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Museo Chacarero

La nadadora sanducera Ana María Norbis, es la única deportista uruguaya en batir dos veces un récord olímpico

DEPORTE CHACARERO DEL MUSEO. El 17 de octubre de 1968 se convirtió en la primera y única deportista uruguaya en batir un récord olímpico en los Juegos de México. Fue en los 100 metros pecho donde ganó la serie 5 en 1:17.4. Por la tarde del mismo día, mejoró su marca olímpica con 1:16.7 y ganó la semifinal 2.

El 18 de octubre nadó en la final en 1:17.3 y culminó en la octava posición. El 22 de octubre amplió su foja histórica al meterse en otra final olímpica. Fue en los 200 metros pecho al ganar la serie 5 con 2:49.4, nuevo récord sudamericano.

En esa final también fue octava con 2:51.9. Por única vez en la historia, Uruguay compitió en pruebas conjuntas al presentar dos postas. La del 4×100 metros combinado lo integraron Figueroa, Apt, Norbis y Ospitaletche, fueron sextos en la serie y marcaron 4:56.0, mientras que al relevo del 4×100 libre lo compusieron Figueroa, Apt, Castillo y Ospitaletche. Fueron cuartas en la serie con un crono de 4:33.4.

La carrera de Ana María Norbis solo duró seis años en el mundo de la natación y tuvo de todo, desde títulos sudamericanos a récords olímpicos lo que la convirtieron en la mejor de la historia.

La natación uruguaya tiene un antes y un después marcado por un nombre: Ana María Norbis. Nació el 15 de agosto de 1947 en Paysandú, fue formada por Wilfredo Raymondo en las aguas del río Uruguay porque en su ciudad no había piscina y su carrera duró apenas seis años. Sin embargo, sus increíbles logros la ponen en un pedestal que se encuentra a años luz del nivel actual de la natación nacional.

Norbis tenía 14 años cuando defendió por primera vez a Uruguay en un Campeonato Sudamericano (entonces solo había torneos para mayores). Fue en Buenos Aires 1962, en Vélez Sarsfield, y mejoró sus récords nacionales de 100 m pecho y 100 m mariposa ubicándose en ambas finales en el sexto puesto.

Dos años después, en Guayaquil 1964, fue la primera mujer uruguaya en romper un récord de campeonato sudamericano (1.17.1 en 100 m mariposa). Su evolución la llevó a ser vicecampeona de esa prueba así como también del 100 m pecho.

Ese mismo año, el entrenador estadounidense Edward Solotar la llevó a entrenar a Estados Unidos. Pero la sanducera no se adaptó y volvió al poco tiempo.

Justo después llegó a Neptuno, club al que se enroló en su llegada a Montevideo, el argentino Alberto Carranza quien llevó a la natación femenina uruguaya a su era dorada.

La misma arrancó en el Sudamericano de Lima 1966 cuando Norbis se transformó en la primera mujer uruguaya en batir un récord sudamericano (100 m pecho) y en la primera (hombre o mujer) en conquistar un oro sudamericano. En 200 m pecho repitió: fue primera con récord.

En 1967 disputó sus únicos Juegos Panamericanos, en Winnipeg (Canadá). Fue bronce en la posta 4×100 m combinado con Themis Trama, Lylián Castillo y Ruth Apt y plata en 100 m pecho con un registro de 1.15.95 que perduró 13 años como récord sudamericano. Le ganó la estadounidense Cathy Ball que tuvo que batir el récord mundial de la soviética Galina Prozumenshchikova (1.15.7) para ganarle: 1.14.8. La uruguaya nadó a dos décimas del récord mundial. Una bestialidad, algo totalmente impensado para los tiempos que corren.

Al año le puso un broche de oro a su carrera en los Juegos Olímpicos de México 1968. Mucho se habla de los récords olímpicos que bajó Norbis. Son históricos para el deporte uruguayo. Pero vale aclarar un matiz de la cuestión. El 100 m pecho, la prueba en la que compitió, se incorporó ese año a los Juegos. Nunca antes se había corrido por lo que el primer récord olímpico se fijó en la primera serie.

La gran virtud de Norbis fue clasificar aquel 17 de octubre de 1968 con el mejor tiempo a la semifinal (1.17.4 en la última serie) y ahí volver a mejorar el registro olímpico llevándolo a 1.16.7 la misma tarde. En la final no repitió y terminó octava (última) con 1.17.3.

«El problema fue que la apartaron del grupo, la llevaron en auto, le dijeron ‘no comas esto’. La cargaron de presión. Igual la final fue tremenda. Entre la medalla de oro (la yugoslava Djurdjica Bjedovy) ella hubo menos de dos segundos», me contó Lylián Castillo, su compañera en relevos y también olímpica en México.

