ARTISTAS URUGUAYOS. Desde Montevideo Manuel Flores Silva.
Hoy partió hacia el más allá el arquitecto Samuel Flores Flores, mi tío.
Su vida estuvo atravesada todos los días por la creación plástica en forma de arquitectura y -también todos los dias- por el dolor por la muerte de su hijo Juan, cuando tenía 19 años hace ya más de 30 años.
Todos los días pues dialogó con la creación de vida y con el arrase segante de la muerte. Esa dualidad estaba en su mirada que era alegre y entusiasmaba, pero venia desde un pozo sin fin.
Siguió viviendo sólo por la fuerza que le daba su amor por Madelón Arocena, su mujer, y Magdalena, su hija. Y también, tal vez, para convertir a las paredes en pliegues donde albergar todas las formas y hacer arte con los tenues espacios que siempre se le doblegaron.
Juan, tan joven, murió unas semanas antes que Maneco. En el entierro de Juan, Maneco, abrazado a un Samuel desconsolado por su joven hijo muerto, le dijo al oído «dentro de unos días le cuento de vos». Me lo contó Samuel. Y así fue. Días después Maneco se fue. Acá quedaron las dos lápidas juntas en el panteón que preside la estatua de Venancito, muerto en combate a los 25 años.
Hoy están todos juntos. Charlando ya sin dolor. Nos hemos quedado nosotros con él. Samuel hace planos y siembra planetas de casas blancas, Maneco teclea editoriales y Juan aprende para cuando reviva. Qué lo hará.