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Robert Carmona mantiene un increíble Récord Guinness: el de jugador de fútbol profesional en actividad más veterano del mundo

Antes que nada, Robert no es de Young, pero es un hombre que tomó por novia a nuestra ciudad. La quiere, la respeta y, estando un día de visita, se enamoró. Echó raíces y se refugia en ella, pero su gran pasión lo mantiene lejos, al menos por unos cuantos días a la semana.

 

Actualmente está practicando en el equipo Canadian Soccer Club de Montevideo, tiene 54 años y por tercer año consecutivo mantiene un increíble Récord Guinness: el de jugador de fútbol profesional en actividad más veterano del mundo. Su trayectoria no se detiene ahí, en 2010 fundó la asociación civil Hacele un gol a la vida, con la cual recorre el interior del país, llevando palabras de aliento y divulgando el deporte y la vida sana a los más chicos. En una de sus visitas a Young, nos recibió en el hogar que formaron junto a la Pediatra y Neonatóloga Edivia Rodríguez y sus dos hijos adolescentes.

 

«Fue muy duro todo el proceso, iba a pedir documentaciones a los lugares y no me los daban, lidiar con la discriminación y también la falta de apoyo»

 

Acostumbrado a dar notas para tantos medios, quisimos hacer algo diferente: un ping-pong de preguntas acerca de Robert, pero al responder debía hacerlo en tercera persona, como si fuera el narrador de su propia historia. Fue divertido y aunque por momentos no lo consiguió, vimos lucir los aspectos que lo hacen tan carismático: su simpatía y humildad.

 

La sorpresa es grande porque ellos dicen “este hombre tiene 54 años, ¡le va a dar un ataque!” Y pasa que uno corre igual que ellos. Hay chicos de 16 años en mi equipo.

 

-¿Quién es Robert Carmona?
-Robert Carmona es un hombre como cualquier otro, un ser humano, un futbolista en este caso, un luchador, un emprendedor. Para Robert Carmona no existe el “no”. Es un trabajador del fútbol, ese es Robert.

-¿Cuántos años tiene Robert y cuándo empezó a jugar al futbol?
-Tiene 54 años. Comenzó de niño, como todo uruguayo, sus primeros pasos fueron atrás de una pelota. Los primeros pedidos a los Reyes Magos eran camisetas de Peñarol, siempre andaba con una pelota abajo del brazo.

-¿En qué cuadro comenzó a jugar?
-Carmona nació en Montevideo, en 1962, entonces el primer equipo que jugó fue en Estrella del Norte. Después pasó a Buceo y ahí lamentablemente fallece su padre de una muerte inesperada a los 35 años. Se fueron a Pan de Azúcar, a la ciudad natal de toda su familia, y ahí siguió jugando en Peñarol, Nacional, Club Colombes, Selección del Baby Fútbol del departamento de Maldonado, hasta llegar a la adolescencia. Con 14 o 15 años empezó a jugar en el Club Pan de Azúcar.

 

 

-¿Cuáles fueron las siguientes escalas?
-Primero pasó por la selección juvenil de Maldonado, todas las divisionales en Pan de Azúcar, en el club del mismo nombre. En Montevideo pasó por La Luz, Colón, Alto Perú, Centro Molino (Maldonado), Peñarol (Young), Deportivo Colonia (Colonia), Basáñez, Platense y Albion y después Estados Unidos en el 1987. Quedó en Estados Unidos hasta el 1993, se viene a Maldonado a jugar hasta el 1995. En el 1996 regresa a Estados Unidos y en el 1997 a Young, ahí con toda la familia.

 

El viaje al Guinness. Le llevó desde el 2010 hasta el 2014, cuatro años conectándose con diferentes personas, hasta que, Federico Heredia, un Guinness uruguayo, el que hizo la camiseta de Forlán, lo contacta. Se enteró de lo que estaba haciendo, lo felicita y le dice que él sabía el camino.

 

-¿Por qué volvió a Young?
-Bueno, ahí surgió una oportunidad laboral para la esposa, ella es doctora y vinieron a probar. Querían ver si era bueno para criar a sus hijos y quedó bien. Él no hubiera querido ir, no es por nada, pero a Carmona le gusta la capital. Pero no hubo caso y hasta el día de hoy están muy felices en Young. Igual él regresa a Estados Unidos en el 1998 a jugar hasta el 2000 y en el 2001 con el atentado de las Torres Gemelas la decisión fue volver.

-¿Volvió en plena crisis económica?
-Sí, fue difícil. Ahí recuerda que fue muy duro porque atrapó a todos y fueron momentos difíciles para la familia, pero gracias a Dios se pudo sortear.

 

 

-¿Su familia lo acompaña en esta carrera?
-Ha sido muy difícil por la separación. Le cuesta mucho estar en Montevideo y su familia acá en Young, porque son 300 y pico de kilómetros y es difícil la situación, los tiempos no alcanzan. Ahora, sí, acompañan, acompaña sobre todo la esposa de Carmona. Es una gran mujer, es un sostén, es lo que Dios le dio como compañera y cree que le está respondiendo de la mejor manera. A ella le gustaría, quizás, que ya no jugara más por las lesiones, por su salud, pero él está muy bien. Entrena todos los días, es un verdadero profesional. Hace todo lo que hace un joven de 20 años, sino no podría jugar.

