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Ramón Mérica

Carlos Ott. El gran semillero

Veredas de Ramón Mérica para DIARIO URUGUAY

Lumbrera mayor encendida en la Facultad de Arquitectura en muchos años. es un prodigio que se recibió a los 23 años y entendió que había que irse para cumplir los grandes sueños. Y así lo hizo. Hoy por hoy, Carlos Adolfo Ott Buenafama es una gloria del Uruguay por dondequiera que pase. Modestamente: a París, la capital cultural del mundo, le construyó la Ópera de la Bastilla para conmemorar los 200 años de la Revolución Francesa. Formado íntegramente en el país, lo que sigue son breves reflexiones de lo que puede hacer un oriental que no se deja encapuchar por el Tercer Mundo.

«En la época en que yo entré en Facultad, creo que la calidad de la enseñanza era excepcional. Era algo extraordinario. No sé si seguirá así. Y cuando yo cuento, en charlas, conferencias, en muchas universidades que estuve en todos lados del mundo, y cuando les cuento el plan de estudio que teníamos, no lo pueden creer. Cuando les cuento lo que hacíamos en Facultad, no lo pueden entender. Y era algo tan exigente que cuando vino el momento del famoso grupo de viaje, no lo quise hacer. Yo quería terminar pronto para poderme ir. Desgraciadamente, me faltó esa experiencia.

No me faltó, en cambio, el aprendizaje con grandes profesores, como Antonio Cravotto, no sólo un gran arquitecto sino que como docente era único. Una gran influencia de la Bauhaus, con una gran influencia teutónica e italiana. Yo pienso que en el siglo veinte, tanto Cravotto padre como su hijo, han sido dos pilares, dos de los arquitectos más importantes del país.

Pero al mismo tiempo, en la Facultad teníamos al arquitecto Duffau. Un día, en Alemania, hablando con un amigo, le nombro a Duffau, que había practicado arquietctura ecologista antes que la ecología se pusiera de moda. Había trabajado con Le Corbusier… en fin. Me paro aquí porque tendría que dar demasiados nombres prestigiosos de la gran arquitectura uruguaya»