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Cultura

Los 100 años del escritor treintatresino Julio César da Rosa

Julio César da Rosa nació el en las costas del Arroyo Porongos, Departamento de Treinta y Tres el 9 de febrero de 1920. Su padre Cristino Juan da Rosa era un productor rural, un hombre de campo con intereses intelectuales: tenía gran afición a la lectura, y una biblioteca; según su hijo «era un lector infatigable», interesado en la historia, la literatura y la filosofía.

Da Rosa aprendió en la estancia de su padre en Sierras del Yerbal los oficios del campo: ahí conoció el mundo de los animales y los hombres que lo acompañaría a lo largo de toda su obra como escritor. Hasta los trece años concurrió a la Escuela Rural de la zona, que contaba con una buena biblioteca donde pudo leer a Eduardo Acevedo Díaz y Javier de Viana y a escritores contemporáneos como Francisco Espínola, Montiel Ballesteros y Pedro Leandro Ipuche, a los que luego estaría vinculado.

 

«El mundo que dibujan los cuentos de da Rosa es un mundo limitado por el campo y el pueblo; un mundo en que los hombres (humildes) tienen profesiones humildes (son bicheros o acarreadores o bolicheros o sirvientas) un mundo en el que nunca entra la tragedia pero si asoma la desdicha, el fracaso, la muerte; un mundo de hombres, más que de mujeres, de amigos recordados para siempre, de un compañerismo directo y enriquecedor. Aunque ocasionalmente el destino se encargue de castigar a sus hombres, la mirada que con que los envuelve el autor es siempre amante. Da Rosa no busca figuras patéticas ni trafica con compasiones. Busca la raíz de los hombres, de sus vidas sin misterio, de sus pequeñas anécdotas que para ellos son historia — la única historia que conocen»

Emir Rodríguez Monegal – Marcha (1953)

 

A los 11 años el maestro de la zona lo prepara para cursar bachillerato en el Liceo Departamental de Treinta y Tres: esa mudanza a la capital departamental será su «primer desarraigo»«ahí empezó mi segunda vida» declaró muchos años después. El encuentro con el mundo de la ciudad le resultó bastante traumático (comprendió lo distinto que era a los demás) y a la vez fascinante: ahí conoce por primera vez el cine y la radio, y las películas de Gardel lo entusiasman. Pasada la primera impresión da Rosa comprende que Treinta y Tres es una aldea donde hay un lugar para él. En joven Da Rosa se adaptó rápidamente a la vida del pueblo: ahí haría su segunda educación sentimental. En Treinta y Tres se inicia otra de las facetas de la vida de Da Rosa: la militancia política en la lucha contra la Dictadura de Terra en las filas del batllismo.

 

 

 

Montevideo, el inicio de la escritura

 

Terminado el liceo da Rosa se muda a Montevideo para cursar preparatorios e iniciar estudios de Derecho, «un segundo y más completo desarraigo» le dirá a Jorge Ruffinelli en 1953, «ud. no se imagina […] que fría nos resultó Montevideo, y qué choque tan tremendo entre aquella formación chiquita, localista, con esto que ya era una capital, con bastantes características de urbe». Da Rosa vio el moverse a la ciudad como parte del destino común de muchos uruguayos de su época, que debían tomar rumbo al sur por razones económicas o para hacerse una carrera, y por su exilio debían pagar el precio de su enajenación y empobrecimiento de su experiencia humana.

Da Rosa cursa dos años de Derecho, en esos años publica sus primeros cuentos «Por orden superior» en octubre 1942 en la revista Mundo Uruguayo y «El Maestro» en 1946, que publicamos en esta exposición. En esos años se produce un acontecimiento decisivo para su carrera como escritor: la lectura de «Los albañiles de los Tapes» de Juan José Morosoli. «Tomé todo lo que había hecho y lo rompí. Me di cuenta que eso era la apertura de un camino, que yo quería escribir como Morosoli […] siempre digo que si no hubiera existido Morosoli yo no hubiera llegado a nada como escritor». Da Rosa encontró en Morosoli «la concisión, la economía del lenguaje, y sobre todo, la posibilidad de darle intervención al lector, de dejarlo masticando por largo tiempo lo leído».

