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El nombre de Montevideo. De qué expresión deriva, precisamente…

EL DÍA DEL PATRIMONIO DESDE LA BIBLIOTECA DE RAMÓN MÉRICA.

 

Ni de “ Monte vide eu”, ni de “ Monte vi eu”, ni de “ Monte vide”, ni de “ Monte v i”, ni de “ Monte veo”, ni de ninguna de las expresiones corrientes.

 

El origen del nombre de Montevideo — atribuido sin discrepancia, conforme a los datos tradicionales e históricos y a las más generales conjeturas, a una exclamación no bien precisada todavía, de uno de los nautas que arribaron al Río de la Plata en la empresa que subsiguió a la del descubridor Juan Díaz de Solís —, moverá siempre a discurrir acerca del trascendental influjo, del perdurable recuerdo, de las inimaginables consecuencias que pueden tener en la vida un hecho cualquiera, un dicho, una circunstancia, al parecer insignificantes.
¿Cómo había de figurarse el marino que — trepado en un palo o sencillamente desde la cubierta de la nao capitana en la expedición a las islas Molucas del hidalgo don Hernando de Magallanes — divisara antes que ninguno de sus compañeros el cerro atalayador que se alza a la vera de nuestra hermosa bahía y lo anunciara con gozosas voces a todos los tripulantes; cómo había de figurarse que la expresión que entonces lanzara a los vientos iba a dar, desde luego, nombre armonioso y sonoro a la eminencia y lugar que a la vista tenía, más tarde perenne denominación a la ciudad que en esta península erigiera el vizcaino Zabala, y después y durante largo espacio a la extensa región territorial que ha tenido desde la fundación de Montevideo a esta ciudad por cabeza? ¿Cómo había de imaginar que aquella exclamación, con las levísimas alteraciones que han informado nuestro nombre, había de constituir en el porvenir el emblema de heroicas acciones entre las más auténticas que hayan producido los siglos; que había de ocupar así puesto distinguidísimo en los fastos gloriosos de las naciones; que había de estar ligada a los afanes, a las esperanzas y a las luchas de inmortales generaciones; y, aun, que andando los tiempos había de retoñar, como denominación siempre, a millares de leguas del Río de Solís, sirviendo para designar a una nueva población, a una futura gran urbe quizá, de los Estados Unidos de la América del Norte, en la que se ha querido consagrar nuestro título metropolitano? (1). ¿Pero cuál es la verdadera exclamación lanzada a la vista del cerro de Montevideo por el marino de la Trinidad, en viaje al Maluco o tierras de la Especiaría, hacia el mes de Enero del año de 1520? He ahí lo que me propongo dilucidar. Mucho se ha opinado y aseverado acerca de este punto, aunque no he leído hasta ahora ninguna exposición razonada.

 

EL NOMBRE DE MONTEVIDEO NO DERIVA NI DEL
CASTELLANO NI DEL GALLEGO NI DEL PORTUGUÉS

 

La circunstancia de ser portugués el intrépido jefe de la expedición de que hablo, y de venir en ella portugueses, ha hecho creer y decir a muchos que la expresión del vigía de Magallanes — vigía accidental o no — habría sido portuguesa, y, precisamente, la de Monte vide en, de donde, con leve variación, por la sinalefa de las dos últimas voces y el cambio en o de la u final, se hubiera originado con toda sencillez nuestro nombre.
Hay notorio error en semejante suposición, porque esas tres palabras que se han imaginado, sin duda, como se comprenderá pronto, después de formado el nombre de Montevideo, buscándole a éste derivación, no corresponden a un mismo idioma, ni a un mismo dialecto, y no han podido así constituir, unidas, ni una frase en portugués, ni en castellano antiguo, ni en gallego, que son los
idiomas y variedades en que tienen cabida dos de las voces de la expresión antedicha.
Las palabras “monte” y “eu” son efectivamente portuguesas, y son gallegas también. Pero la palabra “vide” no es gallega, ni portuguesa… ; mejor dicho: no es portuguesa como verbo, que tendría que ser necesariamente para entrar a constituir la frase de que trato.
La voz vide es voz verbal i en latín, y verbal también en el antiguo castellano, según en breve lo explicaré. En idioma latino pertenece a la segunda persona del imperativo del verbo ver, y suele emplearse, como tal voz latina, tanto en portugués como en castellano actual, en las llamadas de página de los libros, equivaliendo en semejantes casos a véas\e. Vide página tal, obra cual, etc., vale tanto como decir: véase página tal, obra cual, etc.; más propiamente : mira o vé tal página, tal obra, etc.

 

EL NOMBRE DE MONTEVIDEO DERIVA DIRECTAMENTE DEL LATIN
Y NO TIENE QUE VER CON MONTE VIDI, QUE NO PUEDE HABER EXISTIDO

Empleada la voz latina vide, en su natural sentido, dentro de la expresión “Monte vide eu”, que he empezado por suponer portuguesa, dejaría a esta expresión =in concordancia gramatical, aún en la gratuita hipótesis de que cupiera el injerto de aquella voz latina en la forma en que lo está en la citada frase vulgar.
“Monte véase yo”, “Monte vé yo” o “Monte mira yo”, no tienen, sin duda alguna, ningún sentido; y esa sería la traducción del “Monte vide eu”, empleando como latina la voz verbal vide.
Pero — podría argüirse — la voz vide es portuguesa también. Es portuguesa efectivamente; más en portugués vide es un nombre sustantivo, que designa a una planta, la vid, y a un órgano de la edad fetal del ser humano, el cordón umbilical.
Luego, por ningún concepto es admisible en portugués la expresión “Monte vide eu”, que en algunas obras se estampa, como dando origen al nombre de Montevideo. Ahora, es cierto que vide es también palabra del antiguo castellano, y palabra verbal, correspondiente a la primera persona del pretérito perfecto del verbo ver. ¿Podría, en consecuencia, admitirse que la expresión “Monte vide eu” tiene sentido, y pudo constituirse y pronunciarse en castellano antiguo?
Tampoco. La palabra vide, del castellano antiguo, no tendría cabida en una misma frase con el eu portugués, o gallego. Es como si admitiésemos que el “Je vois” (yo veo), francés, pudiera expresarse también de esta manera: “Je veo” o “Yo vois”.
Desechada, en toda lengua, la expresión “Monte vide eu” como originaria del nombre de nuestra capital, examinaré si este nombre ha podido tener origen en estas otras, que corren indistintamente en diferentes y numerosas obras: “Monte vi eu”, “Monte vide”, “Monte vi”, “Monte veo”, “Monte vidi”.

 

Fuente: «¡Montem vídeo!» : origen del nombre de Montevideo
Carlos TRAVIESO
Montevideo : IMPRENTA LATINA , 1923