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Giuseppe Garibaldi pasó por el Circolo Italiano de Rivera

CULTURA EN EL URUGUAY. desde Montevideo la Prof. Lilián Ferrarés (Egresada del Instituto de Profesores Artigas) para Diario Uruguay.

Giuseppe Garibaldi
Un republicano en tierras americanas
Prof. Lilián Ferrarés
“Non é vero que Garibaldi é morto
Garibaldi, Garibaldi…
Non é vero que Garibaldi é morto
Perché lui e inmortale”

La presente es una versión escrita de la charla realizada el día 12 de noviembre de 2016 para el Circolo Italiano de Rivera.

En situaciones como la presente se produce una sensación, como mínimo incómoda, al tener la seguridad que el público está en conocimiento de anécdotas, historias subterráneas y otras no tanto, que quien les escribe no conoce. Hablar de Garibaldi a los garibaldinos, es casi una ironía.

En el comienzo de esta charla hay una cuestión que es importante dejar en claro y es la dificultad de un acercamiento a Garibaldi medianamente objetivo, los materiales que se encuentran de él, lo ensalzan o lo destruyen. No hay términos medios, quienes venimos de las Humanidades estamos acostumbrados a estas personalidades que de vez en cuando surgen en la Historia y de alguna manera tratamos de lidiar con ellas y hacer nuestro trabajo. Lo que me dejó tranquila en este caso, es el convencimiento pleno, que a Garibaldi no le hubiera importado nada lo que yo pensara ni lo que dijera hoy aquí, era un hombre de una sola senda aunque con muchos vericuetos, un pragmático, un hombre de acción y seguramente las disquisiciones sobre su persona no creo que le interesaran demasiado.

Dejando esto claro, me siento honrada, porque sé lo que el significa para los garibaldinos su figura y su símbolo, que me pidieran estar hoy en este lugar. Lo que sigue a partir de aquí, es el resultado de una serie de lecturas y de entrevistas realizadas para este fin. No es parte de una investigación, y eso es importante aclararlo.

Mario Dotta Ostria, aunque menciona mucho a Garibaldi y analiza sus acciones, en realidad escribe e investiga sobre una variedad de temas y especialmente sobre la Masonería, “Inmigrantes, Curas y Masones”, “Caudillos, Doctores y Masones”, e investigando estos temas, es imposible obviar la figura de Garibaldi, porque justamente es aquí, en Montevideo, donde él se hace Masón regular, cuando Montevideo todavía no es una potencia masónica ya que es en 1856 que Montevideo se convierte en tal, Garibaldi se hace Masón regular catorce años antes, en el año 1842, compartiendo los trabajos masónicos con Crisóstome Thiebaut, quien era el Jefe de la Legión Francesa de Montevideo.

Garibaldi, que había sido iniciado en la Giovine Italia por Mazzini, regularizó su condición de masón en Montevideo, en la Logia regular “Les Amis de la Patrie”, dependiente del Oriente de Francia. Esta Logia, era heredera de la Logia irregular “Les Enfants du Nouveau Monde” que había sido fundada en Montevideo en 1828 por emigrados franceses.

Se puede decir, aunque resulte increíble, que Garibaldi sigue en la lucha y que eso caracteriza a pocas personas. Esto quiere decir, sigue en la discusión, en el acuerdo y en el desacuerdo. Son personajes rebeldes y no encajan, pelean, están siempre presentes. Siempre tienen algo que decir, en cualquier época en que los convoquemos.
Garibaldi era un republicano, del latín res – pública (asunto del pueblo), por ese concepto vivió y murió, lideró hombres tanto en América como en Europa.

1789, delineó las ideologías que trazarán las acciones muchos siglos después, basta decir que su lema, Liberté-Égalité-Fraternité se tradujo a lo largo del mundo en declaraciones o símbolos; por ejemplo, la bandera de la República de los Farrapos y la papelería del gobierno Farrouphila de Piratiní, tiene justamente escrito: “Libertad-Igualdad-Humanidad”, el mismo lema que ostentaba la Logia “Giovine Italia” de Mazzini, y que habían llevado al sur del Brasil los exiliados italianos mazzinianos como Livio Zambeccari, Luigi Rossetti y Giambattista Cuneo. Se puede atribuir a Luigi Rossetti, la adopción del lema aludido por los republicanos riograndenses.

