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Cultura

El primer caso de covid 19 en Rivera. (3 de abril de 2020)

COSAS DE LA CUARÓ/ Desde Rivera Roberto Beto Araújo para Diario Uruguay.

 

Hoy 3 de abril hace exactamente tres años ¡como pasa el tiempo!, que Rivera se despertaba con la noticia de que el primer caso positivo de coronavirus se había registrado en nuestro departamento, y lo que pasó desde ese momento fue realmente apoteótico. Los detalles del episodio son más o menos conocidos por todos aunque muchas veces tergiversado; en mi caso puedo hablar con autoridad, pues conocía el hecho y sus protagonistas, y en verdad me quedé estupefacto, y no por los acontecimientos en sí, que al final obedecen a una línea lógica y entendible, sino por el juicio popular (y más que juicio linchamiento) del que fueron objeto los actores, que llegaron a límites de tragicómicos.

En verdad todo comenzó cuando la mamá de un joven médico muy conocido y también como negarlo muy querido, le advirtió que su tío anciano ya, y su esposa estaban en estado de total abandono en Montevideo, pues bueno es recordar que estábamos en pleno frenesí del “quedateencasa”, y esa máxima que nos obligaba, nos imponía el deber de no ver mas allá del ombligo, pues más que un aislamiento responsable, era en verdad un “sálvese quien pueda”, y la orden era cerrar puertas y ventanas, sin importar si el vecino se moría de hambre o de frío, joderse, si estabas solo; y en este caso, victima de ese aislamiento, los dos ancianos estaban al borde de la desidia total.

El médico en cuestión, meditó mucho sobre la actitud a tomar, y al fin resolvió (aunque a regañadientes) a subirse a su auto e ir a buscarlos, y los trajo, y los dejó en un establecimiento rural de La calera, donde vivían unos familiares. Y allí se quedaron.

Lo jodido del asunto es que pocos días después la doña empezó con los síntomas, y sin querer molestar a los parientes (cosas de viejos) , resolvieron tomarse un ómnibus de línea y venirse a Rivera para ser atendidos en el Hospital.

El test dio negativo para la señora, pero “pucha carajo” positivo para el viejo, y se desató el caos. Las cosas que se dijeron de este hombre adquieren ribetes de salvajismo primitivo; los audios que viralizaron sobre el asunto, que develaban una paranoia jamás vistas ni oídas. Recuerdo uno de ellos donde una señora hablaba de lo agrio que estaba el aire de La Calera como consecuencia del desparrame del virus, como si estuviésemos frente a un moderno Chernóbil en plena campiña riverense.

El mismo señor fue acusado de intento de acoso a una funcionaria de servicio, en un acto que derivó en un expediente judicial que por supuesto terminó en nada, o por lo menos en muy poco.

No podría terminar de otra forma ante semejante barrabasada, fruto de una histeria colectiva que nos deshumanizó a extremos casi que inconcebibles, y que hoy nos avergüenza.

Pero es dable no olvidar, pues el olvido es el peor enemigo de la superación, pues no es hora de juzgar, sino de reflexionar, pues hoy cuando ya el pánico es historia, la actitud humana debe pasar por un revisionismo necesario y útil, para evitar que vuelva a suceder.

Hace tres años apenas, y parece que hace un siglo, pero hace en verdad tan poco que olvidarlos sería una irresponsabilidad; pues casi todos aun están ahí, y la herida causada por la irresponsabilidad del juicio fácil y liviano, aun no ha cicatrizado y sigue sangrando.