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PLAN 2030 Ramón Mérica TOURuguay

VEREDAS: Los primeros Teatros y la «comedia» de las clases sociales

VEREDAS CAMINADAS POR RAMON MÉRICA y otras que vendrán para Diario Uruguay.

¡Cuánto dice una ciudad, construcción humana por excelencia, del alma de sus pobladores! De los de ayer y también de los de hoy. Por eso Montevideo muestra esa compleja relación ambivalente de sus habitantes con los muros que los amparan, generalmente vistos pero no mirados y mucho menos, disfrutados.
En «Veredas» desentrañamos los encantos, historias y misterios que atesora esta ciudad, a través de referencias a arquitectos, historiadores, artistas y de visitas a jardines, iglesias, palacios, domicilios…

 

 

Hay que recordar que los partidarios del «San Felipe»… eran elementos ultra conservadores, muy celosos de la grandeza del Solís…

 

 

El Teatro y nuestros abuelos

Clases sociales

El primer teatro que tuvo Montevideo se remonta a la época del coloniaje, con la denominación de «La Comedia», siendo más tarde, y en vida independiente, con la de «San Felipe», y estaba ubicado donde hoy está el Palacio Taranco.

 

En la época colonial existía, tanto en Montevideo como en Buenos Aires, una Casa de Comedias, donde se representaba ante candilejas de aceite de potro. Respecto a nosotros, Montevideo conserva todavía una curiosísima acta del Cabildo, donde las diferencias de clases y privilegios estaban a flor de piel, y donde se dice textualmente:

«En la ciudad de San Felipe y Santiago, de Montevideo a veinte y dos días del Mes de Marzo de mil ochocientos ocho; el Cavildo de Justicia y Regimiento de ella, cuyos individuos que en la actualidad le componemos al final firmamos, hallándonos, juntos en esta Sala Capitular del Ayuntamiento para tratar cosas pertenecientes al mejor servicio de Dios y bien del público. En este estado, y con asistencia del  señor Covlor de esta Plaza, por quien se celebra esta Junta, manifestó este Señor a ella que las Sras. principales  del Pueblo le habían dado varias quejas de que los mejores Palcos de la Casa de comedias los tenían ocupados mugeres de otra menor consideración, y que para evitar estos reparos y disgustos hallaba Su Señoría, por más acertado prevenir, como prevendría al dueño de ese Coliseo, o al que corra con él, pase a este Cavildo una relación de todos los Palcos y lunetas, y consiguientemente advertir al Público por medio de los correspondientes carteles, que meditaba expedir, que todas
las personas de distinción del Pueblo de ambos sexos y estados que quieran tomar Palcos para sus familias, y lunetas para sí solos, ocurran a este Cavildo a solicitar su No. y q. en caso de pedir dos o más sugetos de igual clase a un tiempo un mismo Palco o luneta, se hecha suerte entre los que sean, a fin de evitar de este modo cualquier queja. Que no habiendo ya más personas de distinción que soliciten Palcos ni lunetas, pueden darse los que resulten sobrantes a cualquiera que los pida. Manifestada por Su Señoría esta su determinación a la Junta se consideró por mui conveniente, y en consiguiente haviendo acordado con el mismo Cavildo, que por este se formasen de ordenanzas, para el arreglo de lo interior del Teatro y buen orden del Patio, y procedídose a ello, se remitieron con el correspondiente oficio firmados por el mismo Cavildo y el Sr. Governador el encargado del Coliseo para su fixación en los respectivos parajes, quedando Su Señoría en expedir por su parte las competentes órdenes que ha de observar el oficial de guardia en aquella casa. Con lo qual, se concluyó esta Acta que cerramos y firmamos con Su Señoría, para que conste. – Xavier Elio – Pasql. José Parodi – Pedro Franco de Berro. – Manuel de Ortega – Manuel Vicente Gutiérrez – Juan José Seco – Juan Domingo de las Carreras – Thomás García de Zuñiga – (Hay nueve rúbricas)».