La Revolución Francesa, y la Americana son parte del siglo XVIII, donde se asientan las bases del mundo moderno, el guillotinamiento de Luis XVI y su esposa María Antonieta no fue solamente un ajusticiamiento motivado por la miseria que pasaban las clases populares, algo común y que no llamaba la atención en el concierto económico social de la Europa Moderna, sino que estaba promovido y sostenido por la burguesía que debía asegurar la supremacía.

Esa burguesía del siglo XVIII, la que busca justamente asegurarse participación política y libertades personales. Y la aseguró, hasta Robespierre … el abogado de Arrás, el Incorruptible. Robespierre fue el límite que podían tolerar los burgueses del siglo XVIII, pero sus ideas continuaron en terrenos más fértiles que una Francia que había dado por terminado el proceso revolucionario. De este proceso surgió el radicalismo violento de Babeuf y de Buonarroti y el socialismo pacífico de Robert Owen, en Inglaterra y de Saint-Simon, en Francia.

El conde Saint-Simon, escapado milagrosamente de la guillotina de Robespièrre, era un aristócrata que había escrito varios libros en los cuales desplegaba sus ideas relativas a la justa distribución de la riqueza y a la propiedad común de los bienes, proponiendo que tal sistema fuera creado por importantes hombres de negocios, bajo la presidencia del rey Luis XVIII, lo que nos dice de contenido utópico de sus propuestas.

Muerto Saint-Simon y bajo la dirección de su nuevo jefe, Enfantin, los saint-simonianos continuaron escandalizando a Europa. Violando reglas sociales y convenciones morales, predicaron la paridad de los sexos y la emancipación de la mujer de las “cadenas” del matrimonio. Proclamaron que el mundo necesitaba una renovación espiritual y en esa nueva sociedad, Enfantin habría fungido como Padre de la Humanidad y se pusieron a buscar, con gran publicidad, a la joven digna de vivir con Enfantin y ser, consiguientemente, la Madre de la Humanidad, una búsqueda que resultó muy costosa e infructuosa.

Tal comportamiento alarmó a la sociedad y los saint-simonianos fueron acusados de ofender la moral pública y sus dirigentes fueron condenados. Enfantin, a un año de cárcel y al exilio y los demás, al exilio inmediato.
¿Por qué esta disgregación?
Porque trece de ellos, fueron llevados a Marsella y el 22 de marzo de 1833, embarcados en una nave que debía partir para Constantinopla.

La nave era La Clorinda y su segundo de a bordo, Garibaldi. En el viaje, Garibaldi entabló amistad con Emile Barrault, uno de los principales colaboradores de Enfantin y el jefe de los saint-simonianos embarcados, inteligente e ingenioso, como casi todos los saint-simonianos de relieve.

“Rarevolte avevo sentito parlare Della setta dei saint-simoniani, solo sapevo che que gliu omini erano perseguitati apostoli di una nuova religione”, escribió Garibaldi en sus “Memorias”. Ese hecho de ser una minoría perseguida, más que los postulados que planteaban, fue lo que determinó el inmediato apoyo que brindó a este grupo de exiliados y lo hizo permeable a sus prédicas.

Stephen G. Tallentyre que en realidad era Evelyn Hall, popularizó una frase que se adjudica a Voltaire: “Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo” frase que parte de una ficción creada por la autora pero que responde realmente al pensamiento volteriano y también al garibaldino.
Creyó firmemente en la libertad, la república y la igualdad de los hombres. Luchó contra la monarquía, el absolutismo y el poder desenfrenado del clero, lo que lo convirtió en un héroe y en un mito. Sus ideales y sus convicciones siguen siendo, aun en el siglo XXI, absolutamente actuales.

Fue un partícipe de la Unificación Italiana, participante activo de la Guerra de los Farrapos en Río Grande del Sur, defensor a ultranza de la libertad de los pueblos y enemigo acérrimo de dictaduras y despotismos en cualquier lugar del mundo.

