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PLAN 2030 Ramón Mérica

Ramón Mérica, un retratista personal. «Ahora me atrapó, pero al principio la radio me intimidaba»

HECHALAMERICA POR RAMÓN MÉRICA en Diario Uruguay. 

En sus treinta y dos años de periodista, pasaron por su maquinita Underwood de escribir, personalidades del cine, las letras, el teatro, la danza, la música y la política más relevantes del mundo. En su casa céntrica, decorada con un refinado gusto muy personal, conserva algunos «botines de guerra» de esos «triunfos» que lo llevaron por el mundo. Ramón Mérica, un verdadero retratista de la cultura universal, asumió el desafío de hacer radio, con ese toque intimista, entrevistando gente «En vivo y en directo» (CX 8), como si fuera en el living de su casa, rodeado de tapices, cuadros y objetos de arte.

 

«Conseguir una entrevista con Indira Ghandi, Nureyev o Jean Louis Barrault fue para mí un triunfo personal muy grande»

 

-Sos como un retratista de personalidades inolvidables de la cultura de distintas partes del mundo. ¿Qué se siente cuando se está del otro lado del mostrador y tu pasás a ser el entrevistado?
-Siento una especie de pequeño escozor, siempre me ha pasado eso. Porque normalmente la gente que me entrevista viene con una actitud de entrevistar a este tipo que está acostumbrado a entrevistar. Yo tengo que jugar en definitiva con las mismas cartas que me gustan que jueguen mis entrevistados.

-Conseguir una entrevista y poder llegar a dialogar con esos personajes de la cultura universal no debe haber sido nada fácil, por cierto.
-Conseguir una entrevista con Indira Ghandi, Nureyev o Jean Louis Barrault fue para mí un triunfo personal muy grande. Porque les estoy hablando de un país lejano que no conocen, y de diarios que les suenan remotos, que además no saben siquiera si existen. Salvo Indira Ghandi con la que no pude tener la entrevista porque no tenía la documentación necesaria, rara vez me han solicitado alguna documentación personal. Yo he conseguido muchas grandes entrevistas en mi vida, porque ha habido otros grandes atrás; Piazzolla, por ejemplo, me dio el teléfono de la mesa de luz de Jean Moreau.

 

«Cuando me llamaron de Sarandí… Me dijeron:»vos tenés tres cosas que me interesan: una gran cultura, una información muy viva, y una forma muy agradable de hablar».

 

-¿Algunos de tus entrevistados te subyugó o te sorprendió por algo en especial? ¿Alguna vez esperabas encontrar a una persona de la cual tenías un concepto formado que al entrevistarla te haya decepcionado?
-(piensa, se produce un largo silencio y responde:) Yo normalmente los personajes que elijo son de un voltaje extraordinario por su dimensión planetaria. Muchas veces me sorprende el poder que esa gente ejerce sobre una comunidad. Cuando fui a ver a Büchi yo sabía que ese hombre había sacado a los chilenos de la pobreza. Tanto Borges, Jorge Amado, Alain Delon, Jean Paul Belmondo, Joshepine Baker, como Amalia Rodríguez, que es la Gardel de Portugal, tienen un lugar común: son seres de carne y hueso como cualquiera de nosotros. A la cantante portuguesa la entrevisté en su dormitorio, sentado en su cama, ella estaba en piyama. Yo fui el último que entrevistó, en marzo del 73, al poeta Pablo Neruda, en su casa de Isla Negra, con quien intercambié objetos de arte. Yo siempre fuí consciente de que tuve por dos o tres horas a alguien que un país entero o un continente idolatra. Yo sé que compartí esos momentos con alguien por quien cualquier habitante daría un minuto por verlo o tocarlo.

-Con ese bagaje riquísimo de vivencias compartidas con tantas personalidades, aceptaste el desafío personal de hacer radio. Trasladaste a ese medio menos estructurado, ese toque intimista que tú le imprimes a las entrevistas, como si fueran en el living de tu casa.
-El hecho de no saber hacer radio, aunque parezca mentira ha caído muy bien. La gente me dice que yo no hablo con ese estilo formal de radio, sino que uso palabras absolutamente coloquiales, sin acartonamientos. Trato de ser lo más natural posible. Cuando me llamaron de Sarandí, yo les dije que yo sabía qué hacer con una maquinita de escribir Underwood, pero no sabía que podía pasar frente a un micrófono. Me dijeron:«vos tenés tres cosas que me interesan: una gran cultura, una información muy viva, y una forma muy agradable de hablar». Al principio me costó acostumbrarme a la luz colorada, que cuando salís al aire no hay posibilidad de enmienda. Ahora te puedo decir que la radio me atrapó.