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Ramón Mérica Reportajes

Ramón Mérica con Milton Schinca ante la aparición de «Boulevard Sarandí» 5

VEREDAS CAMINADAS POR RAMÓN MÉRICA para Diario Uruguay. (Archivo 22 Junio de 1997).

Montevideo surge como tema por Veredas

Nombrar «Boulevard Sarandí» ya es nombrar algo de dominio público. Hay librerías, se han organizado concursos de cuentos, entre otras cosas, que han recurrido al bautismo original de Milton Schinca. Todo empezó con audiciones de radio en el `73, un exitosísimo espectáculo teatral en el `74, y la publicación de 4 tomos reuniendo las  investigaciones del autor sobre el anecdotario más jugoso y oculto de la Fiel y Reconquistadora. Acaba de aparecer el tomo quinto, quizá el último, de una saga montevideana  contada como pocas. «Veredas» fue en busca del ardoroso y paciente capitalino y descubrió una historia muy secreta de la capital, una visión historicista tan inesperada como envolvente.

Hay un fenómeno rarísimo, y es que de golpe, surge esa concepción de la Suiza de América y del Uruguay civilizado, pacífico, con una gente muy civilizada y muy fantástica en una de las grandes democracias del universo y yo qué sé. y todo eso ocurre a comienzos del siglo, en la época del Uruguay batllista,

Allí abajo en el Centro -frase inventada sabiamente por el arquitecto Homero Pérez Noble- que anida en 18 y Quijano en un altísimo piso- también Milton Schinca vive en un pent house céntrico y ve a la Plaza de Cagancha como una maqueta tupida de árboles por entre los cuales se abre paso como puede la deliciosa efigie de la Paz (no de la Libertad) que concibiera el escultor italiano Giuseppe Livi. Desde ese piso 12, el poeta, ensayista, dramaturgo, memorialista y caminante montevideano piensa y repiensa desde hace muchos  años el tema Montevideo, no porque viva en el epicentro metropolitano, sino porque es un tema que lo atrajo desde siempre.

En esa pajarera vidriada, una mañana de esta semana, el poeta dejó volar sus reflexiones dándole paso al sociólogo, porque como ocurre con la lectura de su anecdotario montevideano, se van descubriendo historias y más historias a medida que avanza la conversación, como si se tratara de una cebolla intelectual a la que hay que ir arrancando las capas.

-…yo creo que todo lo que está ocurriendo de revalorización de las cosas viejas de Montevideo, el interés de mucha gente que antes no existía y que ahora se manifiesta en muchos libros que aparecen, en gente que está rastreando y hurgando en el pasado, tiene un enorme sentido. El último Día del Patrimonio fue impresionante, brutal. Y entonces yo pienso que está pasando una cosa nueva en Montevideo. Y yo tengo una teoría sobre eso.

-¿En qué se basa esa teoría?
– Mire… yo pienso mucho sobre Montevideo, no tengo ideas claras, y es un tema muy difícil. A mi me gusta mucho indagar sobre si hay un Montevideo o varios Montevideos, tanto en el pasado como en el presente. Es un tema que me preocupa pensarlo y ubicarme frente a Montevideo.

-Cuando usted dice que hay ahora un interés por la ciudad que antes no existía, ¿ese «antes», de cuánto tiempo data?
-Tal vez sea un poco drástica mi opinión, pero le voy a dar un ejemplo. Yo me acuerdo de mi propia adolescencia, tengo setenta y un años, así que saque cuentas, y hoy tengo la sensación muy clara de que nosotros los montevideanos padecimos siempre una especie de represión con respecto al pasado nuestro. Hay un fenómeno rarísimo, y es que de golpe, surge esa concepción de la Suiza de América y del Uruguay civilizado, pacífico, con una gente muy civilizada y muy fantástica en una de las grandes democracias del universo y yo qué sé. y todo eso ocurre a comienzos del siglo, en la época del Uruguay batllista, Y la gente tomó todo eso con una naturalidad sorprendente, y nadie parecía recordar o darse cuenta que poco tiempo antes se había estado en luchas que duraron un siglo enterito y que llegaron hasta mil novecientos cuatro. Y de golpe, ¡pum!, sin que sepa cómo, nos transformamos en uno de los países más civilizados de la tierra y bla bla bla… Es algo extrañísimo.