Por eso, en una entrevista que le realiza Hugo Castillo para su programa de Radio Centenario, Carlos Novello afirma que la Sociedad Garibaldina se fundó recién en 1985, cuando comienza el período de gobierno democrático del Dr. Julio María Sanguinetti. En una dictadura es imposible hablar de Garibaldi.

Personalmente creo que Italia pagó un precio muy grande por haber sido la cuna de la Civilización Romana, pero sobre todo por haber sido la cuna de un concepto nuevo en la Antigüedad: el de República.

Heredamos de ella el vocabulario, social y el político. Europa también, y por eso vale más una Italia descuartizada que una Italia unida, que una nación, porque eso produce temor, como antes lo había producido la Revolución Francesa.

Garibaldi creía y amaba el sueño de una Italia unida, la Italia de Leonardo, de Verdi, en contraposición a lo que veía, un conglomerado confuso y colonizado de estados separados y rivales …

Pero sobre todo, Roma, la Roma de Miguel Ángel, de Bramante, Rafael, en manos del Papado, capital de los Estados Pontificios. Italia era un tablero de ajedrez político, eso es lo que los liberales no pueden dejar pasar y lo que les duele.

En el año 1833 Garibaldi se une a la Joven Italia que Mazzini había creado en Marsella, Joven porque era un requisito prácticamente, para los integrantes de esta sociedad secreta ser menor de 40 años, los veteranos le hacían recordar a Mazzini la traición a los carbonarios del 31 y la muerte de tantos amigos.

Mazzini reconoce en Garibaldi al hombre de acción, al hombre pragmático y le enseña su teoría política, es el comienzo de un accionar juntos que terminará cuando Garibaldi considere que la oportunidad, el primer tramo de una Italia unida está en la figura de Víctor Manuel y con esto se enfrenta a una teoría fuerte de republicanismo puro mazziniano.
En 1934 le toca a Garibaldi ser condenado, se escapa como marino bajo el nombre ficticio de Giuseppe Pane, realizando la travesía oceánica como segundo de a bordo terminando en Río de Janeiro y allí se entera que los Farrapos están en pos de la construcción de una República en Río Grande, conoce a Bento Goncalvez que había sido apresado por el ejército imperial, Zambeccari fue el intermediario y se decidió a trasladarse a Río Grande do Sul; es allí cuando conoce a Anita también y comienza a compartir su vida con ella.

Con un grupo de jóvenes italianos arma una pequeña corbeta, a la que bautiza “Mazzini”, un barco de guerra con una bandera republicana, cantan canzonetas y pelean como demonios. Cae preso y escapa, lo apresan nuevamente, engrillado y atado lo conducen a Río. Es torturado bestialmente porque cuando su captor lo va a interrogar le escupe la cara y con esto … se convencen que está chiflado y que no

forma parte de ninguna conspiración europea en contra del Emperador. Lo embarcan a Europa pero convence al capitán que lo deje en la costa con un grupo de amigos.

Garibaldi no regresaría a Europa hasta el año de 1848 embarcándose en Montevideo, con apenas menos de un centenar de soldados de la Legión Italiana de Montevideo.

Mazzini ha logrado proclamar la República en Roma a principios de 1849 formando allí una república gobernada por un triunvirato propio del estado de guerra integrado por Mazzini, Armellini y Saffi y Garibaldi que ofrece sus servicios para la defensa de Roma que es atacada por cuatro frentes, por cuatro enormes ejércitos:
– El español
– El austríaco
– El borbónico
– El francés
Participa de la primera línea de defensa de la ciudad de Roma contra los franceses. El ataque de los franceses en el Puerto de San Pancracio es feroz, pero Garibaldi organiza un contraataque con una estrategia nueva: embates en punta de lanza, que en realidad es recuperar parte de la historia guerrera romana: colocar a la infantería pesada al frente, a la infantería ligera en los flancos y a la caballería en la retaguardia.

Los Borbones van a reforzar el ataque y deciden bombardear con cañones nuevos y pesados. Es una masacre de muerte y destrucción, Roma se rinde el 30 de junio de 1849, Mazzini es apresado y Garibaldi procede a la retirada durante la cual muere al costado del camino su mujer, Anita Garibaldi. Ofrece a sus hombres la emigración hacia Uruguay, su “seconda patria” como él expresaba. Por su parte, comenzará un periplo por el mundo y los EE.UU. de América, regresando a su patria luego para proseguir la lucha.

