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El salario docente sigue sumergido en el Uruguay

RECIBIMOS Y PUBLICAMOS.

Parece que el Consejo de Educación Inicial y Primaria se ofendió, ocupados como están todos los cuadros políticos y sindicales del gobierno en plena campaña electoral, no tienen mejor idea que cuestionar varios de los puntos del informe del Instituto Nacional de Evaluación Educativa, ese es su aporte a dicha campaña.

Se alarman porque dicho Instituto demuestra varias cosas que se ve les molesta, ya que entran en contradicción con la mitología progresista, en este ítem en particular se acusa de lograr la invisibilidad de “un 80% de mejora del salario real docente en este quinquenio”.

En realidad a lo que ya es invisible, no se le puede dar invisibilidad, de la misma forma que lo que no existe, no puede sumergirse en la inexistencia, hemos sido claros al respecto, si medimos los tales aumentos el de la canasta familiar del Semanario Búsqueda, nos da una evolución favorable, pero muy limitada, a la que habrá que descontar para los maestros de Tiempo Completo y todos los docentes con grado alto y más de una unidad docente el Impacto del IRPF, que puede en algunos casos, por ejemplo un grado 7, superar e incluso duplicar lo pagado por IRP durante los gobiernos blancos y colorados.

Pero veamos lo que dice el informe de dicho Instituto: el mismo da cuenta que a partir de 1970, el salario real docente teniendo en cuenta la vinculación con el PBI per cápita no paro de caer, y nunca se ha recuperado hasta llegar a la relación anterior.

Es más dicho informe afirma textualmente: “Para tener una idea de la persistencia del deterioro, se estima que en 2010 el salario docente de secundaria correspondiente a 20 horas y 15 años de experiencia (por lo tanto, superior al que se calcula en los gráficos anteriores) alcanzaba el 0,8% del PIB per cápita” (Informe INEED p. 58). Obsérvese que esta situación persiste incluso luego del primer gobierno del Frente Amplio, 2005-2009, donde se dieron los mayores aumentos salariales en el sector.

Pero hay más en primer lugar se reconoce todo el trabajo no pago que realizamos los docentes, desde corrección y preparación de trabajos, y se compara la evolución salarial histórica con otras profesiones, en donde en todas las series sucede lo mismo, no hay ocupación en donde no se salga perdiendo a largo, mediano y corto plazo.

“En particular, es relevante señalar que tras pérdidas especialmente pronunciadas entre 2002 y 2005, todas las series retomaron una tendencia creciente. No obstante, resulta muy significativa la similitud en niveles que mantienen —incluso desde 2005— las series del salario docente y las de la industria manufacturera. El contraste entre ambas es sobre todo importante si se tiene en cuenta el grado de calificación necesario para desempeñarse como docente y la menor calificación relativa del promedio de la industria” (Informe pp 64-65)

Se observa por ejemplo como quienes trabajan en los servicios públicos de electricidad ganan en promedio 50% más que los docentes, y el patrón es el mismo.

En suma dicho informe concluye: “el análisis permite sostener que los salarios docentes han estado por debajo de los salarios de otras profesiones desde los inicios del siglo XX hasta la primera década del presente siglo. A su vez, sufrieron una importante caída a comienzos de la década de 1970, la cual comenzó a revertirse luego del retorno a la democracia. Sin embargo, a pesar del importante esfuerzo fiscal que promovió el aumento de los salarios de los docentes del sector público, estos se continúan ubicando por debajo de los de otras profesiones (INEEd, 2016b).”

A la vista entonces del informe queda claro que no es correcto afirmar que los trabajadores de la educación pública tuvimos un 80% de incremento real en nuestras remuneraciones, no lo es, porque no se tuvo en cuenta por un lado el impacto del IRPF y del FONASA, y porque la propia ratio PBI per cápita, salario real docente ha permanecido incambiada.

Afirmar que los docentes hemos tenido fabulosos aumentos salariales es caer en la propaganda del progresismo, los datos objetivos y el análisis científico de la realidad, realizados por un observador imparcial nos conduce al mismo lugar de siempre, los trabajadores de la educación recibimos en el mejor de los casos el salario de la mano de obra calificada, pero estamos muy por debajo de otros profesionales, y también de otros funcionarios del Estado.

De esta forma a pesar que algo se avanzo, seguimos en el lugar de siempre, tuvimos cierta recuperación salarial en el primer gobierno del Frente Amplio, pero luego en la fiesta de derroche de la administración Mujica no recibimos más que 3% promedio durante 4 años, y nada el último, situación que se repitió este quinquenio, y en enero del 2020 recibiremos al nuevo gobierno con ajuste 0%, solo con IPC, debido a que la posibilidad de obtener algún punto extra estaba sujeta a cumplir las metas de déficit fiscal y recaudación, de las que estamos lejísimos.
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