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Con buenas intenciones no basta. No siempre que alguien enseña, otro aprende

LA OPINIÓN EN EL URUGUAY. Desde Montevideo/ Esc. Beatriz Marenco/Directora de Relaciones Institucionales CELADE para Diario Uruguay.

 

Me pregunto cómo puede una persona encargada de un área institucional o empresarial, hablar con monosílabos. ¿Cómo puede suceder que alguien altamente recomendado para un cargo pueda usar el término “se” en lugar de si?

 

Estoy frente a un nuevo escenario que urge revisar la forma y los modos de capacitar y los contextos donde se inserta. Diariamente nos relacionamos en diversos ámbitos laborales, y asumimos desde el vamos que la persona con la que entablamos una comunicación muchas veces de cierta jerarquía, y que fuera incorporada para determinado cargo para liderar, o concretar objetivos estratégicos de una organización acorde a la misión, visión y valores de la misma, actuará acorde a su perfil. Grande es el desconcierto, cuando apreciamos que quien fuera llamada para apuntar a la innovación y excelencia, y “capacitada” plenamente para el relacionamiento con empresas e instituciones con una alta visión estratégica desconoce las mínimas reglas de educación, indicador creciente en grado mayor en nuevas generaciones aunque reconozco no exclusivo.

He estado buscando respuestas y no puedo dejar de pensar en los factores, los contextos, la profesionalidad del que capacita, los modos y el tipo de saber qué necesita quien enseña. No solo se trata de perfeccionar técnicas y saberes sino de comenzar a hacer hincapié en capacitar correctamente a ese capital humano del que tanto hablan las instituciones y empresas que desconoce los valores que se pretenden imponer como emblema y seguramente muchos se sorprenderían al escuchar y ver cómo actúan antagónicamente a aquellos que supongo yo son el ADN de la misma.

Me pregunto cómo puede una persona encargada de un área institucional o empresarial, hablar con monosílabos. ¿Cómo puede suceder que alguien altamente recomendado para un cargo pueda usar el término “se” en lugar de si? o que alguien no se presente correctamente, o que use el vos cuando lo que corresponde es un usted, que desconozca la cortesía básica del saludo, o use expresiones como “ta”, o “pará”, y que la carencia de expresión oral, evidencien un lenguaje empobrecido, que no guarda armonía con el cargo que desempeña.

¿Cómo puede ser que alguien que está al frente de la comunicación de una institución o similar, y es la cara visible de esos valores que son su identidad, no tenga la mínima educación para comunicarse, siendo en definitiva el resultado de la ausencia de respeto y capacitación en ceremonial que se debería impartir y definitivamente revisar y que sin lugar a dudas es necesaria y contribuye definitivamente a desarrollar una buena imagen. Qué formador, entendiendo la formación como preparación sistemática para afrontar las realidades básicas de una tarea y como motivador de un progresivo desarrollo de calidad y eficacia en cualquiera de los aspectos de la función que se desempeñe, puede perder de vista, (y así parece ser) la más importante de las enseñanzas, la regla suprema, las reglas de cortesía y los buenos modales, el manejo de un protocolo, y cuidar los detalles, indispensables de manejar en un mundo como el de hoy en donde, el roce es fundamental y esos detalles una vía indispensable para crecer personalmente y profesionalmente.

Son claros los indicios de que el mundo está redescubriendo que lo verdaderamente importante de las empresas, son las personas, su verdadera fortaleza y que pueden llegar a ser tan vigorosas y fuertes como los son las personas que la integran. Definitivamente la ausencia de buenos modales implica desconocimiento. Su falta lejos, muy lejos está de crear espacios de intercambio y crecimiento, por el contrario ese desconocimiento e impericia conducen a grandes fracasos. Importante será que la teoría que vemos escrita se nutra de la adecuada observación de la realidad y vuelva a ella enriquecida mediante un cabal conocimiento e investigación constante. Vale recordar a Confucio diciéndonos qué son los buenos modales, los que hacen a la excelencia de un vecindario. Ninguna persona prudente se instalaría donde no existan.