-¿En qué equipo de Estados Unidos jugó?
-Jugó en varios equipos. Cuando llega a Estados Unidos el futbol allí no era profesional, entonces al no haber sido un futbolista de renombre, no haber jugado en la élite del futbol uruguayo, se produce un poco de discriminación del sudamericano, del hispano, entonces no se abren fácilmente las puertas. A Carmona no le fue mal porque tenía mucha habilidad futbolística, muy buena entrega y jugó en muchos equipos profesionales, ligas portuguesas, italianas y americanas. Estuvo en unos 12 equipos de Estados Unidos.

-¿Cómo surge esa chance de irse?
-Se dio que había un jugador canadiense en el año 1986, Carmona y él jugaban en Alto Perú, en Montevideo, y surgió la chance de ir a jugar a Estados Unidos. Ahí empezaron la locura del sueño de salir del país para poder rehacerse económicamente. En esa época no se ganaba prácticamente nada en Uruguay, a no ser que jugaras en Peñarol o Nacional. Entonces con 22 o 23 años ya era momento de que Carmona se fuera al exterior. Agradece a Dios porque fue una de las mejores experiencias de su vida.

 

 

-¿Cómo fue el proceso de transición de Uruguay hacia Estados Unidos?
-Te cuento del idioma. Carmona jugaba con los amigos en su adolescencia como que hablaba inglés. Siempre fue muy alegre, muy gracioso y soñaban todos con triunfar en algún país. Carmona tuvo la oportunidad de ir a España a jugar a un equipo, más o menos por el año 1986, y un accidente de tránsito lo truncó en esa oportunidad, de ahí surgió lo de Estados Unidos. Fue tremendo, fue una de las cosas más hermosas que le tocó vivir. Salir de Uruguay y llegar a Nueva York, eso es un paraíso, y eso a Carmona y a la familia le dio todo. Ahí Carmona pudo ser respetado futbolísticamente, reconocido y admirado por muchos rivales, compañeros y público en general. Fue un gran momento de su vida.

-¿Cuántos años tenía?
-Cuando fue tenía 24 años, él consideraba que era una edad justa para salir. Logró comprar algún apartamento y ayudar a la familia, llevó a la familia para allá. Después Carmona se vino y la familia quedó allá, pero feliz porque el fútbol le ha dado todo y Carmona ha dado todo por el fútbol también, o sea, orgulloso de haber hecho lo que hizo.

 

 

¿Cómo surge el proceso del Récord Guinness?
En el año 2009, su hija Agustina estaba mirando un libro Guinness y le pregunta a Robert por qué él no estaba allí. En ese momento, a él le siembra la duda. Ve que hay un futbolista con 41 años en Europa, en la UEFA, y su sorpresa fue inmensa. En ese entonces él ya tenía 48 años y aún estaba jugando, así que por supuesto estaba en carrera.

Ahí comenzó el viaje al Guinness. Le llevó desde el 2010 hasta el 2014, cuatro años conectándose con diferentes personas, hasta que, Federico Heredia, un Guinness uruguayo, el que hizo la camiseta de Forlán, lo contacta. Se enteró de lo que estaba haciendo, lo felicita y le dice que él sabía el camino.

Carmona tuvo que mandar documentos, partida de nacimiento, partidos jugados y no jugados, fotos con árbitros, fotos en la cancha, de antes y de ahora. Fue muy duro todo el proceso, iba a pedir documentaciones a los lugares y no se los daban, lidiar con la discriminación y también la falta de apoyo. Hasta que, por primera vez en la historia del Uruguay, en el año 2014, vinieron de Inglaterra a entregarle el primer Récord Guinness.

Durante cinco años acá lo negaban, le faltaban el respeto las autoridades del fútbol. Dios le ha dado fuerzas para seguir y demostrar que se puede y ya no les quedan caminos para poder negar las cosas. Carmona es considerado el futbolista más longevo del mundo en actividad oficial.

Así que Carmona está orgulloso de ser el único, en 7 mil millones de habitantes que tiene el planeta Tierra, en tener esos galardones dos veces consecutivas, y este año será el tercero manteniéndolo.

Ahí surgió también la idea de fundar la campaña Hacele un gol a la vida. Hoy en día, siete años después, orgulloso de ser su imagen, ya no es una campaña, es una Asociación Civil, con un presidente, Artigas Melgarejo, una directiva conformada y el auspicio de muchos ministerios que la han declarado de interés ministerial, de gobierno e institucional.

 

¿Qué difusión y repercusión tiene este proyecto?
Tiene algo, pero como te puedo decir, no lo que tendría que tener. Lo entiendo hoy porque pasa en todas las profesiones, esto no es un negocio que genera, el proyecto social es para servir, ayudar y colaborar. Yo creo que no hay mejor obra que esta, hacerla a pulmón, sin dinero, hacerla por amor.

