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Cultura

El teatro de Florencio Sánchez

Un día como hoy: 21 de Noviembre pero de 1904, se estrenó en el Teatro San Martín de Buenos Aires, la obra de Florencio Sánchez (1875-1910) “La gringa”, por la compañía Angelina Pagano.

PROLOGO

EL TEATRO DE FLORENCIO SANCHEZ
I) Antecedentes.
a) Una centuria del repertorio dramático rioplatense (1810-1910). Después de 1870, se produjo en el teatro del Río de la Plata un fenómeno singular; unificación de la corriente popular con la culta. Si bien el punto de partida de la primera se puede establecer con «El detalle de la acción de Maipú» (1818) , Y «Las bodas de Chivico y Pancha» (¿ 1326?) , 3 la segunda, (heredera del neoclasicismo colonial), a partir de la Revolución de Mayo sigue correlacionada con los movimientos estéticos europeos.’

Expresiones comunes a esta manifestación artística, , se encuentran en las piezas de Luis Ambrosio Morante, , Bartolomé Hidalgo, • José Manuel Sánchez, , el Padre Francisco Castañeda, •Manuel Belgrano, » Juan Cruz Varela,l1 Manuel Araucho, » Carlos G. Villademoros,» y en las anónimas como «La libertad civil» (1316),» «El hipócrita político» (1819),» «Defensa y triunfo del Tucumán» (1321),» «La batalla de Pasco» (¿1322?) , y «La contienda de los dioses por el Estado Oriental».

Durante el período político regido por Juan Manuel de Rosas,» la actividad escénica tuvo su centro en el recién construido Teatro de la Victoria (1837), donde se asistió a una resurrección del repertorio español y al estreno de apropósitos dramáticos, alegorías y «sainetes federales», que Como los de Pedro Lacasa,20 sirvieron fielmente los intereses del dictador argentino.

Los escritores proscriptos en Montevideo, Santiago de Chile y Bolivia, conductores de la lucha ideológica anti-rosista, dejaron una obra poética, narrativa y de periodismo militante, siempre superior a sus ejercicios teatrales.

Los intentos de Bartolomé Mitre, » Juan Bautista Alberdi,» José Mármol,» y Juana Manso de Noronha,24 aparecen con un acento patriótico demasiado impregnado de un romanticismo cultamente europeizado.
Junto a ellos, en una Montevideo sitiada y sensibilizada de sentimientos contrarios a Rosas, el poeta uruguayo Francisco Xavier de Acha estrena «Una víctima de Rosas». 2~

Las consecuencias de Caseros, se vieron tempranamente reflejadas en el repertorio dramático rioplatense. En 1856, Heraclio Fajardo escribe en Montevideo «Camila Q’ Gorman» 26 Y Pedro Echagile (que había permanecido exilado en Bolivia) al regresar a Buenos Aires, hace representar su comedia en verso «Rosas y Urquiza en Palermo» (1856).»

El período de la Organización Nacional en la Argentina (1852-1884), se caracterizó por una febril vida teatral, acrecentada por el arribo de prestigiosos actores europeos, que presentaron un escogido programa de obras universales.»

Sarmiento, que durante su permanencia en Chile, había predicado desde las páginas de «El Mercurio» de Santiago, la importancia social del teatro en el proceso educativo de los pueblos, llegándolo a declarar como un verdadero «foco de civilización», enfatizó en esta hora sobre el valor de temas americanos, que tradujesen la realidad de nuestros paisajes y de nuestra gente. :¡g Paralelamente a la representación de obras españolas, francesas e italianas,: Io empezó, junto con la producción de piezas nativas aferradas
al modelo romántico europeo, el lento proceso de formación de una literatura dramática con particularidades nacionales.

