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Nuestros Abuelos. Los antiguos dueños de las flechas

ToUruguay. Desde La República Entera/Profesor Jesús Perdomo para Diario Uruguay.
Fuente: Suplemento Rocha (I) – Jueves 11 de noviembre de 1993.

Recordamos hace poco, al «hijo más fiel» de Artigas, el indio Andresito… ¿Dónde había nacido? En el pueblo de San Borja, en las Misiones Orientales del Uruguay.
Está claro que Andresito nunca anduvo por este rico «pago de Castillos», que -mucho antes de su nacimiento- había sido el gran «potrero» de la Vaquería del mar, de donde los padres jesuitas, por 1760, se llevaron dos «pequeñas» tropas de… ¡40.000 animales cada una! Con esas reses se poblarían las estancias de los pueblos misioneros.

 

Este «pago de Castillos» puede sentirse particularmente honrado porque, día tras día, van apareciendo aspirantes a los nobles linajes charrúas o guaraníes.

 

Andresito nunca vino por acá, pero sí vinieron -y se quedaron a vivir- muchos de sus hermanos guaraníes misioneros. Por ejemplo, la pareja de Francisco Cabrera y María Marandarí. Eran del pueblo misionero de San Miguel, muy cercano a San Borja. Esta pareja dejó descendencia, que se ramificó hasta nuestros días: los Cabrera de la línea india que viven entre nosotros… Cuando Francisco Cabrera murió, María Marandarí se casó con Mariano  Argüello, paraguayo, es decir, misionero del pueblo de San Luis, vecino al San Borja de Andresito.

Este  Argüello y los indios Cabrera tuvieron tierras por aquí mismo. La línea lindera de su campo arrancaba por la actual Torre de Microondas y corría por el carretero a Aguas Dulces hasta el paso de los Adobes. De allí, todo hasta la costa. Y, para el otro lado de la línea, eran campos de Cayetano de la Rosa, también indio misionero.

¿Se acuerdan de Francisco de los Santos, el chasque Palmareño que llevó los últimos dineros de la patria a los prisioneros orientales en Brasil? Era indio nacido aquí cerca, en la Vuelta del Palmar. Su padre, Miguel de los Santos, había venido del pueblo misionero de San Luis, seguramente integrando aquella gran cuadrilla de 200 indios guaraníes cristianos que trajeron los españoles, en 1779, para construir la Fortaleza de Santa Teresa. ¿A dónde fueron a parar esos indios, después?… La gran mayoría se quedó por acá, dejando abundante descendencia. ¿Cuántos castillenses de hoy provienen de aquellos habilidosos y laboriosos guaraníes misioneros, hermanos y vecinos de Andresito?

Todavía no se ha hecho un rastreo de documentos a fondo. Todavía quedan personas que se avergüenzan  de confesar su sangre india (!)… Así y todo, podemos afirmar -con orgullo- que esos guaraníes misioneros fueron nuestros primeros maestros en todo: faenas ganaderas, oficios, costumbres, artesanías, agricultura… como, por ejemplo, la hermosa aventura de los primeros Ojeda que llegaron a Castillos.

 

Guaraníes misioneros fueron nuestros primeros maestros en todo: faenas ganaderas, oficios, costumbres, artesanías, agricultura… como, por ejemplo, la hermosa aventura de los primeros Ojeda que llegaron a Castillos.

 

Este «pago de Castillos» puede sentirse particularmente honrado porque, día tras día, van apareciendo aspirantes a los nobles linajes charrúas o guaraníes. Por ejemplo: de ratificarse lo publicado por el diario La República, en nuestros pagos hay descendientes de Quinota Pintos y de Juan Acosta. ¿Quién fue Quinota Pintos? Para el que ha visto su fotografía, no hay duda: índigena charrúa auténtica. ¿Quién fue Juan Acosta? Alguien que, junto con otros 32 individuos, desembarcó una madrugada en playa Agraciada… ¿Le suena, amigo lector? Qué linaje más aristocrático puede darse, en Uruguay, que el de quien mezcla en sus venas las dos más nobles rebeldías de esta tierra: del charrúa y de los 33 Orientales.

Vuelven los indios… ¿Serán bienvenidos? ¿Cómo los recibiremos nosotros, que nos preciamos de ser hijos y seguidores de aquel hombre que les «repartía tierras a los indios» y decretaba:«Ellos, en esta tierra son los que tienen el principal derecho»

Imagen del Archivo de Diario Uruguay, de la fotoperiodista Antonella Mérica

 

«Antes de alejarse a colonizar Cerro Largo, el comandante de la Rosa, dejó una sucesión continua de estancias adjudicadas a INDIOS…»

 

CON FUERTES Y ESTANCIAS FORMARON LA MAS EFICAZ BARRERA FRONTERIZA

Una barrera de hombres… Pero no como las que arman Nacional o Peñarol para interceptar los tiros libres del cuadro rival. Una barrera de hombres para interceptar, sí, la penetración política, económica y cultural de la nación rival. En este caso el que «pateaba» los tiros libres era Portugal y el que armaba la barrera de contención era España.
¿Dónde? Aquí mismo, en esta zona nuestra que – en aquellos viejos tiempos- constituía una frontera cambiante entre los territorios españoles y portugueses. Sí, aquí estaba la barrera. Para precisar más, entre la cabeza norte de la Laguna Grande (Negra) y la Laguna de Castillos, abarcando la zona de máximo «alerta rojo» de la Angostura, paso obligado de todas las comunicaciones y ejércitos. ¿Quiénes armaron la barrera? Las autoridades españolas. ¿Cómo lo hicieron? Desde luego que con fuertes: Santa Teresa y la avanzada de San Miguel. Pero, sobre todo, la barrera estaba armada con hombres. Era una barrera poblacional. Hombres de confianza para España, a quienes se les regalaban tierras, pequeñas estancias. Estos hombres, fieles a España, convertidos en hacendados establecidos, serían la mejor garantía para interceptar los avances portugueses.

Imagen de Archivo de Diario Uruguay de la fotoperiodista Antonella Mérica

 

La «operación barrera» necesitó unos 20 anos (1780 – 1800) para armarse. Cuando terminó, un rompecabezas de pequeñas estancias «taponeaba» la Angostura. ¿Los ingenieros del operativo? Rafael Pérez del Puerto, ministro de Hacienda y Augustín de la Rosa, comandante de Santa Teresa. Y las siempre oportunas investigaciones del doctor Molina Faget descubrieron algo muy curioso:«Antes de alejarse a colonizar Cerro Largo, el comandante de la Rosa,
dejó una sucesión continua de estancias adjudicadas a INDIOS: Santos Montiel, Martín Flores, Antonio Pintos, Julián Vera, Cayetano de la Rosa, María Marandarí, Miguel de los Santos, el padre del Chasque…» Todos ellos indios guaraníes de formación misionera, enemigos jurados de los portugueses. Si miramos el mapa de tierras confeccionado por Molina Faget, notaremos que todas estas estancias están en la zona de máximo «alerta rojo» de la Angostura… La barrera contra el portugués.La barrera poblacional, España transforma en propietarios a aquellos fieles indios, sus mejores soldados. Los premia con tierra y los pone como centinelas en la zona de mayor peligro. Un hijo de esta «barrera poblacional» española será nuestro FRANCISCO DE LOS SANTOS, el Chasque del Palmar.