Inicio » La inoportuna aparición del Dr. Hamer en Diario Uruguay
Cultura

La inoportuna aparición del Dr. Hamer en Diario Uruguay

EL ORIGEN DEL MAL. Olvídense del conflicto entre las hipótesis oficiales del SIDA y disidentes, no se preocupen por la nutrición consciente, el flúor, litio o vacunas. Pospongan su interés por las plantas medicinales como la marihuana o la estevia. El tema que vamos a tratar en este post y siguientes supera con creces, cualquier conflicto que hayan podido conocer.

Reconozco que esta presentación, cuasi-circense, puede resultar un poco exagerada o efectista, pero creo que teniendo en cuenta el punto de inflexión, que supone en la medicina moderna; el modelo que tratamos hoy, es comprensible.

Ryke Geerd Hamer, nace en 1935 en Frisia (Alemania). Estudió medicina y teología en la Universidad de Tübingen (Baden-Württemberg). Tras completar el ejercicio de medicina en diferentes clínicas universitarias alemanas y su especialización en medicina interna, empieza a trabajar en la Clínica universitaria de Tübingen.

En este período, también demostró su ingenio, al desarrollar una serie de patentes como un escalpelo no traumático (Escalpelo-Hamer) que corta 20 veces más fino que una navaja de rasurar, una sierra especial para cirugía plástica o una mesa de masaje.

Posteriormente, se trasladó a Italia donde emprendió un proyecto médico para tratar a los enfermos de los barrios más desfavorecidos, sin coste alguno. Y fue aquí, donde se produce, el acontecimiento que marcaría el resto de su vida. El 18 de agosto de 1978, en el pueblo de Cavallo, durante una fiesta, su hijo Dirk Hamer recibe un disparo, por accidente, del príncipe Alberto de Saboya. A pesar del traslado a Munich, inmediato, morirá cuatro meses después, siete de diciembre, en Heidelberg.

En los meses posteriores, tanto él, como su esposa, Sigrid Hamer, contraen cáncer, el hecho de que ambos hasta ese momento disfrutaban de una salud extraordinaria, y la proximidad en el tiempo con la muerte de su hijo, le llevaron a sospechar de la existencia de una conexión entre ambos hechos. En aquel momento, trabajaba para el departamento de oncología de la Universidad de Múnich, de manera que empezó a investigar el historial de todos sus pacientes de cáncer. Para su sorpresa, descubrió que una gran mayoría de ellos habían sufrido algún tipo de “choque” emocional, similar a la muerte de su hijo, en gravedad, previo al desarrollo de la enfermedad.

Además observó cómo, analizando escáneres cerebrales, (siguiendo la hipótesis de que todos los procesos corporales son controlados desde el cerebro), y comparándolo con los registros médicos y psicológicos correspondientes, encontró una correlación entre ciertos “choques” de conflicto, manifestación de estos choques en el órgano y manifestación de efectos en el cerebro.

Era la primera vez en la historia de la medicina, que un estudio ahondaba en el origen de la enfermedad en el cerebro, y el papel del cerebro como mediador entre la psique y el órgano enfermo.

El Dr. Hamer acababa de descubrir que cada enfermedad se origina por un trauma, que nos pilla por sorpresa. En el momento en que este conflicto inesperado ocurre, el choque impacta un área del cerebro, causando una lesión, (más tarde denominado Foco de Hamer), visible en un escáner cerebral como un grupo de anillos concéntricos nítidos. Las células cerebrales que reciben dicho “impacto” envían una señal bioquímica a las células del cuerpo correspondientes, provocando el crecimiento de un tumor, la necrosis de un tejido o la pérdida funcional de ese órgano, dependiendo de qué capa del cerebro reciba ese “trauma”.