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No será preferible crear ingratos que dejar de hacer el bien? Denis Diderot

LA OPINIÓN EN EL URUGUAY.Desde Montevideo/Esc. Beatriz Marenco, Directora de Relaciones Institucionales CELADE, para Diario Uruguay.

Junto a los grandes valores y en casi todas las culturas el valor de la gratitud, palabra efímera si las hay, se empapa de virtud. Por el contrario triste señal de todos los tiempos es la ingratitud, Mal hábito que encierra más de lo que pensamos, porque revela la incapacidad de transformar en palabras sentimientos guardados, casi celosamente anidados y mal hábito que revela distorsión en el carácter de una persona, que lejos está de ensalzar al dador, mezquina idea de pensar en colocar al otro en una posición de superioridad, que salvo escasas y tristes excepciones, sabemos la vida va por otros carriles. A medida que no se da, sentimos que la gratitud se debilita, se marchita, y lo que no se expresa se silencia, llevando la superioridad al otro lado.

No son los favores los que nos habilitan a esperar una devolución, ni un eterno reconocimiento, porque la gratitud es de personas de bien, porque no somos únicos, ni tenemos siempre la razón, ni estamos solos, porque de otros necesitamos. Un verbo a menudo olvidado, que debe empoderarse de su valor, y de ninguna forma puede llegar a ser una mera gentileza, inversión, ni falsa consideración “porque el que sólo se pre-ocupa de sí mismo, y nos favorece porque de otro modo no puede obtener beneficios, viene a ser como quien suministra forraje a su ganado, nos dice Santo Tomás. La gratitud es una disposición del espíritu de que da o del que hace y es un sentimiento de estima, una emoción positiva con alto impacto en nuestra vida.

Cansados algunos de esperar, y sin olvidar cientos de refranes que desde niños nos han acompañado, que nos hablan de la naturaleza humana y de la ingratitud como probabilidad más que esperable, bueno es recordar siempre que hacer el bien es lo mejor, y es el único camino.

La deuda más personal no es fundamentalmente la que contraigo cuando he sido ayudado en situación de necesidad, sino la que adquiero cuando se me ha elevado a un ámbito de belleza, de alegría y de excelencia, dice el Dr, Juan Cruz Profesor de Filosofía de la Universidad de Navarra. Bueno es citar a Seneca cuando afirma “No es la obra o el don lo que importa, sino la intención, no consiste en lo que se hace o se da, sino en la disposición del espíritu del que da o del que hace» Quien no se quiere reconocer espiritualmente obligado, tampoco puede agradecer.

Vale recordar que siempre habrá quién siga empecinado en su propia independencia, aquel imposibilitado de agradecer esa voluntad libre que se les ha dado a los hombres, y lejos está de ser una mercancía.porque el beneficio