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Relato sobre el descubrimiento del oro en Minas de Corrales y sus timadores extranjeros

LA RUTA DEL ORO EN EL NORTE. 

Allá por 1830, en momentos en que se establecía la República, un brasileño llamado Jesús Fernández llegó a Minas de Corrales -entonces en el departamento de Tacuarembó- con la confesa intención de dedicarse a la explotación agropecuaria. Poco tiempo más tarde, sin que ello tomara dominio público, el estanciero en ciernes encontró vestigios auríferos en los campos que adquiriera. Años más tarde, en  1843, un grupo de bandoleros asaltaba la hacienda de nuestro personaje. Dice la leyenda que los bandeirantes no supieron reconocer el contenido de tres frascos repletos de pepitas de oro y las esparcieron por el suelo con desprecio.

Al trascender la anécdota, aventureros de todas partes del mundo comenzaron a arribar a aquel ignoto punto de nuestra geografía.

En 1867, Clemente Barrial Posada, un ingeniero español, se establece en la región con el objeto de realizar los primeros estudios sistemáticos sobre las posibilidades de una explotación del codiciado metal. El recién llegado no demoró en remitir a Chicago y París muestras del material aurífero relevado. De esta suerte, el mundo conoció las primeras noticias acerca de la existencia de oro uruguayo.

SE ESTABLECEN LOS FRANCESES

En 1878, se estableció en Minas de Corrales la Compañía Francesa de Minas de Oro del Uruguay. Este suceso, incidentalmente, se encontraría con la historia de un mito nacional. Porque, ante un llamado público, convergería en aquella recóndita región una joven francesa llamada Berta Gardés, a la que el destino le depararía la misión de encargarse de un hijo natural del coronel Carlos Escayola, jefe político de Tacuarembó. Ese hijo natural conquistaría la gloria artística bajo el nombre de Carlos Gardel. Pero eso es harina de otro costal…

Veinte años más tarde, los franceses de la Compañía de Oro del Uruguay abandonaron el terreno. De esa manera, surgió la Goldfields of Uruguay, cuya casa matriz tenía sede en Londres, Inglaterra.

El administrador de esta empresa había adquirido acciones de la misma en la Bolsa londinense y, con un sueldo en libras esterlinas, desembarcó en estas costas para confirmar la existencia de oro, cosa que sus mandantes no parecían creer con el mismo optimismo que él.

Él, en apariencia un dubitativo funcionario londinense, se arrimó personalmente a las minas y poco después urdió un plan que, consideró, salvaría su prestigio: fundió parte de las monedas que recibía como concepto de salario, les dio forma de pepitas y las envió a Londres. Aseguró que se trataba del material aurífero recogido en los socavones criollos. Como consecuencia del engaño, las acciones de la Goldfields ascendieron su cotización vertiginosamente. Del astuto pionero, nada volvió a saberse. Las minas siguieron siendo explotadas, y en 1894 se produjo el retorno de los franceses que permanecieron hasta 1909, año en que la compañía Uruguay Consolidated Gold Mines Ltd. de Londres asumió continuar con la extracción. Al estallar la Primera Guerra Mundial, en el año 1914, los funcionarios británicos serían llamados a filas para ya no retornar.

UN NUEVO TIMADOR

Demos un salto en el tiempo. Entre 1935 y 1942, Usinas y Teléfonos del Estado (UTE) se hizo cargo de la extracción aurífera en Minas de Corrales. Al frente de las investigaciones se invistió a un ingeniero inglés, apellidado Grierson, que ya había trabajado para sus connacionales. Se reiteraron las maniobras fraudulentas. Porque cada vez que en las excavaciones se descubría alguna veta importante, el tal Grierson, que conocía sobradamente el métier, ordenaba tajantemente que fuera clausurada.

En medio de la alarma de los mineros, el flemático británico optó también por tomarse las de Villadiego. Pero, con menos suerte que su predecesor, fue detenido en el puerto de Montevideo. Al inspeccionarlo, los funcionarios aduaneros pudieron comprobar que intentaba huir en compañía de una maleta repleta de lingotes de oro. Tres meses más tarde, moría en la cárcel.