En 1856, se conoce en Buenos Aires el drama histórico del poeta uruguayo Alejandro Magariñas Cervantes: «Amor y Patria». u Dos años después se representó en Montevideo el drama romántico de Pedro Pablo Bermúdez: «El Charrúa». 32 De Bernabé De María se estrenó en Buenos Aires, su drama histórico «La América Libre» (1861).» Antonio Díaz (h), iniciado con «La corona de espinas», dio a la escena un extenso repertorio.» Entre otros autores uruguayos de este período hay que citar a Gregario Pérez Gomar,» José Cándido Bustamante,» Estanislao Pérez Nieto,» destacándose del conjunto por la calidad de su obra Eduardo Gordon.

La fusión de temas nativos y creadores cultos, en el teatro, se produjo bajo el signo del realismo, en el mismo año en que Antonio Lussich y José Hernández, publicaron en Buenos Aires, respectivamente, «Los tres gauchos orientales» y «El gaucho Martín Fierro».

El primer asunto, basado en un episodio policial de época, lo aportó el entrerriano Francisco Fernández, Si con su drama gauchesco «80 lané» (1872).» Su autor, siguiendo el esquema tradicional del «cantar opinando» de la poesia gauchesca, y bajo la influencia de los folletines novelescos de Eduardo Gutiérrez, presenta a un gaucho perseguido por los corrompidos personeros de la justicia ciudadana. Aunque excesivas motivaciones románticas, inclinan la obra hacia el tono oratorio, hay que señalarla como un antecedente importante en la consolidacIón de la corriente renovadora que afirmó al teatro de tema criollo, en las últimas décadas del siglo XIX.

Martín Coronado,» sin duda de otra dimensión literaria, pagando tributo a la etapa de transformación hacia el criollismo, inscribió sus primeras producciones (1874-1897) dentro de la imitación española en lo formal y su adaptación a la manera de ser nacional.  David Peña,» Matilde Cuyás,» Luis Ocampo, ‘:5 Justo López de Gómara, -ift alternaron con sus esporádicas incursiones en salas frecuentemente ocupadas por elencos europeos. Ricardo Rojas concretó la situación del teatro autóctono hacia 1880, al expresar que: «La burguesía porteña, al aplaudirlos ( a los artistas extranjeros), mostraba con ello un loable refinamiento estético, pero desamparaba con injusta soberbia los ensayos locales.

«Parece lógico, pues, que el ingenio criollo se refugiara en la simpatía popular y que viniera con sus gauchos a conquistar la ciudad».» Estas últimas palabras sirven para explicar el florecimiento de la actividad circense de los hermanos Carla y su inserción a través de un actor nato, José J. Podestá, en el proceso teatral rioplatense. »

Cuando en 1884, ingresó el mimodrama «Juan Moreira» a la pista del circo, se sintió la concreción del impulso latente en las experiencias de los años cercanos a 1880: identificación de actores y público a través de un texto escrito por un narrador de arraigo popular.

La compenetración de José J. Podestá con la letra de Eduardo Gutiérrez, permitió la presentación del drama hablado en el circo PodestáScotti, el 1O de abril de 1886. » El prestigio de este acto espontáneo creció tan rápidamente como pueden expresarlo estas fechas claves: 1889, Montevideo y centro de Buenos Aires en la carpa de circo, 1891, Teatro Politeama en la capital porteña. Desde entonces la carta de triunfo del drama
criollo se jugó con perspectivas incalculables para los autores locales.

Aunque la pieza de Gutiérrez-Podestá era rudimentaria en su estructura y en su contenido, tenía el valor de un documento-protesta, accesible al conocimiento de un pueblo que había recibido tres lustros antes el alegato de la ejemplar obra de José Hernández. »

La multiplicación de las exitosas presentaciones de la compañía de Podestá en las capitales e interior de la Argentina y del Uruguay,» acercó al género criollo a verdaderos escritores como Elías Regules, 58 Orosmán Moratorio,~· Abdón Arósteguy,» Víctor Pérez Petit,» Martiniano Leguizamón, 57 Nicolás Granada 58 y Martín Coronado.» Cada uno de ellos, y en conjunto forjaron la historia de una nueva etapa superadora de la violencia, horror y muerte, inherentes al primitivismo del «Juan Moreira» y otras sImilares.

