirigencia optó por mudarse a
La Recoleta y dejó su lugar original en manos del vecino de turno, Boca Juniors. Dicho club se quedó allí para siempre y se adueñó de alguna manera de este. La mudanza de River a La Recoleta le produjo un gran aumento de socios, de una extracción social diferente a la que tenía hasta ese momento y lo posicionó como un club de envergadura. Cuando José Bacigaluppi (presidente de la entidad en ese entonces) planteó su deseo de emigrar al norte de la ciudad ante la comisión directiva, se lo trató de loco. Sin embargo, él siguió adelante y comenzó las tratativas de alquiler por su cuenta. Luego de tres días, consiguió para el club el arrendamiento de un predio durante cinco años con opción a cinco más. Pero no todo fue fácil: algunas fracciones del terreno estaban afectadas por una ley de expropiación y, además, el intendente Carlos Noel obligó a que la parte del futuro estadio que miraría a la avenida Alvear (actualmente, Avenida del Libertador) respetara el estilo de la zona. El encargado de hacer el plano fue el arquitecto Bernardo Messina.

Lo cierto es que el estadio que tuvo River entre las avenidas Alvear y Tagle fue otro de los grandes estadios del fútbol argentino que se construyeron en la década de 1920. Llegó a tener una capacidad de 58.000 espectadores, lo que lo convirtió, al momento de su inauguración, en el más grande del país, superando ampliamente al de Sportivo Barracas. Su ubicación inmejorable y su capacidad hicieron de esta cancha uno de los principales escenarios futbolísticos a lo largo de las décadas de 1920 y 1930.

De alguna manera, River se “refundó” en este lugar: en 1932, volvió a usar la camiseta de la banda roja y se consagró campeón rompiendo una racha de once años, cuando había obtenido su único campeonato de la era amateur.

A fines de la década de 1930, sabiendo que en cualquier momento podían ser desalojados del predio, los dirigentes de River comenzaron a pensar en una nueva mudanza y el club tuvo que conseguirse un predio nuevo. Los dirigentes volvieron a tener visión de futuro y adquirieron un terreno en un lugar que, en aquel entonces, era inhóspito. En la actualidad, sin embargo, el entorno de la cancha llamada el Monumental es muy cotizado y esta es elegida muchas veces para encuentros neutrales por su ubicación privilegiada.

Así como River se arriesgó a comprar un terreno en una zona casi inhóspita, otros clubes hicieron un esfuerzo para quedarse en los predios que originalmente alquilaban. Es el fenómeno mencionado anteriormente, el del paso de “inquilino” a “propietario”. En este sentido, en consonancia con el deseo de mantenerse en el lugar de pertenencia, y al mismo tiempo que River Plate se mudaba de La Boca, su enemigo Boca Juniors hacía posible el arrendamiento de unos terrenos que poseía el Ferrocarril Sud (actualmente, Roca) entre las calles Brandsen, Del Crucero (actualmente, Del Valle Iberlucea), Aristóbulo del Valle y las vías del ferrocarril.

En octubre de 1922, el club comenzó la construcción allí de un nuevo estadio, cuyas obras estuvieron a cargo del ingeniero José A. Comotti. Esta cancha fue inaugurada el 7 de julio de 1924 y una caravana de tres
mil personas acompañó el emotivo traslado.

La nueva cancha tenía una capacidad para 55.000 personas, apenas tres mil menos que a de River en La Recoleta. Posteriormente, Boca Juniors pudo construir su actual estadio (la Bombonera) en el terreno donde se encontraba su anterior cancha de madera, gracias a que una ley establecía el otorgamiento de préstamos a todas aquellas instituciones que tuviesen terreno propio y desearan ampliar sus instalaciones.

Futbol y barrio: el Globo
Si existió un club que luchó por quedarse en el lugar donde había forjado su identidad barrial, ese fue Huracán. El predio que hoy ocupa su estadio había sido arrendado desde 1923. Su cercanía con la antigua quema de basuras derivaría en un mote que los hinchas de Huracán llevan con orgullo hasta el día de
hoy, el de “quemeros”.

Un préstamo había permitido al club inaugurar su estadio de madera el 17 de agosto de 1924. Un año después, se construyó el velódromo, tan característico de aquella cancha y, posteriormente, se siguieron haciendo obras.

En 1933, ante la negativa de Pereyra Iraola de seguir alquilando el predio, los dirigentes decidieron comprar un terreno entre la avenida Roca (actualmente, Intendente Rabanal) y la calle Varela, en el barrio de Villa Soldati. Sin embargo, el club daba muestras de ya no querer mudarse de Parque Patricios. Fue por esta razón que, finalmente, una asamblea decidió en 1939 adquirir los terrenos entre la avenida Alcorta y la calle Luna por un total de $450.000 pagados al contado, en parte, con los $160.000 obtenidos con la venta del predio de Villa Soldati. En 1940, inauguró su actual sede de la avenida Caseros.

La eterna dualidad
Huracán y Parque Patricios es sinónimo de fútbol y barrio. El barrio es, para el porteño, su primera identidad. Por eso mismo, en el potrero del barrio, surgieron los equipos con más hinchas, los más queridos. Se establecieron así rivalidades irreducibles, históricas, entre clubes vecinos que, a través de los años, iría alimentado la enorme espiral de violencia en el que hoy se encuentra sumido nuestro fútbol.