En 1946 da Rosa conoce a Esther Saravia oriunda de Santa Clara de Olimar, con quien se casa en 1948; tendrán dos hijos entre 1953 y 1954: Juan Justino y Mariela. Comienza a trabajar en la radio, otra de las actividades que lo acompañarán a lo largo de muchos años: en 1949 comienza a trabajar en CX 32 Radio Montevideo, luego Radio Sur. En 1948 fue designado Gerente de la ANDEBU, cargo que mantendría hasta 1962. En 1968 asume la dirección de Radio Sur de Montevideo, cargo que mantuvo hasta 1972. Por la radio se vincula a Humberto Nazzari con quien estrena una obra de teatro «Más allá de las Sierras». Comienza a trabajar el Colegio José Pedro Varela.

 

 

Encuentro con Morosoli y los años de Asir

 

Da Rosa inicia en 1949 una correspondencia con Morosoli, quien lo vincula con el grupo de la revista Asir, desde cuyas páginas da Rosa nace como escritor. Da Rosa se toma muy en serio su vocación literaria «llegaba a mi casa después de la Universidad o después de haber pasado ocho horas escribiendo cartitas comme il fault, me encerraba, bajaba la cortina a todo el mundo extraño a mi ser, me sentaba en el escritorio y me internaba noche adentro a luchar, es decir a escribir como yo quería». El grupo de Asir lo ayuda a formarse como escritor «conocí a la gente del grupo Asir, a Bordoli, Guido Castillo, Arturo S. Visca, de a ratos a Eliseo Salvador Porta, a Dionisio Trillo Pays y, por supuesto al inolvidable poeta Liber Falco […] En casa de Bordoli, en la calle Coquimbo, hicimos una especie de academia informal, con mate, caña, cigarro, tango y guitarra. Esa ‘escuela’ me sirvio mucho, porque con ellos mucho aprendí. Casi toda la noche se hablaba de literatura». En 1952 la editorial de Asir publica su primer libro de cuentos «Cuesta arriba» con un prólogo de Domingo Bordoli. En dicho prólogo Bordoli señalaba:

«no creo que da Rosa sea un hombre de temperamento tímido, pero su actitud ante la Literatura ha sido presentarse ‘con el sombrero en la mano como los antiguos peones de estancia’. No ha de verse en esto sólo una deferencia espcial con respecto a las letas sino una modalidad permanente en el carácter de da Rosa. De qué manera esta delicadeza puede convivir con la fe, el fracaso y la alegría, y mantenerse inalterable, es uno de los más hermosos secretos de la vida del campo»

En 1956 le sigue la publicación de «De sol a sol» y en 1959 «Camino adentro». Estos tres primeros libros iniciales incluyen algunos de los mejores cuentos de da Rosa, como «Hombre flauta» (del que damos una versión en audio) «Jaulero» y «La Vieja Isabel» (ambos en esta exposición). Estos tres libros lo colocan entre los cuentistas más reconocidos de su generación.

 

 

 

 

En 1961 publica una selección de crónicas de su adolescencia en la ciudad Treinta y Tres, «Recuerdos de Treinta y Tres», a la que dedicamos un capítulo de esta exposición. Da Rosa volverá a la crónica en «Ratos de Padre» (1968) y «Lejano Pago» (1970).

En 1961 Da Rosa publica otra de sus obras mayores, la novela corta «Juan de los Desamparados»: en este relato presentará la figura de un personaje de una bondad cósmica, inspirado en los relatos que sobre un paciente le hizo el Dr. Alfredo Cáceres. Juan de los desamparados se unirá a Ansín y el loco Baldán en la galería de los seres humanos que da Rosa fijó y transfiguró en su literatura. También pertenecen al género de la novela corta los libros «Rancho Amargo» (1969) y «Tiempos negros» (1977).

 

«Los cuentos de da Rosa son un resumen ejemplar de algunas de las características de la narrativa criollista: enfoque realista de los ambientes, temas y personajes, preocupación por el rescate de un lenguaje popular que en los casos más desctacados – como es el de da Rosa – llega a una verdadera recreación sin traicionar por eso lo que puede teenr de raíz documental, seres humildes, conflictos que rara vez hincan el diente en la subjetividad de los personajes o el análisis psicológico, discurso predominantemente tradicional y, si se quiere, ausencia de temas «prestigiosos»

Heber Raviolo, Prólogo a Hombre Flauta y otros cuentos (1988)

 

 

Entre 1963 y 1965 da Rosa es diputado por el Departamento de Treinta y Tres por la Lista 99 y abandona la literatura. Da Rosa venía de una familia colorada y desde la adolesencia adhirió al Batllismo: hacia comienzos de la década del 40 adhiere a la Lista 14, luego pasa a la 99, por la cuál es electo diputado: en 1967 rompe con la 99 y se une a un sector del batllismo dirigido por Renán Rodríguez, que apoya la candidatura de Jorge Batlle en las elecciones de 1971, en las que da Rosa figura en la lista a cantidatos a la Cámara de Diputados por Montevideo. Desde 1985 hasta su muerte integró el Foro Batllista, sector liderado por Julio María Sanguinetti. Sobre la actividad de Rosa como politico dedicamos un espacio a parte en esta exposición.

