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El País Ramón Mérica

El «Día del Patrimonio» Ramón Mérica

VEREDAS CAMINADAS POR RAMÓN MÉRICA EN EL DÍA DEL PATRIMONIO para DIARIO URUGUAY.

Desde 1995, atractivas escenas se observan cada año en varios puntos de la ciudad de Montevideo. Es una imaginativa manera de destacar nuestro patrimonio cultural. Con enorme respuesta de público, Montevideo se convierte en el Segundo Sitio, porque la capital es invadida por cientos de miles de ciudadanos llegados desde todos los rincones, quizás para ver lo que muchas veces miran. Una explosión de entusiasmo popular como pocas veces se ve…
PARKING EL CABILDO. Lustrosos y aristocráticos, los autos de colección no eligen mal el sitio para estacionar. Otra demostración de la fineza de los años idos.

CALLE REFINADA Y MISTONGA. En Bartolomé Mitre, juegos de sala, lámparas Galle, alfombras de Esmima, azulejos de Desvres para inspirar a chambergos, lengues y polleras con tajo que hubieran admirado Greco y Arolas. Una rarísima mezcla de Musetta y de Mimi.

LO MAS NUESTRO. En las añejas caballerizas de la Quinta de Castro, en el Prado (sede de la sociedad nativista El Pericón), las empanadas, los chorizos caseros, un gran guiso criollo y las tortas fritas dieron fuerza a los cultores de gatos, chamarritas y un Pericón como Tata manda. Las glicinas sobre los muros rosados hicieron lo suyo.

EL AROMA MAS ANTIGUO. Al mediodía, no cabía ni un alfiler en el delicioso café Brasilero (1877: el más antiguo del país) y toda la calle Ituzaingó aprovechó para sahumarse con el delicado y antiguo néctar. Las tartas de la familia Drago no dieron a basto pero no importó; los parroquianos se olvidaron de todo con los tangos de Ledo Urrutia.

LA VEDETTE. El Palacio Taranco se dejó envolver por todo el Ravel y el Saint-Saëns que a Renée Pietrafesa se le antojó. Una cola de cuatro cuadras para asistir, además a la espléndida redecoración hecha por Emilio Ferrari y Jorge Lezica.
MISTICISMO JUVENIL. La Catedral Metropolitana fue prácticamente invadida por fervorosos adolescentes para escuchar el concierto de órgano de Cristina García Banegas. El máximo templo católico del Uruguay pareció mucho más pequeño.
LA PLAZA MADRE. Anticuarios, gente, mucha gente sin edades. En el Club Uruguay, las talentosas bailarinas de Contradanza haciendo de las suyas y el dúo Ingold-Fattoruso haciendo de las propias sobre la Peatonal.