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La profecía: En enero de 1970, ya hubo punto cero en el fútbol uruguayo, según Efraín Martínez Fajardo

LA HISTORIA DEL FÚTBOL URUGUAYO POR EFRA (Efraín Martínez Fajardo) del ARCHIVO DE DIARIOURUGUAY.

«Los buenos augurios correspondientes a esta época del año que ha comenzado, no suenan adecuadas al momento conflictual que vive el fútbol uruguayo, en el que se suman sistemáticamente problemas con soluciones o no, relacionadas a veces, con la entidad o el carácter de los mismos problemas y otras, las más, al criterio que emplean quienes deben manejarlos. Un criterio particular y muy interesado o muy comprometido, como corresponde a quienes defienden posiciones concretas de clubes y no las generales, que merece el fútbol nacional.

En el año que más hace falta la buena suerte, aunque sea materia imponderable; en el año que el formulismo o el convencionalismo de feliz año 70, debería hacerse realidad porque le esperan a Uruguay las máximas responsabilidades, como así también la máxima oportunidad para sentar una autoridad futbolística en el mundo, los conflictos internos afectan decididamente esa chance y esa felicidad, como la de todo el fútbol uruguayo.

Será mejor callar la frase feliz o alentadora, porque sonaría a sarcasmo o a ironía. Sí, decir Feliz año 70 Fútbol Uruguayo! no deja de ser un deseo o una sincera aspiración, pero lejana a la realidad.

Habrá que lamentar el hecho, la circunstancia, el motivo, la realidad actual y volver a manifestar, reiterando un criterio, de que los problemas de hoy, son los de ayer y los de mañana, mientras se continúe con las caducas estructuras en las que está montado el gobierno de la Asociación Uruguaya de Football.

La negativa de los chicos a la intervención de los grandes en la Libertadores, es el último problema, de una larga cadena. No es por lo tanto el único, ni tampoco será el último (aunque transitoriamente lo sea en el tiempo), mientras la óptica de los clubes sea la que rige los destinos del fútbol, para el que se pretenden arreglos o pactos circunstanciales, atendiendo intereses particulares que afectan al fútbol en sus aspectos orgánicos y en cuanto a perjudicarlo en su nivel técnico y en su calidad como espectáculo.

No es otro que a un sombrío camino, al que se le quiere llevar, eliminando el régimen de ascenso y descenso, aspiración reiterada, aunque ahora como nunca, condicionada por los clubes chicos, que llevan al fútbol a su propia medida. La de sus intereses y conflictos, vinculados a problemas deportivos y económicos, que deben superarse porque al cuidado del árbol, debe prevalecer la atención de todo el bosque.

El problema en manos de los clubes, no será nunca el del fútbol uruguayo. Será si acaso, el de ese club, que tratará de solucionarlo a su manera, y es natural que de esa forma la visión se enturbie o se empañe y que se propongan o se ejecuten medidas que no están de acuerdo con la misión jerárquica del deporte, ni con la confianza y apoyo que la han depositado todos los aficionados.

Surge más que nunca la necesidad de una intervención, o la de un laudo transaccional, que ya tuvo para bien nuestro fútbol, a efectos de que puedan analizarse a nivel de autoridad máxima, la reorganización deportiva, económica y política del popular deporte. Todos estos aspectos, tienen una correlación natural y sólo los podrán encarar y resolver sin duelo y sin temores, quienes puedan disponer el estudio de los contratos de jugadores y la fijación de los mismos de acuerdo a las posibilidades económicas de las instituciones para las que se arbitrarán determinadas exigencias, como así también determinadas soluciones; quienes puedan anticipar el calendario del fútbol nacional, en el que tenga prioridad el combinado uruguayo, etc, etc.

Hasta tanto no se logre esto, las soluciones se buscarán por caminos tortuosos y aberrantes, sumando o restando posiciones o votos, según lo que se ofrezca o se niegue, valga la pena o no interese. Ahora que estamos casi en punto cero, es tal vez el momento para poner en práctica la reestructura auténtica que necesita el fútbol uruguayo»