Reiteramos, que nunca volvió al Uruguay; él residió en Montevideo seis años, hasta 1848 en que acuciado por las revoluciones europeas de 1848, cree llegada la hora de luchar por la definitiva unificación de Italia.
En esos años de residencia en Montevideo (1842-1848), vivió alquilando una pieza ventilada al primer patio de la misma; hoy día en esa misma casa, la “Casa de Garibaldi”. Cada año que ha pasado ha delineado su personalidad, ha pagado caro sus convicciones y sobre todo sus decisiones personales.

Fue masón por convicción, enseñó que la patria no es un ideal ni un intangible, que se lleva en el corazón.
Se casó también en Montevideo (por la puerta lateral de la capilla del antiguo convento de San Francisco, único registro para la población civil en esa época), bastante acuciado por las damas de la sociedad montevideana además de la viudez estrenada de Anita. Su situación era tan precaria que la Iglesia tuvo que casarlo gratis.

En Montevideo, habitó por seis años en la casa que hoy es parte del complejo de lo que es el Museo Histórico Nacional, en 25 de Mayo 314, con Anita y sus hijos, Menotti, Rosita, Ricciotti y Teresita.

Para la compra de la casa donde residía Garibaldi durante su residencia en Montevideo, se realizó una colecta durante la década de los años 30 del siglo pasado, ya que el Estado uruguayo lo propone como una solución y así se hace. Carlos Novello resalta esto, que fue un esfuerzo colectivo lo que hizo posible la compra y refacción de la casa donde había vivido Garibaldi.

Cuando él llega a Montevideo, ésta tiene aprox. 31.000 há, de los cuales casi 20.000 son extranjeros y de éstos, más de 11.000 eran italianos, es entendible la adhesión de Garibaldi a la causa de la Defensa.

Para los exiliados italianos era fácil encontrar en la figura autocrática de Rosas el correspondiente paradigma con los estados y gobernantes absolutistas que concurrieron al Congreso de Viena. Es mayoritariamente el liberalismo europeo y los habitantes de aquel origen los que ayudaron decididamente a mantener la Defensa de Montevideo. Garibaldi fue un luchador ontológico, esencial en un siglo XIX que se sacude los absolutismos monárquicos.

Lo que América representa, es también la posibilidad de entrenamiento para su regreso, un entrenamiento con una causa positiva: La defensa de la República frente a la oligarquía portuaria de Buenos Aires.

La Guerra Grande, que tiene a Garibaldi como un actor importante, era un conflicto de intereses muy profundos y de muy larga duración. Montevideo representaba un bastión aislado, Oribe dominaba el territorio circundante.
Montevideo, una vez más, tiene que mirar al mar, un mar que ya no proveía. Los montevideanos sabían a quién tenían delante, su fama le precedía. Para Garibaldi, en cambio, el conflicto era complejo y sutil. Optó por apoyar la defensa de Montevideo, él era un expatriado, no podía pelear la lucha que realmente quería, la de la unidad italiana. Un Garibaldi italiano hasta el tuétano, unionista, republicano y liberal sólo podía defender la causa de una Montevideo sitiada.

Tiene su bautismo de fuego, se enfrenta al Almirante Brown, en Costa Brava. Perdido por perdido, quema las naves para cortarle el paso y huye, campo traviesa, llegando a Montevideo después de recorrer 400 km en zona enemiga y atravesar el Río Uruguay a nado. En tierra firme tiene mejor suerte, con una victoria en las Tres Cruces y en el Cerro. Tiene su revancha contra Brown cuando lo desaloja de la isla de Las Ratas, a partir de allí se llamará “Libertad”.

Realiza varias incursiones con relativo éxito, siendo el mayor triunfo militar el de la batalla de San Antonio, en Salto, en 1846. Casi 14 horas de lucha despiadada. No fue una victoria clara, pero logró contener el ejército de Entre Ríos, al mando de Servando Gómez, que buscaba ingresar. Por esto a Garibaldi lo ascienden al grado de General de la República y más tarde el Gobierno lo nombre Comandante General de todas las fuerzas del Gobierno, desplazando a Rivera incluso.

