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Cultura

El día de la muerte del esposo de la profesora Delia Etchegoimberry, un apasionado antropólogo argentino que quiso conocer el origen del hombre en América

De la siguiente manera publicaba (el lunes 17 de julio de 2000) el diario La Nación de Argentina la muerte del esposo de la profesora maragata Delia Etchegoimberry, que a los 86 años fallecía el científico Dick Edgar Ibarra Grasso, antropólogo argentino de fama internacional que consagró su vida al estudio del origen del hombre en el continente americano.

Investigador fecundo y polémico, fue una de las figuras principales de la antropología argentina. Concebía el universo como una invitación a investigar.

A su espíritu aventurero, que lo llevó a recorrer vastas extensiones de territorio, sumaba una infatigable vocación por desentrañar los orígenes de la cultura de la humanidad y se preocupaba por la rigurosidad de sus trabajos.

Tarea fecunda

Su trabajo fue reconocido por varias instituciones académicas del continente. Es autor de «Argentina indígena» y»América en la prehistoria mundial», obras de extensa documentación, que se suman a más de 30 libros que son de lectura obligada para conocer los avances de la arqueología y la antropología de las últimas décadas.

Ibarra Grasso avanzó en la teoría de la escuela norteamericana sobre el poblamiento de América, que sostenía que el continente americano había sido descubierto por pueblos asiáticos que llegaron por el estrecho de Bering y por el océano Pacífico unos 3000 años antes de Cristo.

Aportó investigaciones sobre un profuso intercambio cultural entre distintas civilizaciones, a partir del estudio de construcciones, urbanizaciones, conocimientos estelares, utensilios, armas y costumbres cotidianas que fueron meticulosamente revisadas en sus exposiciones.

Al comienzo se identificó con el pensamiento de José Imbelloni y fue uno de los exponentes más reconocidos del ultradifusionismo, la corriente que sostiene que hubo un gran foco generador de toda la cultura de la humanidad.

Intentó demostrar que el continente americano ya existía en representaciones cartográficas anteriores a la llegada de Cristóbal Colón. Sostenía que en esos mapas aparecen sitios con nombres quechuas que podrían corresponder a ríos y poblaciones de la costa del Pacífico en el Perú.

Rastreó en mapas antiguos y dedujo que las costas de Ecuador y del norte del Perú, así como las del occidente mexicano, fueron puntos principales en el arribo de mercaderes y colonos a estas tierras.

Sus investigaciones fueron traducidas y elogiadas en centros de estudio del exterior. Muchos de sus aportes a la arqueología y la antropología fueron traducidos y publicados en revistas especializadas del Vaticano, la Unión Soviética y los Estados Unidos.

Nacido en Concordia, en 1914, era hijo del marino Alberto Ibarra y de Ada Grasso, hija de estancieros de la Patagonia. La actividad de su padre lo llevó a vivir en distintas ciudades, aunque se radicó en Carmen de Patagones en una de sus residencias más prolongadas. No fue nunca a la escuela y fue instruido por su padre.

De joven trabajó en una iglesia barrial, donde le pagaban 40 centavos por la transcripción de actas bautismales. A los 27 años decidió recorrer La Paz, Sucre y Potosí, donde comenzó tareas de exploración que asombraron hasta a los propios bolivianos por los tesoros ocultos que encontraba.

Vivió 23 años en tierras bolivianas y en sus múltiples investigaciones encontró 32.000 piezas históricas, ocho templos incaicos, cuatro culturas desconocidas y un yacimiento arqueológico de 30.000 años, al sur del lago Titicaca.

Invitado de honor en distintos congresos internacionales, escribió más de 350 artículos, enseñó historia en tres universidades e interpretó el calendario azteca de una manera contraria a lo convencional.

Pasión por la investigación

A pesar de su edad avanzada, nunca abandonó su vocación por los desafíos y las investigaciones. El año pasado hizo exploraciones personales en Tiahuanacu, que se interrumpieron por el mal tiempo.

En Bolivia fundó el Museo Arqueológico de la Universidad Mayor, Real y Pontificia de Sucre, además de otro museo en el Palacio de la Moneda, en Potosí.

Fue profesor en las universidades nacionales de Tucumán y de Rosario y en la Universidad de Cochabamba, donde dirigió el Museo Arqueológico.

Estaba casado con Delia Etchegoimberry, que contribuyó a formar la Fundación Ibarra Grasso, que aspira a continuar la obra del infatigable investigador.

Sus restos fueron sepultados en el cementerio de la Chacarita.