«…hoy tengo la sensación muy clara de que nosotros los montevideanos padecimos siempre una especie de represión con respecto al pasado nuestro. Hay un fenómeno rarísimo, y es que de golpe, surge esa concepción de la Suiza de América y del Uruguay civilizado…»

 

DE ESO NO SE HABLA

-Lo cierto es que se pasó realmente de un pasado tremendo a una especie de elegante pacifismo…
-Es que fue tremendo ese pasado, y eso es como que la gente lo tapó, y desde comienzos de siglo en adelante, y a mí me tocó vivirlo, eso no existía, hubo una especie de represión, de censura psicólogica frente a ese terrible pasado. En el liceo, la Historia Nacional llegaba hasta Artigas, y un poquito más. No se pasaba de allí. No es que hubiera una cosa deliberada, sino que se generó como una especie de no querer hablar del pasado, un gran pacto de silencio del que no participaban, por supuesto, los historiadores, que eso es otra cosa. Entonces, del siglo diecinueve ni se hablaba. Ahora recién empieza a abrirse un poco la puerta de ese pasado que fue sepultado. Un solo ejemplo: yo tuve un profesor de Historia que durante todo el año de clase el único punto que tocó, el único, fueron las Instrucciones del Año Trece.

– Pero llega un momento en que eso se empieza a romper, y lo vemos muy claramente hoy con todo ese interés marcado por usted. Debe haber alguna causa que…
– Hay varias causas. Yo creo que la irrupción de la dictadura militar fue una causa. Nosotros, mi generación, teníamos muy arraigada la idea de un Uruguay impoluto, democrático, civilista, y cuando empezaron a pasar las cosas que pasaron, incluida la violencia tupamara, que fue un sogazo para el concepto del Uruguay liberal, cuando pasó todo eso, me pareció que eso motivó en mucha gente, tal vez inconscientemente, una especie de necesidad de explicar qué estaba pasando, qué cosa era el Uruguay…

-Y es ahí donde empieza esa mirada hacia el pasado.
– Exacto. Y es por el setenta, y no es casualidad, que empieza, sobre todo en el teatro, a aparecer una especie de efervescencia por lo nacional, empieza a aparecer una serie de obras con personajes históricos del Uruguay…

– En eso, usted fue el pionero con «Ana Monterroso» y «Bernardina Fragoso», con «Los Blanes» y el emblemático «Boulevard Sarandí»
-No fui el único. Otros autores enfilaron su mirada hacia el pasado escondido, y yo creo que eso refleja esa necesidad inconsciente de la gente de empezar a preguntarse: ¿Pero qué es esto? No era lo que creíamos. Estamos en otro Uruguay. ¿De dónde sale este Uruguay? Y así descubrieron que ese Uruguay pacífico en el que estábamos muy asentados, cayó de golpe, era como una prolongación de la violencia de todo el siglo diecinueve del que no habían querido hablar ni pensar. Cuando vino la violencia, nadie pensó en lo que había pasado antes: lo vivimos como una cosa nueva, inexplicable, y sin embargo esa violencia ya había estado ahí.

 

«Un solo ejemplo: yo tuve un profesor de Historia que durante todo el año de clase el único punto que tocó, el único, fueron las Instrucciones del Año Trece»

TIEMPO DE REPRESIÓN

– Cuando marcamos esta entrevista, en el planteo de lo que sería el eje de la conversación también apareció el tema del MERCOSUR.
– Así es. Todo el tema de la globalización, MERCOSUR, hace que el Uruguay se vuelva a preguntar otra vez ¿qué nos va a pasar a nosotros, qué somos, somos un país capaz de integrarnos con estos gigantes que tenemos al lado? Y así se reactiva la historia del origen del Uruguay, la viabilidad o inviabilidad del Uruguay como país, polémica que viene del siglo pasado pero que siguió también en éste. Tanto Quijano como Ares Pons lo trataron con enorme profundidad. Este es el otro factor del despertar del interés de la gente hacia la historia del pasado, la necesidad de escarbar en las raíces y de preguntarse quién es, qué papel va a jugar en esa gran sociedad que es el MERCOSUR.