SURGE SWARTZ

En 1953, se produjo el desembarco de un nuevo investigador. Dijo llamarse Frederich Franz Swartz, nombres y apellido a los que les acomodaba la procedencia alemana. Dijo, también, ser ingeniero de profesión. Venía huyendo de Bolivia como consecuencia de un levantamiento minero. Pronto se constituyó en una celebridad regional como resultado de las desmesuradas fiestas que impulsaba. Swartz resultó ser un animado degustador del asado con cuero regado con recios vinos tintos. Pero, más allá del inesperado talante festivo del germano, las dilaciones que se producían en los pagos de salarios inquietaban a los mineros que empleaba. Un buen día, luego de marchas y contramarchas, Swartz anunció que finalmente cancelaría los pagos adeudados. Para ello, naturalmente, organizó una animada fiesta en la que no faltaron sus dos pasiones: el asado y el vino. Entonces, en medio del festejo, sucedió lo inesperado: Swartz se desmaya y debe ser trasladado de urgencia a Tacuarembó. Rumbo al hospital departamental, el ingeniero logra ponerse a buen reparo de médicos y acreedores: toma un avión y desaparece. Posteriormente se sabría que ni siquiera era alemán. Había nacido en Buenos Aires.

ALGUNOS DATOS SOBRE PRODUCCIÓN

En 1930, según MacMillan, la producción de oro en territorio uruguayo era la siguiente:
Material extraído 368 909 toneladas
Oro producido 2 787 770 gramos

Se agregaba que desde 1936 se habían producido 400 mil toneladas con 3 millones de gramos de oro producidos. Un promedio de 7,5 gramos por tonelada.
Hasta 1909, los trabajos en superficie alcanzaron una longitud de 1300 metros.
En ese año, la mina fue comprada por Uruguay Consolidated Gold Mines Ltd., que fue explotada subterráneamente a través de tres galerías superpuestas.
En cuanto a la mina Zapucay, produjo 100 mil gramos de oro en el período comprendido entre los años 1890 y 1916.
Hubo también 28 minas pequeñas que produjeron en total 146 046 gramos de oro. En este caso, el cuarzo aurífero, fue molido y procesado en las instalaciones de Cuñapirú y San Gregorio.
En Lavalleja, la única mina conocida fue la de Arrospide, ubicada a 5 kilómetros de la capital departamental. Se trataron 2 750 toneladas de material, que arrojaron 6 470 gramos de oro y 25 000 gramos de plata.

TRAS LA IDA DE LOS INGLESES
Casi un pueblo fantasma

El nacimiento de Minas de Corrales, centro poblado que a inicios de la década del 70 alcanzó a tres mil habitantes, se vincula justamente a la fiebre producida por el descubrimiento de yacimientos de oro.
Aluviones de aventureros, procedentes de varias partes del mundo, llegaron hasta aquella, entonces, inhóspita geografía. Cargaban con sus esperanzas y sus sueños de fortuna.

Pero tras el auge, la zona tomó la curva de la declinación. Su población descendió por causa de aquellos que emigraban en busca de mejores horizontes. Algunos, los que tuvieron suerte y pudieron acaudalar alguna fortuna, regresaron un buen día a sus lugares de origen. Los restantes, los no favorecidos por el azar, se quedaron atados a la esperanza…

 

Museo de Historia de Minas de Corrales celebró su primer año de vida
14 Noviembre, 2017

El jueves 9 de noviembre, el Museo de Historia, de Minas de Corrales, cumplió su primer año de vida, por tal motivo se descubrió una placa recordatoria.

El coordinador del Museo, Mtro. Guillermo Silva, resaltó la transcendencia de una fecha “tan importante para la villa”.

Silva señaló que desde la Asociación Patriótica de Corrales, “creímos necesario realizar la gestión para que a través del tiempo trabajáramos para ir manteniendo documentos y objetos que fueran testimonios de la creación y la evolución de la sociedad corralense. Gracias a los municipios, la Intendencia, la Comisión de Apoyo y la Asociación Patriótica, hemos realizado a lo largo de este año varias muestras. La plaqueta recordatoria se descubrió justamente en el día del aniversario de los 97 años de declaración de Pueblo y estamos seguros que estamos aportando la historia y la educación a todos los jóvenes que visiten el museo”.

El Coordinador afirmó que existe un acerbo muy importante en dos depósitos que aun no se han expuesto y además una agenda de 10 familias que desean donar material para el Museo.

En el Museo hay material histórico del siglo XIX al siglo XX, como la primer bandera que se izó en la localidad.

 

 

 

Fuentes: Posdata y IDR