A Carmona no le cuesta pararse al frente de 20, 30 niños o 200 niños sin ganar dinero, lo hace con felicidad porque tiene valor. Si tuviéramos 50 mil dólares en el bolsillo sería muy fácil pararse delante de la gente y decirles “comé sano, dormí temprano, bañate, hacé esto o aquello”, pero la realidad sería otra.

¿En qué consisten esas visitas?
Todo basado en la experiencia personal de Carmona, de todo lo que ha hecho en la vida, solo, sin un padre, sin contactos y sin haber jugado en el Real Madrid. No es necesario tener un apellido ilustre para poder ser alguien famoso o popular, sino una persona de bien.

No se trata de fútbol, sino de lo que se puede lograr con esfuerzo, honestidad, sinceridad, trabajo, estudios, manteniendo los códigos, el respeto al otro, o sea, ese ida y vuelta que hubo en la vida cuando éramos chicos que hoy ya no está.

Entonces se hace una actividad hermosa donde ves a niños de cinco años, hasta los profesores de 40, que no te dejan ir, que te piden que vuelvas, que hagas juegos con ellos, que les enseñes cosas, porque realmente ven que uno no les va a mentir, que uno va a decirles lo que uno vivió.

Yo viví en la Quinta Avenida de Nueva York, conocí Las Vegas, los mejores espectáculos de boxeo, de básquetbol, y hoy estoy acá en Young, en Montevideo, y estoy acá con ustedes igual que cuando tenía muchos miles de dólares en el bolsillo.

La vida no pasa por el dinero, sino por las actitudes y por las oportunidades que uno tiene y tenés que demostrarlas.

¿Qué cosas le preguntan los niños? ¿Qué les genera más curiosidad?
Lo que más le llama la atención es si le duele el cuerpo, si a Carmona le da miedo jugar con unos jóvenes, o si conoce a Forlán. Se sorprenden cuando hablo en inglés, italiano o portugués y les digo que nunca lo estudié, lo aprendí gracias al fútbol, a esta oportunidad, entonces ahí se hace un lindo ida y vuelta.

Se quedan muy contentos cuando yo les digo que estudie en la escuela pública o que comí en un comedor. En la mayoría de los casos, son barrios carenciados, escuelas de contexto crítico y se ve realmente la necesidad de trasmitirles que uno es igual a ellos.

Carmona juega en un equipo con muchos juveniles, ¿qué le preguntan ellos?
Bueno, te voy a contar algo. Carmona pidió pase a un cuadro profesional, Canadian Soccer Club, 31 años después él vuelve al fútbol profesional de Montevideo. El primer día de práctica, al llegar al complejo, con los zapatos bajo el brazo, imaginate la mirada de muchos jóvenes que no lo conocen. “¿Qué hace este viejo acá? ¿Quién es?” Al segundo día fueron muchos a decirle “Perdone, era usted, no lo conocíamos”, es un placer, y uno les demuestra que en la cancha está físicamente a la par de ellos.

El año pasado, en Pan de Azúcar, Carmona jugó con un chico de 16 años cuyo abuelo había jugado con Carmona en el año 1976, entonces decís… ¡guau!

¿Cómo te tratan tus rivales en la cancha?
Hay de todo. Acá pasa que te conocen, porque Uruguay es muy chico, pero tenés de todo. Tenés el que te respeta, tenés el que ya entra predispuesto por lo que hablan, por lo que comentan y el temor a fracasar con un viejo, porque es lo que dicen, estás vos enfrente mío y decís “no puedo perder esto” y está el otro que te admira y te felicita.

¿Qué diferencia ves en el fútbol que jugabas de joven con el de ahora?
Esa es una pregunta que le gusta mucho a Carmona porque no todos se la hacen. Veo muchas diferencias, para mal del fútbol. Hoy en día ves velocidad y fuerza, mucho físico, mucha tecnología y mucha velocidad, pero poca pelota. Se ha perdido el contacto con el balón, la magia, el buen juego, el buen pie. El fútbol uruguayo era otra cosa, era más “garra”, como le dicen acá.

¿Cómo el fútbol puede influir en los niños?
Primero, te digo en lo negativo, hoy vemos en el Baby Fútbol, al papá, al técnico, al presidente del club o al hincha gritando “¡Pegale! ¡No te dejes pegar! ¡Matalo!”, o sea, el insulto.

Y si el árbitro cobra mal, entonces ahí hay una gran influencia de la violencia y agresividad. Al niño hay que darle la amistad, enseñarle que el compañero del otro equipo no es un enemigo, es sólo un chico que está en otro equipo, pero en la semana van a la misma escuela.

En cuanto a lo bueno, es que contagia, es un deporte que puede, en un abrir y cerrar de ojos, transformarte en millonario. Te puede abrir puertas en todo el mundo.

Además, en este caso, el fútbol te saca del ocio, de la computadora, del sedentarismo, te da la oportunidad de estar en la calle al aire libre. Todo eso es un proceso largo, pero es muy hermoso ver a los niños y a los adolescentes en ese camino.

 

Fuente: YOUNGHOY