Serán amores y odios donde se construirán y desharán el “nosotros” y el “otros” una y otra vez. Serán enfrentamientos duales a semejanza de tantos otros que han existido en nuestra historia: ciudad y campo, Buenos Aires y el interior, unitarios y federales, radicales y conservadores, peronistas y antiperonistas…

————————————————————————————————————————————————————————–

NOTAS
1. Estos clubes son: All Boys, Argentinos Juniors, Atlanta, Barracas Central, Boca Juniors, Comunicaciones, Defensores de Belgrano, Deportivo Español, Deportivo Riestra, Excursionistas, Ferro Carril Oeste, General Lamadrid, Huracán, Nueva Chicago, River Plate, Sacachispas, San Lorenzo de Almagro y Vélez Sarsfield.
2. Cfr. FRYDENBERG, Julio. Espacio urbano y práctica del fútbol. Buenos Aires, 1900-15.
3. El 20 de junio de 1867 se disputó en ese lugar el primer partido de fútbol documentado en Latinoamérica.
4. Cfr. CONTRERAS, Leonel. Buenos Aires Fútbol: clubes, canchas y estadios en la Capital Federal desde 1867 hasta el presente. Op. Cit.
5. Cfr. ESCANDÉ, Enrique. Memorias del Viejo Gasómetro. Buenos Aires, Dunken, 2005.
6. Cfr. VARIOS. La historia de Vélez Sársfield. Buenos Aires, Comisión de Asuntos Históricos, 1980.
7. El terreno del estadio José Amalfitani era en su origen un verdadero pantano, ya que en ese lugar había existido allí una laguna que se formaba con la lluvia al desbordarse el arroyo Maldonado. Por ese motivo, se considera su construcción como una de las más grandes epopeyas en toda la historia del deporte nacional.
8. Esto da pie para hablar de otro fenómeno, que es que muchos hinchas desconocen el barrio oficial en el que se ubican los estadios o sedes de sus clubes. Quizás el más emblemático sea All Boys, cuya hinchada siempre va a cantar por Floresta y nunca por Monte Castro.
9. Cfr. FUCKS, Diego. El libro de River. Buenos Aires, Aguilar, 1999.
10. Cfr. VARIOS. Boca: el libro del xentenario. Buenos Aires, Planeta, 2004.
11. Cfr. RODRÍGUEZ, Francisco. Historia del Club Atlético Huracán, su fundación. 22 años de fútbol amateur.
Buenos Aires, 2002.
12. Cfr. Nosotros y el fútbol. Buenos Aires, Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, 1998.

 

Bibliografía
Fuentes
Actas del Honorable Concejo Deliberante.
Guía de Instituciones Afiliadas de la Asociación Amateurs de Fútbol (1923).
Memoria de la Asociación Amateurs Argentina de Football (1927).
Diario La Argentina (1912-1929).
Fotografías aéreas de la Ciudad de Buenos Aires (Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires).
Libros y artículos
AA. VV. (1980): La historia de Vélez Sarsfield, Buenos Aires: Comisión de Asuntos Históricos.
AA. VV. (1998): Nosotros y el fútbol, Buenos Aires: Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires.
AA. VV. (2001): 100 años de calidad, Buenos Aires: Olé.
AA. VV. (2004): Boca: el libro del xentenario, Buenos Aires: Planeta.
Alabarces, P. (2002): Fútbol y Patria: el fútbol y las narraciones de Nación en la Argentina, Buenos Aires: Prometeo.
Contreras, L. (2008): Buenos Aires fútbol: clubes, canchas y estadios en la Capital Federal desde 1867 hasta el presente, Buenos Aires: Dunken.
–––––––– (2009): “Fútbol y barrio: la construcción de los grandes estadios en la Capital Federal y el origen de las identidades barriales hacia 1920-1930”. Trabajo presentado en el i Congreso de Historiadores del Fútbol, realizado por la Legislatura Porteña, septiembre.
–––––––– (2010): Buenos Aires y el fútbol, Buenos Aires: Comisión para la Preservación del Patrimonio HistóricoCultural.
Escandé, E. (2006): Memorias del Viejo Gasómetro, Buenos Aires: Dunken.
Fabbri, A. (2006): El nacimiento de una pasión: historia de los clubes de fútbol, Buenos Aires: Capital Intelectual.
Frydenberg, J. (1999): Espacio urbano y práctica del fútbol. Buenos Aires, 1900-1915, en Lecturas: Educación
Física y Deportes, Buenos Aires: s/n. Disponible en línea: http://www.efdeportes.com/efd13/juliof.htm
Fucks, D. (1999): El libro de River, Buenos Aires: Aguilar.
Iwanczuk, J. (1992): Historia del fútbol amateur en Argentina, Buenos Aires: Ediciones de autor.
Juvenal [dir.]. Historia del futbol argentino. Buenos Aires, Atlántida, 1991.
La Nación [coord..]. Historia del futbol argentino. Santiago de Chile, Cochrane, 1994, 3 tomos.
Oliven, R. y Damo, A. S. (2001): Fútbol y cultura, Buenos Aires: Norma.
Rodríguez, F. (2002): Historia del Club Atlético Huracán, su fundación. 22 años de fútbol amateur. Buenos
Aires: s/e.