 

Los primeros Teatros de Uruguay

El primer teatro que tuvo Montevideo se remonta a la época del coloniaje, con la denominación de «La Comedia», siendo más tarde, y en vida independiente, con la de «San Felipe», después de haber sido remozado por su propietario don Juan Figueiras, el que hizo construir la primera hilera de palcos con que contó dicha sala.
Fue un edificio que tan buenos momentos de solaz brindó a nuestros abuelos, y se levantaba con frente a las calles 25 de Mayo y 1o. de Mayo, y Plaza Zabala, precisamente en el terreno que hoy ocupa el Palacio Taranco. Y por aquellos felices días en que los espectáculos públicos comenzaban a la s 7 y 30 p.m., y finalizaban a las 10 y 30 o 11 p. m., a más tardar, y donde se daban intensos dramones, que ponían a los espectadores carne de gallina, entre cuyas obras
pueden enumerarse entre otras:«La Carcajada», «El terremoto de la Martinica», «Los seis grados del crimen», etc., a cargo de La Petronila, La Matilde, Quijano y otros  veteranos del arte de Talia.

 

 

La primera compañía de ópera

La primera que arribó al Uruguay debutó justamente en el «San Felipe», por el año 1850, de la que era empresario un señor de apellido Pestolardo. Como soprano absoluta y estrella de gran magnitud de la época -calificada así por el distinguido doctor don Mariano Ferreira, que la conoció personalmente- venía Ida Edelvira; como contralto, la tiple ligera Tatti; Gugliedmini, como tenor; Tatti, como barítono y como segundo tenor Chiodinni. Fue así que en Montevideo, «Norma», «Ernani», «Atila», «Foscari» y otras óperas se pusieron escena con tremendo éxito para la compañía y muy especialmente para la Ida, quien se había conquistado de tal manera al respetable público, que en la noche de su beneficio no quedara una sola flor en los jardines de los alrededores de Montevideo. Porque todas fueron a dar al palco escénico con palomas y objetos que se enviaron a la artista como regalo. Entre los muchos versos que se le dedicaron a Ida, merece destacarse el de uno de sus más entusiastas admiradores, el inspirado vate nacional don Fermín Ferreira y Artigas.

«A la incomparable y bella artista Ida Edelvira.
Cisne de cuello nevado
Lucero de la Alborada,
Gilguero de la enramada.
Por escuchar tu alegre canto. (Yo daría
La joya de más valía .
Suave y graciosa azucena
Jarrón de perfumes lleno,
Gentil y airosa gacela,
Paloma de blanco seno,
Por sentir tu dulce arrullo. (Yo diera
La prensa que más amarra.
Lejana y brillante estrella,
Perla escogida entre miles,
Palma que altiva descuella
Ruiseñor de los pensiles
Por sentir tus bellos trinos
Acaso la vida entera. Yo te diera.»

F.F.A.

El Teatro Solís uruguayo, el más antiguo de Suramérica y emblema del continente. Así lo público al mundo la AGENCIA EFE, en setiembre de 2018. Porque el Solís: es uno de los principales recintos de la cultura uruguaya y mantiene viva en su edificio la mezcla entre lo clásico y lo nuevo.

 

SOLÍS

El 25 de agosto de 1856 y con motivo de el aniversario patrio, se programaba entre otros números de festejos, la inauguración del teatro Solís, cuya construcción no ha sido superada todavía por ningún otro local destinado a los mismos fines. Hay que recordar que los partidarios del «San Felipe», del cual ya le contamos detalles, eran elementos ultra conservadores, muy celosos de la grandeza del Solís, de tal forma, que trataron de hacerle el vacío, y fue tal el encono que hubo personas que fallecieron sin haber puesto los pies, una vez siquiera, en el grandioso Solís, primer y único hasta hoy coliseo de la ciudad. El tema fue que en aquella época se afirmaba que el dinero se había derrochado a manos llenas; y que era un lujo -el Solís- que no estaba de acuerdo con el ambiente…
El día de la inauguración del teatro Solís, quedó sentenciado en la prensa así:

«Inauguró el teatro cuya sala ofrecía las mismas características del presente, la Compañía Vera y Lorini; y para la función que era gratuita, se habían distribuido entre la gente de pro con la debida anticipación, los palcos y demás localidades de preferencia.
El elemento universitario si bien es verdad no muy numeroso, pero no por ello menos bullanguero y menos pobre que el que le ha sucedido, no quiso faltar a esa cita que estaba al alcance de sus deseos; y fué así como en medio de la aglomeración que penetraba al teatro, una falange de muchachos alegres, capitaneados por el entonces Panchito Martínez, atropelladamente, como un turbón, hizo irrupción en el hall, con gran algazara, despropósito que cortó por lo sano, personalmente, el entonces Jefe Político y de Polícía de la Capital, don Luis de Herrera, abuelo del doctor Luis Alberto de Herrera, quien los «disolvió» a coscorrón corrido y a empellones»