 

Los años de madurez

 

En 1968 publica libro de ensayo que quiere ser una respuesta intelectual a la crisis que está viviendo el país: «Civilización y terrofobia». En él expone una idea que ya está en el Génesis: las ciudades son una fuente de corrupción. El libro intenta también ser un respuesta al ensayo de Mario Benedetti «El país de la cola de paja», un libro que había sacudido la conciencia nacional allá por inicios de los 60. La batalla ideológica en torno a las figuras del campo y ciudad esta en la base misma de las alternativas políticas que vivó el Río de la Plata desde el nacimiento a la vida independiente: para pensadores como Sarmiento la ciudad era el origen de la cutura y la democracia, en tanto que el campo sólo podía dar barbarie y caudillos cuya única ley era la violencia armada. Para los federales y tradicionalistas la valoración era la opuesta: el verdadero país estaba en el campo y en las costumbres criollas y las ciudades eran fuente de parasitismo y vector de la acción disolvente del exterior. A pesar de haber sido siempre un declarado batllista da Rosa optó por la posición de aquellos que identificaban la verdadera naturaleza de este país en su interior rural, una opción también vinculada profundamente a su biografía. «Tal vez se me fue un poco la mano» va a declarar algunos años después con respecto al libro. Sea lo que fuese el ensayo es un testigo de la crisis y declinación del Uruguay liberal en los 60s.

 

«Mi escuelita era una construcción de piedra que quedada bien en lo alto de un cerro y donde permanecíamos siete horas […] Lo bueno era que tenía una linda biblioteca y yo me llevaba libros para casa que leía a la luz de las velas que nosotros mismos fabricábamos de manera muy rudimentaria»

Entrevista con César Di Candia

 

En 1975 Da Rosa publica una larga novela «Mundo chico» que debía formar una trilogía con «Rumbo sur» (1980) y «Punto final» aún no publicada. Se trata de un ciclo novelístico que narra la vida de Osvaldo, un emigrante del campo a la ciudad, desde su infancia a su vejez. En 1979 publica una antología de cuentos criollos del Uruguay, en colaboración con su hijo Juan Justino.

Da Rosa venía publicando cuentos cortos infaniles en el suplemento infatil del diario El Día, bajo diferentes seudóminos: estos cuentos solían estar agrupados en series. De una de estas series, llamada «Buscavestruces» nace el libro «Buscabichos» (1970). Con este libro Da Rosa gana su segundo lugar en el cuadro de la historia de la literatura uruguaya: al cuentista se agrega el autor de libros para niños y adolescentes. A Buscabichos seguirán «Gurises y pájaros» (1973) y «Yunta brava» (1990). Dedicamos un capítulo de esta exposición a Julio C. da Rosa como autor de libros para niños y adolescentes, en los que publicamos uno de los cuentos de «Bucavestruces».

En 1970 es elegido miembro de la Academia Nacional de Letras, cuya presidencia ocupará entre 1995 y 1996.

A partir de mediados de la década del 70 se acumulan los Premios Literarios: recibe el Premio Nacional de Literatura en 1977-78, el Premio Municial en 1983, el Bartolomé Hidalgo en 1991 y el Gran Premio a la Labor Intelectual, junto con Mario Benedetti, en 1999.

 

 

 

 

En 1988 Heber Raviolo declara en el prólogo a una antología de cuentos de Da Rosa que tanto su obra como el ciclo de la literatura criollista pueden darse como completos.

En los 90s la producción de da Rosa declina, declara que su literatura está pasada de moda, aunque sus libros infantiles resisten incólumes el paso del tiempo y tienen nuevas ediciones. Sin embargo en esta década publica dos obras mayores, «Yunta Brava» en 1990 y «Tata viejo» en 1999, dos años antes de morir. En 1996 el primer tomo de la «Historia de la literatura uruguaya contemporánea» obra dirigida por Pablo Rocca y Heber Raviolo dedica un capítulo completo a da Rosa, escrito por Raviolo.

Julio César da Rosa fallece el 9 de noviembre de 2001 en Montevideo

Fuente: Biblioteca Nacional