Se desterró del escenario, el culto al coraje, la defensa individual a punta de daga, para mostrar una visión ennoblecida del hombre de campo, más fiel a la edad histórica que se vivía en los países del Plata y cuyo mejor exponente se logró con «Calandria» de Leguizamón. Conjuntamente con la proyección popular adquirida por el teatro gauchesco, nació en Buenos Aires (1889) un fervoroso movimiento que orientó sus preferencias por el género zarzuelera español, impuesto en Madrid algunos años antes. No hay que excluir – para la interpretación del fenómeno – ni la condición económico-social de los espectadores, ni mucho menos la forma novedosa de presentar los espectáculos. Pero el ingenio nativo que captó de inmediato el sentido y la forma de la zarzuela hispana, no tardó en establecer su dIferenciación, adaptándola a los temas de palpitante actualidad nacional (como los relacionados con la revolución argentina de 1890), o bien evocando sencillos eplsodlos de la vida local, creando una variada galería de tipos y modalidades que originaron por su continuidad un verdadero teatro costumbrista.

En ambas líneas surgen los pioneros: Nemesio Treja,» Eml!io Onrubia,» Miguel Ocampo, 63 López de Gómara, u Ezequiel Soria, 65 Manuel Argerich,» a los que siguieron de cerca Enrique García Velloso,» EnrIque Buttaro» y Enrique De Maria… Así nació el sainete criollo de contenido ciudadano, que se impuso fácilmente por aclamación popular y durante veinte años (1890-1910) representó la expresión más auténtica y realista de la vida rioplatense, neutralizando todo vestigio de extranjerismo, para entrar en la etapa de tipificación porteñista. ‘»

Después de 1904, se incorporan: Florencio Sánchez, Carlos Mauricio Pacheco, 11 Alberto Novión, » Alberto Vaccarezza, » Roberto Cayol» y José González Castillo. » CoexIstiendo con la afirmación del sainete, la
resonancia obtenida con «Calandria», determinó un cambio fundamental en los temas dramáticos nacionales, a cuya comprensión no fueron ajenos algunos de los autores que habían actuado antes, como Martín Coronado, DaVId Peña y Nicolás Granada. La idea y la necesidad de una transformación acorde con los nuevos tiempos y tendenclas estéticas impuestas en Europa (que llegaron con retraso a América) clarlficó el panorama en el Río de la Plata a comienzos del siglo XX. Nuevos creadores formalizaron en apenas una década el momento áureo de nuestra escena, que recibió el impulso y la gravitación de
intelectuales y autodldactos por 19ual. Reconocidos nombres son los de: Roberto Payró, ‘» Florencio Sánchez, Gregorio de Laferrere, » atto L’ Miguel Cione, » Alfredo Duhau, » Pedro E. Pico,» José de Maturana,» Julio Sánchez Gardel,» Vicente Martínez Cuitiño,» Arturo Giménez Pastor, .. Alberto Ghiraldo» y José León
Pagano.»

Este grupo excepcional valorizó con su obra, diversificada en las formas del drama rural, la comedia ciudadana y el sainete, un género literario que de otra forma hubiese permanecido en nivel inferior a las manifestaciones del criollismo narrativo y el modernismo poético, que cultivados por sus contemporáneos, habían afirmado su legítima razón de integrar la historia literana de hispanoamérica.

b) Apogeo del realismo-naturalismo.
Al finalizar el siglo XIX, la evolución politico-económica en el Río de la Plata, determinó algunos cambios fundamentales dentro de la estructura social. Si bien la Argentina aparece como más definida en su estabilización, el Uruguay padece aún las consecuencias de la última guerra civil. »

 

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Fuente: Biblioteca Nacional