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Fútbol Uruguayo

Algo es algo: El riverense Enzo Scorza se fue con destino a Guatemala y no guatepeor

FUTBOL CHACARERO DE RIVERA. El futbolista riverense Enzo Scorza, es el nuevo refuerzo del FC Rosario para el torneo Clausura 2018 de la PrimeraDivisión del fútbol de Guatemala.
Scorza, de 1.66 de estatura, juega como delantero, y se integra a los trabajos del equipo al mando de Lacho González.

ENZO SCORZA: DE LA GLORIA AL INFIERNO

Enzo Scorza parecía ser la gran promesa del fútbol uruguayo. Lo veíamos jugar en la punta izquierda de la selección juvenil y pensábamos que era un crack en potencia.

Pero a los 23 años de edad, estuvo mucho en su ciudad natal Rivera sin equipo. Dijo estar arrepentido de no haber renovado su contrato con Danubio en el 2009 y soñó con volver a colocarse la camiseta de la franja. Los malos consejos te pueden arruinar la vida, confesó Scorza en su momento, tras una reñida y costosa entrevista que consiguió una noche DIARIO URUGUAY.

Lo cierto es que, a los 12 años llegó a Danubio desde su Rivera natal. Era sólo un niño, pero su talento con la pelota en los pies hizo que se interesaran en su concurso Internacional de Porto Alegre, Gremio y River Plate de Argentina.

Es más, su familia ya tenía casi todo arreglado con Gremio cuando apareció el Grupo Casal dispuesto a representarlo.

Le recomendaron a su padre que era mejor que se quedara en Uruguay. Que el cambio iba a ser menos traumático para el niño y que lo iban a colocar en un club que trabajaba muy bien en Divisiones Juveniles.

Fue así como Enzo Scorza desembarcó en la Curva de Maroñas. No lo hizo solo, vino con toda su familia a cuestas. Sus padres Aldo y Miriam y su hermana Stefany, dos años menor que él.

Sus padres dejaron sus respectivos trabajos y llegaron a la capital con el único propósito de cuidar de su hijo. Los gastos corrían por cuenta de Danubio y del Grupo Casal, a medias.

Años después, concretamente en el 2009, Scorza se negó a renovar su contrato con Danubio.

Los entonces presididos por Arturo Del Campo, pretendían que firmara por dos años más, pero por consejo de sus representantes el delantero y su compañero Gerardo Vonder Putten, se negaron a hacerlo.

A Scorza le aseguraron que iba a Peñarol, pero los dos terminaron jugando en Central Español por seis meses. Fue en el Torneo Clausura 2009.

Tras su pasaje por el equipo palermitano, Scorza finalizó su relación con su representantes. Querían que fuera a Rampla y se negó.

«No porque considerara que era poco para mí, pero me habían prometido otras cosas. Me dijeron que si no iba a Rampla, no me iban a representar más. Y terminamos. Fue en buenos términos y me dijeron que cualquier cosa que precisara los llamara, pero nunca más supe de ellos», contó Scorza.

El delantero se fue a Italia donde estuvo entrenando dos semanas con Monza, un equipo de Segunda.
Pero cuando estaba a punto de firmar contrato, se lesionó y por más que el club se hizo cargo de su recuperación no lo contrataron.
Luego jugó seis meses en Seregno, otro equipo de Segunda. Le fue muy bien, pero luego tuvieron que bajar el presupuesto y no pudieron seguir pagándole.

Un amigo brasileño, Elisandro Piris, que había conocido en Uruguay, le prometió llevarlo a Cabofriense de Río de Janeiro. Supuestamente estaba todo arreglado, pero no le mandaban los pasajes. Le pidieron que viajara, pero se demoró una semana y cuando llegó habían contratado a otro.

Lo quiso llevar a otro equipo en Tombos, 500 kilómetros pasando Río, pero no quiso hacerlo y se volvió a Rivera.

El mismo brasileño prometió conseguirle otro equipo de Primera, a él y a Vonder Putten, que también está sin equipo. Les pidió por favor que no se fueran a ir para otro lado porque estaba prácticamente hecho.

Scorza le dijo no al Municipal de Guatemala y al Alajuelense de Costa Rica. Pero se quedaron sin nada.

«Hoy estoy horrible. Me siento re mal. Hay momentos en que estoy muy desanimado y deprimido. Sin ganas de nada. A veces me pregunto si voy a seguir jugando porque me salió todo mal. Primero, estoy arrepentido de haberme ido de Danubio y después rechacé ofertas y no me salió lo que esperaba. Por suerte, mi familia, y mi señora Natalia, me apoyan mucho», dijo el delantero.

«Estando en Italia llamé a Arturo Del Campo y le dije que, como chiquilín que era, me había equivocado. Y le pedí perdón«. «Hace una semana, volví a hablarle y le pedí para volver a Danubio. Me dijo que lo iba a plantear en directiva. Quiero volver a jugar y demostrarles lo que siento por el club».

La hermanita llegó a pensar que sus padres no la querían cuando la familia Scorza se mudó a la capital por la carrera futbolística del pequeño Enzo, no la pasó bien. El dasarraigo fue grande y todos sufrieron. Sus padres, dos personas muy jóvenes, tuvieron que acostumbrarse a no trabajar y dedicarse solamente a cuidar de la futura estrella. «Mis representantes, no querían que hicieran nada más que cuidarme», contó Enzo.

Pero la peor parte la llevó al pequeña Stefany, de diez años. Ella nunca quiso dejar Rivera. No quería cambiar de escuela ni dejar a sus amigas. «Mis padres tuvieron muchos problemas con ella. Pobrecita, ella fue la que más sufrió. Decía que mis padres no la querían como a mí. Porque, claro, todos los cambios fueron por mí».

Volver a Rivera, después de diez años en Montevideo, tampoco fue sencillo para la familia. El primer año de vuelta en Rivera fue muy duro. Hoy, afortunadamente, la familia se ha recuperado.

«Ahora se acomodaron. Mi padre recuperó su trabajo como pintor de autos y Stefany es peluquera. Ha formado su propia familia y es madre de una beba. Por suerte, está re bien. El que no estoy bien soy yo», admitió a el diario El País, el 15 de marzo de 2011.