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Cultura

Chau Negro “Vire o mate compañero…”

COSAS DE LA CUARÓ/ Desde Rivera Roberto Beto Araújo para Diario Uruguay.

» Vira o Mate compañero «

Lo conocí allá por el ochenta y cuatro cuando el sol de la libertad iluminaba la aurora de la esperanza, y dábamos riendas sueltas a las ansias libertarias, en un amanecer de la ilusión que nos hacía soñar como pocas veces se ha soñado en la historia. Y cuando digo lo conocí, hablo en singular, pues yo era público, uno más entre la multitud, y el Negro ya hacía brillar esa estrella que lo hizo resplandecer y trascender durante toda su existencia, y que provocó en mí la admiración más franca, auténtica y sincera, esa que hoy lastima y lacera, en la hora de decir adiós.

Nos conocimos en el 87 cuando una tertulia en la Casa de Perico, y desde ese día tejimos y entretejimos una amistad que se hizo visceral, y que nos llevó a departir incontables madrugadas de milongas, poesías y cantarolas, que hoy se abrigan en un rincón casi exclusivo del corazón.

Un artiguista convencido, le gustaba explayarse en las virtudes del General como si fuese uno más de entre sus indios alzados (y quizás lo fuera), un latinoamericansita radical, hizo de su poesía una chuza que reivindicaba la causa como atrincherado en Cerro Corá, pues presumía con razón de la Guerra de la Triple Alianza como si fuese una zanja abierta donde el saber y conocer implicaba reivindicar una causa, que para nada había perecido con el lanzazo que perforó el pecho del Mariscal Lopez.

Cuando Pedro me avisó que el día había llegado, me quedé pensando, recordando y añorando, y porque no decirlo: agradeciendo. Agradeciendo a la vida por haberme dado el privilegio de conocerlo e intimarlo…

Era docente, no solo por profesión sino que por devoción, pues aleccionaba hablando, cantando, recitando, y parecía degustar con el efecto que su mensaje siempre certero, habría una brecha en la mollera de quienes lo escuchábamos.

Escribió mucho, y todo bueno, y si bien el Vire o Mate le dio visibilidad, siempre pensé (y se lo dije) que en “Rezungo do Polí” había logrado lo que pocos logran, rendir la poesía al límite de someterla, pues cuando hablaba de aquel “Negro pequeno, cabeza branca, triste alegría do meu rincao, negro pequeño que nunca more, pois até a norte ya te esqueceú” habia logrado montar el redomón de la rima, amansando el potro de la idea poética en su más extrema expresión.

La primera vez que lo vi fue en el Teatro Municipal allá por el 84, la última vez que lo vi también fue en el teatro hace pocos meses, y debo confesar que a pesar de casi cuarenta años corridos, aun lograba revolver con saña y alevosía, las vísceras más entrañables de mi emoción.

Hace unos días se despidió con un post en su perfil, y se despidió como debiera de ser, anunciando que se alejaba por algún tiempo por razones de salud. Enseguida le mandé un mensaje y enseguida me respondió, y aunque no fue mucho lo que dijo, en fin dijo todo lo necesario, pues ambos sabíamos que era una despedida; y como tal no quise seguir hablando demasiado, pues en verdad no era preciso ¿pa que? .

Después ya todos sabemos lo que pasó, el Negro se fue alejando como el Paisano que dejando atrás el campo de batalla después de una “redota”, no vuelca la cabeza pa mirar, sino que sigue galopando con la certeza de que siempre hay un sol esperando detrás de la cuchilla; y así se fue yendo yendo despacito “pa quedarse un poco más” como diría Osiris.

Cuando Pedro me avisó que el día había llegado, me quedé pensando, recordando y añorando, y porque no decirlo: agradeciendo. Agradeciendo a la vida por haberme dado el privilegio de conocerlo e intimarlo, agradecerle a la poesía por permitirme palanquear en su alero y conocer a tantos y tantos grandes que hoy me guían, y agradecerle al Negro por la sencilla razón de haber existido.

Y en la hora del adiós me cascotea la idea de repicar algo de su creación, y me viene entre tantos aquella prosa que escuché hace cuarenta años atrás y que lo define como el que es, fue y será “O meu avó foy un indio, e negro e meu iramo, e esta e a terra de todos, con forma de corazao…”

Hasta Pronto Negro.