Un tiempo más tarde Garibaldi le llega la hora de volver a su casa. Su Italia. Regresa en el Santa Vittoria, que a pedido de Garibaldi le cambian el nombre por Speranza, junto a él va Andrés Aguiar, su edecán africano, y Francesco Anzani. Arciniegas cuenta en “Las mujeres y las horas” lo que llegaron a compartir Anzani, Aguiar y Garibaldi: Hasta los pantalones o una única camisa roja.

El Atlántico ve por primera vez una bandera unitaria italiana, desconcertando a los navegantes. Una patrulla lo detiene y le pregunta… Qué pabellón es? A lo que Garibaldi responde: De Italia! Los ingleses no entendieron nada… Italia todavía no existía.

Se instala en Caprera, tiene un ascendiente muy grande sobre el pueblo: encarna a los héroes de novelas, es simpático, extrovertido, alegre. En su juventud, había sido un republicano acérrimo, en la madurez, estaba convencido que la unidad italiana no se iba a lograr en un primer paso, consideró que el primer tramo era una alianza con los monárquicos liberales, ANTE TODO LA UNIDAD, ese era su lema y la causa de separación ideológica con Mazzini. Para lograrla, había que enfrentar a los Estados Pontificios y al Papado como reinado de Roma, anular la influencia de Austria y de los señores regionales. Eran muchos enemigos.

Los aliados eran los movimientos liberales, carbonarios y republicanos de todas las Italias, lo representaban las clases populares. Víctor Manuel se perfilaba como un monarca liberal, de cierto prestigio, joven, talentoso y que también quería la unidad italiana. Junto a él, Camilo Benso, Conde de Cavour. Fue éste el que viajó a Caprera y le ofreció a Garibaldi el cargo de Comandante General de las fuerzas del rey Víctor Manuel. Allí comenzaba la epopeya más importante de Italia en tiempos modernos.

Debemos entender los motivos que movían a Garibaldi, que acepta estar detrás en el mando de MacMahon, por eso quería pelear más y mejor que los franceses. Ya los había derrotado en las puertas de Roma, habían matado a Anita, ahora quería dejar claro qué se estaba peleando. Era Italia, y debían ser respetados, los franceses eran solamente ahora una alianza, una ayuda, nada más.

Viva Italia, Viva el Rey, aparecían pintadas Viva Verdi (Vittorio Emmanuele Re d´Italia)
El armisticio de Villafranca deja a los italianos librados a sus propias fuerzas, aprieta dientes, traga furia y renace la audacia adolescente, con 30 años más de experiencia, con 40 batallas ganadas, con 500 escaramuzas ganadas y perdidas. Lo que a primera vista parece un suicidio está plenamente articulado y planificado por la Fuerza de Caprera.

Primero Sicilia y luego el sur de Italia…. “Viva el rey, Viva la unidad de Italia”
El 7 de setiembre entra Garibaldi a Nápoles, el rey Francisco ha huido…es el turno de Volturno, es un huracán y fue también la batalla más decisiva de su vida. Cae el poder borbónico en Italia, Italia comienza a ser libre. Garibaldi se vuelve a Caprera.

Unos años después retoma para completar el plan de una Italia libre definitivamente, varias batallas después (después de Trento, de Venecia) marcha sobre Roma, la ciudad Eterna, la de los césares, la de Carlomagno, la de Miguel Ángel, donde había muerto Anita, en suma… la de Italia.

El 20 de setiembre de 1870 se produce la caída del último bastión de una Italia dividida. En esa fecha el ejército comandado por el general Raffaele Cadorna, toma la capital Roma, hasta ese momento capital de los Estados Pontificios.

Bibliografía
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– Dotta, Mario: Giuseppe Mazzini. Pensador republicano y demócrata.
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– Dotta Ostria, Mario: Caudillos, doctores y masones: protagonistas en la gran comarca rioplatense (1806-1865). Ediciones de la Plaza. Montevideo. 2007
– Dotta Ostria, Mario: Inmigrantes, curas y masones en los tiempos del General Máximo Santos. Ediciones de la Plaza. 2004