«En esos Juegos a todas nos afectó la altura, menos a ella. Ana fue un talento natural único, era impresionante cómo nadaba y eso que no le gustaba entrenar. Venía de Paysandú a mi casa y muchas veces en vez de ir a entrenar se iba al cine con mi hermana. Cuando le contaba a Carranza se agarraba la cabeza», rememoró Castillo.

Al final de los Juegos, Norbis recibió varias invitaciones para realizar giras por Europa. Pero cuando retornaba en el avión a Uruguay le comentó a su técnico que dejaba la natación. «Me aburrí, me pudrí de la natación y me volví a Paysandú. Puede ser difícil entender para muchos, pero a mí me agotó, de verdad: estaba tan cansada que no quería saber nada con entrar a una piscina», le contó a El Observador en 2007.

Entonces trabajaba al frente de un acuario en Venado Tuerto, Santa Fe (Argentina), donde sigue radicada.

Evolución de su marca en 100 m pecho en las grandes competencias

Sudamericano 1962: 1.27.4 (sexta)
Sudamericano 1964: 1.23.5 (vicecampeona)
Sudamericano 1966: 1.21.4 (campeona, récord sudamericano)
Juegos Panamericanos 1967: 1.15.9 (vicecampeona, récord sudamericano por 13 años y récord nacional durante 27 años)
Juegos Olímpicos 1968: 1.17.3 (octava; en la serie y semifinal firmó récords olímpicos con 1.17.4 y 1.16.7, respectivamente).

 

Ana María Norbis ganó tres medallas en los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1967 y en la prueba de 100 m pecho quedó a dos décimas del récord mundial; hoy se compite por una marca local.

«Tiempos viejos” fue un tango adelantado para su época. En 1926, con música del maragato Francisco Canaro y letra de Manuel Romero, ese himno evocativo de lo que se fue para no volver, se convertiría en referencia obligada para mirar con ojos de nostalgia el pasado.

Los Juegos Panamericanos son una buena excusa para evocar ese tango triste, sórdido y realista. En la 16ª edición de los Juegos, cuya inauguración se llevó a cabo el viernes en Guadalajara, Uruguay competirá con seis nadadores. Ninguno va a pelear por medallas. Bajar un récord nacional o alcanzar una final ya son, entonces, méritos dignos de aplauso.

Sin embargo, allá por 1967 en Winnipeg, Uruguay ganó tres medallas en natación femenina donde hoy las marcas de las mejores nacionales están a años luz de los topes mundiales.

La gran figura de aquella generación que moldeó a la perfección desde 1965 el entrenador argentino Luis Alberto Carranza, fue la sanducera Ana María Norbis.

Bicampeona sudamericana en Lima 1966 en 100 m y 200 m pecho, Norbis fue medalla de plata en 100 m pecho, bronce en 200 m y también bronce en el relevo del 4×100 combinado junto a Lylián Castillo, Ruth Apt y Themis Trama.

En la primera de esas pruebas, Norbis fue sobresaliente. Ganó la segunda serie con una marca de 1’17’’ con la cual mejoró el récord panamericano impuesto en la serie 1 por la estadounidense Cynthia Goyette (1’20’’1). En la final, tal como informa la tapa del diario Extra que ilustra esta nota, Norbis ganó la medalla de plata mientras que la estadounidense Cathy Ball, oro, mejoró el récord mundial.

Esa plusmarca era propiedad de la soviética Galina Prozumenshikova (1’15’’7) desde 1966. En la final, Norbis marcó 1’15’’9 mientras que la ganadora cronometró 1’14’’8. Con su marca, la sanducera mejoró su récord nacional. Tercera fue otra estadounidense, Goyette con 1’19’’4, lejos de la uruguaya.

La crónica de la noticia condensa la importancia de Norbis para la historia del deporte uruguayo: “Imponiendo su calidad, sus condiciones, su garra, Ana María Norbis conquistó ayer (lunes 31 de julio de 1967) la primera medalla de plata en los Juegos Panamericanos”.

El nivel que tuvo la natación en esos juegos quedó reflejado en la noticia: “Como detalle interesante de lo sucedido en Winnipeg, basta citar que habiéndose disputado 15 pruebas, en 14 se mejoraron récords panamericanos, incluyendo un récord del mundo y otro igualado, con lo que ya se han establecido 10 nuevas plusmarcas mundiales en lo que va de los Juegos Panamericanos”.

El que igualó el récord del mundo en la jornada en la cual Norbis ganó su medalla de plata fue el mítico estadounidense Mark Spitz, que en los 100 m mariposa se impuso con un tiempo de 56’3.

Spitz ganó también el 200 m mariposa y las tres postas. Tenía 17 años y pasaría a la inmortalidad en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972 cuando ganó siete medallas de oro, récord superado por el espectacular Michael Phelps en Beijing 2008 con ocho doradas. Norbis ganaba medallas en aquel 1967 a ese nivel.

 

 

 

Fuente: 20once El Observador y REFERí