RECIBIMOS Y PUBLICAMOS DE ANTONIO PIPPO para Diario Uruguay.
Me comprometí a unos breves comentarios sobre dos libros que me fueron obsequiados por amigos.
El primero, «Médicos uruguayos en el tango», del doctor Eduardo Wilson, es muy específico, incluso a partir de su título. Es un repaso de la relación de profesionales de la medicina con el tango, porque fueron ejecutantes de instrumentos, integrantes de orquestas y grupos típicos, cantantes, autores (de músicas y letras) y un vasto etcétera. Libro muy documentado, con el aporte de una cantidad sorprendente de fotos novedosas, al menos para mí, y relatos cortos, precisos, entretenidos y abundantes en detalles que llegan hasta lo asombroso. Está construido prolijamente, con mucho cariño y aporta una enorme cantidad de información para quienes aman o gustan del tango que es imprescindible.
El segundo, es una novela que podríamos describir como introspectiva, fabricada con recuerdos y recuerdos de los recuerdos, que van impidiendo que el pasado se vaya aunque si se modifique quizás imperceptiblemente. Conmovedor, con un perfume a cosas queridas que ya no están, a barrio, a costumbres que nos iluminaron. Se llama «El ojo del boticario» -y puede entenderse el título por aquella vieja frase «de todo como en botica», pero en este caso es la botica de una larga y prolífica vida- y su autor es el entrañable José Camarda Simón.