– Por lo que señala en todo su planteo, usted ve como una voluntad de enterarse de qué somos y de dónde venimos, algo así como esa manida metáfora de la búsqueda de la identidad.
– Así es. Se ve que se está disolviendo esa costra represiva que hubo siempre en el montevideano a partir del siglo veinte, esa especie de no querer hablar, de no querer tocar, como diciendo «con el siglo tan terrible mejor no te metas, déjalo tranquilo…» Y poco a poco, empezó a aflorar un interés por el pasado nuestro, porque yo creo que esa represión un poco impuesta, también en las costumbres nuestras a través del disciplinamiento muy férreo que tuvo el Novecientos, sobre todo en lo moral, también se manifiesta en esto otro, en lo intelectual. Una especie de corset histórico. Pero eso es artificial, y por lo tanto, algún día tendría que estallar. Y estalla a principios de los setenta, con la gente preguntándose cómo y por qué, qué es lo que había detrás.

 

«Se ve que se está disolviendo esa costra represiva que hubo siempre en el montevideano a partir del siglo veinte, esa especie de no querer hablar, de no querer tocar, como diciendo «con el siglo tan terrible mejor no te metas, déjalo tranquilo…»

 

SE TERMINÓ EL SILENCIO

– Y «Boulevard Sarandí» fue un gran campanazo de esa toma de conciencia, una especie de llamado de alerta para tratar de acercarnos a cierta forma de entendernos.
– Puede ser. Yo me acuerdo que cuando salió «Boulevard Sarandí» en radio, la gente se sorprendía por la cantidad de cosas que nunca había imaginado, la gente común no conocía Montevideo, ni los lugares ni las costumbres. Entonces, de repente, como un iceberg, empieza a aparecer todo eso de un enorme témpano, y por cierto que eso estimuló a mucha gente a empezar a escarbar y a investigar porque encontraron cosas formidables, interesantísimas, estupendas muchas, otras negativas y terribles, pero se empieza como a romper la costra. Y no creo que todo esto que ha pasado últimamente de interés por el Santo y Seña santo de Montevideo, es parte de ese proceso de rompimiento del silencio.

– En eso han tenido y tienen mucha responsabilidad los medios de comunicación, que cada vez dedican más espacio a un tema intocado hace menos de diez años.
– Por cierto que sí. Y otro fenómeno a tener en cuenta es que las editoriales, últimamente, han reeditado viejos títulos sobre el tema. Han reeditado a Rómulo Rossi, al propio Isidoro de María, al Hachero. ¿Por qué? Porque hay una apetencia en la gente por el tema Montevideo, su historia, sus edificios, sus costumbres, sus anécdotas, sus personajes.

– ¿Qué es lo que ha querido buscar con los cuatro tomos anteriores de «Boulevard Sarandí»?
-Simplemente, la historia anecdótica de Montevideo.

– Eso ya estaba profusamente tratado en esos cuatro volúmenes. ¿Qué persigue con este quinto, quizá el último de la zaga?
-Este quinto volumen viene como a complementar todos los anteriores. Aquí, como en los anteriores, hay un poco de todo: hay humor, hay costumbrismo, hay drama, hay tragedias, y opera como una ampliación de algo que en lo fundamental ya está dado. Pero la estructura está dada en los cuatro primeros tomos. Usted puede seguir toda la historia de Montevideo, a través de lo anecdótico, en los cuatro primeros tomos. Pero ocurre que «Boulevard Sarandí» es infinito. Si uno sigue hurgando en diarios, en libros, en revistas, en testimonios de gente, se podría llegar al tomo ochenta con historias montevideanas. Lo que sí creo es que lo fundamental de lo que pasó en Montevideo está dado en los cinco tomos publicados, aunque con una ciudad tan inesperada y misteriosa nunca se sabe lo que le puede deparar.

