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De cero a 40 millones de mujeres jugando al fútbol

“A pura gambeta”, un concepto cargado de significado que pareciera sintetizar la arenga de las mujeres en distintos ámbitos tradicionalmente vedados a su género. La lucha perseverante a lo largo de la historia del fútbol femenino dista de ser la excepción, a pesar de su indudable injerencia en este deporte.

Los contactos iniciales con un balón datan de la época de la dinastía Han, en la que se practicaba una variante denominada Tsu Chu. Antecedentes similares tuvieron lugar en Francia y otros países europeos durante el siglo XII, hasta llegar a 1892. En este año se registra formalmente el nacimiento auténtico de la historia del fútbol femenino con el primer partido disputado en Glasgow, Escocia.

El camino recorrido no fue nada fácil. Una de las medidas implementadas consistió en definir normas básicas con una doble finalidad: evitar los roces violentos del propio juego y lograr ser socialmente aceptable. Asimismo, la Primera Guerra Mundial fue clave en la masificación de esta versión del deporte, sobre todo en las fábricas inglesas.

Equipos como el Dick Kerr’s Ladies de Preston y su estrella Lily Parr dejaron huellas imborrables con sus destacadas actuaciones. Sin embargo, la popularidad de su éxito incipiente tuvo un corte abrupto con la prohibición decretada por la Federación Inglesa. Esta mancha nefasta en la historia del fútbol femenino duró casi 50 años.

A pesar de todo, el interés supo resurgir gracias a las gestiones de organismos no reconocidos oficialmente. En un acto de conciencia, la UEFA comenzó a involucrarse en su promoción, hecho que se fue consolidando a través de las distintas competiciones. Así llegó a China el primer mundial organizado por la FIFA, donde Estados Unidos se coronó campeona.

Precisamente, las norteamericanas son las grandes dominadoras en esta competencia. Su liga profesional es una de las más competitivas del planeta, junto con las de Italia y Japón. De acuerdo a los datos provistos por el máximo ente, 30 millones de mujeres practican este deporte con regularidad en federaciones. Y la cifra promete seguir aumentando.

Prejuicios hecho pelota

Sin dudas, la historia del fútbol femenino aún padece tabúes. En muchas familias, por ejemplo, se rehúsan a que las niñas practiquen este deporte. Incluso, llama la atención que ciertos medios lo expongan en forma errónea como una moda actual, tildando al fenómeno de pasajero.

Es probable que el menosprecio a la actividad esté relacionado con las desigualdades evidenciadas a nivel coyuntural. En la Copa del Mundo masculina del 2014, Alemania ganó 35 millones de dólares, mientras que la selección femenina estadounidense obtuvo menos de 2 millones por triunfar en 2015.

La falta de inversión en una estructura acorde tampoco permite extender las temporadas durante todo el año. Estas dificultades en la historia del fútbol femenino se hacen cada vez más visibles en las redes sociales, donde hinchas radicales acusan dicho comportamiento de misógino, machista y discriminatorio.

Quizás quedan resabios de una corriente extrema de pensamiento que considera a los hombres como los únicos dueños de la pelota. “Nunca sabrán jugar al fútbol como hay que jugar. Y aunque fueran capaces de ello, este deporte siempre será inapropiado para su sexo” aseveraba el Bristol Mercury and Daily Post allá por 1895.

También en la historia del fútbol femenino hubo que lidiar con aspectos de imagen, cuando el anterior presidente de la FIFA Joseph Blatter sugirió un cambio en la indumentaria de las mujeres “para crear una estética más femenina y atraer más hombres entre el público aficionado”.

La casaca del empoderamiento

Ningún deporte estuvo nunca tan relacionado con el activismo como este caso. La creación del primer club (British Ladies´ Football Club) por Nettie Honeyball en 1894 respondía a demostrar que la mujer era capaz de emanciparse y ocupar un lugar importante en la sociedad.

«Lo fundé con la determinación de mostrar al mundo que las mujeres no son las criaturas ornamentales e inútiles que los hombres creen. Espero con ansias el momento en el que las mujeres puedan sentarse en el Parlamento y tener voz en la dirección de los asuntos, especialmente en aquellos que más les conciernen» declaró a la prensa de la época.

En nuestros tiempos, una figura emblemática que ya forma parte de la historia del fútbol femenino es Megan Rapinoe. Y es que la oriunda de California agitó repetidamente a sus seguidores, no sólo por su habilidad con el balón, sino también por sus palabras ante un micrófono.

Considerada hoy la mejor futbolista contemporánea, su línea de discurso antirracista apunta claramente a la diversidad a favor de los derechos del colectivo LGBT. Liderando la puja con la federación norteamericana por la igualdad salarial, demuestra entender perfectamente que el fútbol puede servir como plataforma de cambio en contra de las injusticias sociales.

Por su parte, nuestro país escribe sus páginas en la historia del fútbol femenino con las Pioneras del Fútbol Argentino, una organización que reúne a ex jugadoras para brindarles un merecido reconocimiento. En este punto, presentaron un proyecto de ley para que el 21 de agosto sea promulgado el Día de la Futbolista, en conmemoración a los goles marcados por Elba Selva ante los ingleses en 1971.

En Argentina, esta disciplina recién ahora comienza un desarrollo serio con apoyo de la AFA. Hasta hace muy poco, la selección nacional estaba conformada por jóvenes amateurs. Marzo del 2019 marcó una bisagra con la inauguración sin precedentes de una liga profesional femenina. Las mujeres están listas para salir a la cancha.

 

 

Fuente: A 24