 

«Yo me acuerdo que cuando salió «Boulevard Sarandí» en radio, la gente se sorprendía por la cantidad de cosas que nunca había imaginado, la gente común no conocía Montevideo, ni los lugares ni las costumbres»

 

BOULEVARD SARANDI 5

En 1996 se cumplieron veinte años de la primera aparición de “Boulevard Sarandí” (Memoria anecdótica de Montevideo), inicialmente como audición radial en la emisora CX-30 –entonces llamada obligadamente La Radio–, y luego como libro publicado ese mismo año por Ediciones de la Banda Oriental.

En ocasión de este XX aniversario, aquella emisora, ahora denominada –como siempre había sido– Radio Nacional, me invitó a realizar un ciclo conmemorativo donde utilizara exclusivamente anécdotas no incluidas en ninguno de los cuatro tomos de que se compone hoy “Boulevard Sarandí”.

Por su parte, completado dicho ciclo radial, Ediciones de la Banda Oriental me propuso publicar un volumen nuevo, que recogiera dichos materiales desconocidos para los lectores de los cuatro tomos anteriores.

Como se comprende, estos artículos –que abarcan todas las épocas de Montevideo– son por fuerza complementarios de los existentes en los cuatro tomos anteriores, y están destinados a incorporarse a ellos en alguna reedición futura, en la que irán a ocupar el lugar que les corresponda en los sucesivos grupos cronológicos.

Agradezco a Radio Nacional y a Ediciones de la Banda Oriental su voluntad de conmemorar este aniversario de mi obra, permitiéndome reconstruir –mediante la palabra hablada y escrita– aquel intento emocionado de hace veinte años, cuando procuré contar entera la historia de nuestra ciudad a través de anécdotas que reprodujeran la atmósfera y el perfume de las sucesivas épocas que componen el ser y el acontecer montevideanos.

Montevideo, Uruguay(1926-2012)

Obras
San Francisco: El vuelo de Asis
Arácnidos
Voces finales de Artigas
Madame Lynch
Momentos con Emily
Contra la muerte
Las alamedas de Maturana
El Otelo oriental (o el Hotel Oriental)
Las raíces
Juegos de Federico entre las cosas
Delmira
Los chinos del Japón
Chau, todo
Artigas, General del Pueblo (en colaboración con Ruben Yáñez)
Las artiguistas
Ana Monterroso de Lavalleja
Los Blanes
Bernardina de Rivera
Boulevard Sarandí (Roberto de las Carreras)
Pepe el Oriental
Guay, Uruguay!
Sancho Panza, Gobernador de Barataria. Teatralización de un episodio del Quijote

Premios
1971: Guay, Uruguay! Florencio en la categoría Autor Nacional.
1976: Premio Ondas, Barcelona.
2005: Morosoli de Plata en la categoría Dramaturgia.
2006: Premio Alas – Interarte.

Actividad y formación
Son numerosos los campos que abarcó. Publicó diez libros de poesía, estrenó diecisiete obras teatrales, dio a conocer una novela, una historia anecdótica de Montevideo, cuatro libros de ensayos testimoniales (“Religaciones”), así como un libro que recoge algunas de sus numerosas notas radiales.

Ejerció, además, la crítica teatral, incursionó en el periodismo escrito y oral, dictó cursos sobre escritura literaria y psicología de la creación, concibió y dirigió dos colecciones de fascículos de divulgación política e histórica.

Como escritor obtuvo distinciones nacionales e internacionales. Poemas suyos figuran en varias antologías y sus obras teatrales fueron representadas en: Argentina, Brasil, Ecuador, España, Italia, México, Perú y Uruguay.

Fuente: Mundo ficcional

Foto portada: TV Show